En la esquina de una de las dos aulas de la Formación Profesional (FP) Básica que imparte Fundación Intras luce un cartel que reza 'acompañamos la recuperación de las personas'. Es difícil resumir mejor en solo seis palabras el trabajo que se hace en estas instalaciones del barrio de Parquesol. Intras imparte el grado básico de Servicios administrativos desde el año 2018. Nada particular, si no fuera por la metodología utilizada. Esta fundación decidió aprovechar su bagaje en los procesos de inserción laboral de las personas con problemas de salud mental a las que atiende para trasladar esa propuesta al ámbito educativo.
El centro apuesta por la flexibilidad, por escuchar a cada uno de los alumnos que llegan para saber en qué situación se encuentran, qué necesitan y cómo pueden ayudarles. Lejos de los planteamientos inamovibles de otros centros con más alumnos. Aquí pueden hacerlo porque solo tienen dos clases de 16 alumnos. A todos se les permite, por ejemplo, salir a tomar el aire unos minutos a la calle si en mitad de una clase se agobian, para después volver con más fuerza. «Esto es muy diferente a un centro educativo, pero más parecido a lo que es la vida real», dice el director territorial de Fundación Intras, Gustavo Martín.
Es una educación a fuego lento, en la que se da a los alumnos el espacio que necesitan. Se trata, en definitiva, de tenderles la mano para que se encuentren a gusto, para que rompan con las malas experiencias previas y empiecen a confiar en ellos mismos. «Cuando su estado emocional es bueno es cuando empiezan a rendir a nivel educativo», añade Nuria Martínez, una de las profesoras.
Da igual que ese proceso sea lento. Porque es necesario en personas que llegan allí en situaciones muy difíciles. Hay casos de bullying, otros procedentes de familias desestructuradas y otros que, simplemente, no han logrado adaptarse al entorno escolar.
De hecho, parte de los alumnos de Fundación Intras llegan derivados de otros institutos, así como de las distintas áreas Infantil y Juvenil de los centros de salud mental, aunque allí puede estudiar quien quiera si cumple los requisitos de acceso a FP Básica. Este curso, de los 16 alumnos de primer curso, doce presentan algún grado de discapacidad o necesidades educativas especiales. En segundo, nueve.
Y el método funciona, a juzgar por los resultados. En el curso 2021-22, de los 16 alumnos que se matricularon en primer curso, doce promocionaron a segundo; y de los diez que había en segundo, siete han completado la formación, y a otros dos solo les queda terminar las prácticas. Un nivel de éxito que está por encima del obtenido por los alumnos vallisoletanos de FP Básica en toda la provincia.
Reforzar la confianza
Una de las claves para empezar a andar es que los estudiantes que llegan de otros centros perciban que allí no van a encontrar más de lo mismo. «Hay que hacerles ver que trabajamos el desarrollo personal y profesional, queremos que vean que pueden alcanzar lo que quieran», dice José Cid, el director del centro educativo. Teniendo en cuenta que «cada caso es un mundo», como añade su compañera Nuria. Este hecho hace que Intras huya de protocolos y que actúe con cada alumno de forma diferente. Es decir, primero se trabaja en arreglar los cimientos para después levantar un nuevo edificio.
Y para ello es muy importante que toda la sede de Fundación Intras funciones como un reloj, concienciados con las necesidades de estos alumnos y las herramientas para que mejoren. «Todos saben manejar las situaciones, nadie entra en crisis porque hay una forma de actuar que todos tienen interiorizada», explica el director territorial. Una armonización que también se ha logrado con los vecinos del barrio y con la propia Policía Municipal. De hecho, es habitual ver a los agentes tomar café en estas instalaciones para reforzar los estrechos lazos de colaboración.