Han pasado 24 años desde que 'Bailar en la oscuridad', el melodrama musical de Lars von Trier con una inconmensurable Björk, levantó el telón de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Aquella historia de amor incondicional, sobrevolado por la negra sombra de la muerte, que encontraba en la música y las audaces coreografías de Vincent Paterson el único asidero emocional con la vida para la protagonista, resuena en muchos momento de 'Polvo serán', el cuarto largometraje del cineasta catalán Carlos Marques-Marcet, elegido tras su paso por el Festival de Toronto para abrir la 69 edición del festival vallisoletano.
Marques-Marcet, que sorprendió a propios y extraños hace una década con su ópera prima, '10.000KM', presentó hoy su obra "más ambiciosa", en términos de presupuesto y producción, en palabras de su productora habitual, Ariadna Dot, de Lastor Media. La película narra en clave musical el viaje hacia la muerte voluntaria que una pareja emprende después de que a la mujer le sea diagnosticado un tumor incurable.
Todo comenzó, según recordó el cineasta en declaraciones recogidas por Ical, hace cinco años, tras filmar 'Los días que vendrán', sobre las incertidumbres que rodean a una pareja en vísperas de estrenar paternidad y maternidad. "Después de investigar sobre el principio de la vida, tenía ganas de investigar sobre el final. Escuché la historia de unos amigos que querían acabar juntos con su vida en una asociación de muerte voluntaria en Suiza y me explotó la cabeza", reconoció.
Fue entonces cuando emprendió un largo viaje, empezando con talleres y escuchando a esa pareja de amigos, hasta dar forma a un documento de unas noventa páginas, el primer borrador de guion, que era "un collage de cosas muy diversas que iban apareciendo", que hizo llegar a sus productora la misma semana que irrumpió la pandemia y el mundo se detuvo. "Luego empezamos a escribir con Clara Roquet para juntar todo e intentar encontrar el hilo fino que las podía unir", señaló el director.
Según apuntó, "la película ha sufrido muchos altercados" hasta ver la luz. "Parecía que no se iba a hacer. Ha sido un proceso muy extraño, pero fue un trabajo de depuración de alguna manera. Cuando te enfrentas al final de la vida, piensas en qué tradiciones hay. Eso nos llevó a lo barroco, a cómo hablar de algo que es el final de uno mismo. Es algo muy difícil de hablar, tan inexplicable, que se precisan otros lenguajes, y ahí entró la danza y entró todo. Luego Coral Cruz vino a ayudarnos con el guion. Ha sido un proceso de destilación muy largo, de muchos años de trabajo", resumió.
Cuestionado sobre qué lleva a alguien de su edad (41 años) a cuestionarse sobre la muerte, Marques-Marcet afirmó que "está bien empezar a pensar en la muerte cuanto antes mejor", ya que "todos vamos para allá y nadie se libra". "En catalán amor y mort se parecen mucho, son los dos temas, no hay más, están muy cerca. Cuando decides irte lo primero que afecta es a todo lo que tienes alrededor. Es políticamente importante pensar que no vivimos solos, sino con un montón de gente alrededor, y queríamos investigar esos límites entre el amor y la dependencia", afirmó.
En ese sentido, señaló que "necesitamos a otras personas, pero esa dependencia puede ser muy tóxica", y fue esa búsqueda del límite lo que le interesaba de todo el proceso. "Es una película sobre la condición de la muerte y la condicionalidad del amor. El amor muchas veces tiene condiciones, y eso no lo convierte en algo menos interesante", subrayó.
También intervino en la presentación la compositora Maria Arnal, cuyas canciones polifónicas ya habían sonado en el anterior largometraje de Marques-Marcet. Director y música vieron juntos espectáculos de La Veronal como 'Sonoma' y 'Opening Night', y desde ese mismo momento tuvieron claro que necesitaban contar con la compañía de danza en este proyecto, "por su manera de acercarse a lo oscuro desde su capacidad de acercar lo inefable, con un humor extraño y absurdo, que podía dar un tono único", en palabras del director. "Trabajamos mano a mano muy al principio, sin saber aún quiénes serían los actores. Yo tenía que pensar en sus voces, cantar y componer las canciones sin saber qué voz real las cantaría. Fue un trabajo muy bonito", resumió ella.
Por su parte, Ángela Molina, explicó que la película narra "el viaje de esta familia hacia el misterio". Inquirida sobre cómo acercarse a la muerte, recalcó que "es para todos igual, el mismo viaje, pero hay tantas muertes y formas de morir como personas". "Cada uno debe asumir la responsabilidad de esa relación que ha de establecer con la idea real de que tenemos que hacer un camino que se acerque a nuestra propia dignidad, y si cabe hacerlo como deseamos, con una sonrisa de agradecimiento. La vida y al amor son más grandes que la muerte", destacó sobre el tono que le ha permitido acercarse a su personaje.
Para Alfredo Castro, su compañero en la ficción, 'Polvo serán' es "una película sobre el amor más que sobre la muerte, y sobre un amor sin barreras, que supera el amor por los hijos, por la vida y por todo". En ese sentido, señaló que considera el film "una película política", ya que aborda temas como el de la migración (su personaje es un director de escena chileno, que sale de su país exiliado por la dictadura, y llega a España en un momento también convulso). "Es una película coral, que cuenta muchos temas", señaló antes de agradecer a su compañera de reparto que le invitara a "transitar por lugares de la actuación muy desconocidos" para mí. "Es muy generosa como actriz, muy espontánea y sincera. Tuve que seguirla desde fuera. A Carlos por otra parte le gusta ensayar y a nosotros no, así que terminamos haciendo psicoanálisis muy profundo", concluyó.