Relato del choque cultural entre conservadores y homosexuales

D. V.
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El director rumano Emanuel Pârvu presenta 'Tres kilómetros al fin del mundo'

El director rumano Emanuel Pârvu muestra en 'Tres kilómetros al fin del mundo' el relato de la colisión entre dos mundos, por un lado una civilización conservadora y tradicional y, por otro lado, la homosexualidad encarnada en Adi, un joven que vive en un tradicional municipio del Delta del Danubio y al que dos jóvenes agraden al verle besar a otro hombre.

En los 105 minutos que dura el largometraje, el cineasta retrata, por un lado, la búsqueda por parte de la policía de las dos personas que han golpeado a Adi y, por otro lado, el proceso de aceptación que los religiosos y tradicionales padres del protagonista tienen ante el hecho de que su hijo es homosexual, tal y como informa Europa Press. Durante este proceso, los progenitores de Adi le encierran en su habitación e incluso le atan con cuerdas para que el cura del pueblo le exorcice, ya que para sus valores tradicionales "ser homosexual es una enfermedad".

Por estos hechos, los servicios sociales del Gobierno de Rumanía reciben una llamada anónima denunciando los malos tratos a los que padres de Adi someten a este, por lo que comienza una investigación contra ellos y contra los agresores homófobos que le pegaron una paliza.

El cineasta rumano Emanuel Parvu presenta en la sección ofical de la 69 edición de la Seminci su película 'Tres kilómetros al fin del mundo'.El cineasta rumano Emanuel Parvu presenta en la sección ofical de la 69 edición de la Seminci su película 'Tres kilómetros al fin del mundo'. - Foto: Nacho Gallego (Efe)

Se trata de dos civilizaciones "que convergen y que saben que se necesitan mutuamente", ha señalado la cineasta este martes en una rueda de prensa sobre la cinta, en la que ha afirmado que en el municipio donde se ha filmado el largometraje "es el único lugar de Rumanía donde se aprecia esta colisión durante los tres meses que dura el verano".

En este sentido, el director ha explicado que una historia sobre minorías, ya que, bajo su punto de vista, "siempre se señala a la minoría por serlo, no por ser persona". "Se va a insultar por la religión o nacionalidad, ya que como seres humanos siempre insultamos en esa dirección, a la minoría y no a la persona", ha aseverado Emanuel Pârvu.

Además, el cineasta ha lamentado que "la homofobia sigue existiendo" debido a que ha afirmado que cuando hace unas semanas se estrenó la película en Rumanía, recibió mensajes "bastante feos" que le insultaban y afirmaban que "allí no quieren ver películas gays".

"Es difícil combatir estas mentalidades que siempre giran en torno a las minorías, y en mi país vamos avanzando en la dirección correcta, pero necesitamos caminar más rápido para que seamos buenos los unos con los otros y que no importe la orientación sexual o la nacionalidad", ha destacado el cineasta.

En este marco, ha asegurado que hace 50 años "no se hablaba de estos temas en la época del comunismo o socialismo", por lo que ha afirmado que espera que en los próximos 20 años "el tema de la homofobia se haya diluido y la sociedad se centre en otras cosas".

Por ello, el director ha recordado que la población "debería centrarse en otros problemas como las guerras de Israel y Ucrania, los plásticos, la economía o la infancia en África, en vez de centrarse en la orientación sexual y o el color de la piel"

Ritmo de la película

En cuanto al ritmo que sostiene la película, Emanuel Pârvu ha señalado que el filme "tiene vida propia", ya que en esta ocasión ha decidido grabar con una cámara fija y no con ella en la mano, ya que "el ritmo de la película no debe ser muy agresivo porque demanda planos amplios para contrastarlo con la estrechez de las mentalidades".

Además, ha explicado que para este largometraje se ha usado una técnica en la que se inicia con algunos planos "que están mal encuadrados apropósito" porque, según ha afirmado el director, "si la cámara está quieta, dejas que los actores hagan su propia escena y aporte el plano perfecto".