La silla que ocupa Bill de Blasio, el actual alcalde de Nueva York, «la capital del mundo» como les gusta llamarla a muchos neoyorquinos, se quedará vacía este año y una treintena de políticos, activistas y empresarios ya han puesto sus ojos en ella. La carrera no ha hecho más que empezar.
«Es la ciudad más grande que tiene el país. Tiene un perfil a nivel internacional tanto por los medios de comunicación como la industria financiera. No me gusta decir esto, pero la realidad es que es la capital del mundo, por lo que es una posición que eleva el perfil de los alcaldes», asegura el profesor de la Universidad de Nueva York John A. Gutiérrez.
Pero, este lado glamuroso de dirigir el centro económico y cultural de EEUU, tiene también el reverso complicado de gobernar una urbe de más de ocho millones de habitantes, con unos graves problemas estructurales de escasez de vivienda, transporte público o desigualdades sociales y raciales, que se han agravado con la pandemia de COVID-19, que a su vez ha agregado más complicaciones a la ecuación como el aumento del desempleo o de la violencia con armas de fuego.
No en vano, como asegura Gutiérrez «históricamente se dice que el segundo trabajo más difícil en la política de los Estados Unidos, después de la Presidencia es ser alcalde de Nueva York».
Aunque los comicios no se celebrarán hasta el 2 de noviembre, la carrera comienza el próximo martes con las primarias en las que los partidos elegirán a sus candidatos.
Siendo la ciudad de Nueva York un bastión tradicional de los demócratas -Joe Biden se impuso a Donald Trump con un 76 por ciento de los votos en las últimas presidenciales-, muchos sostienen que la carrera a ocupar la silla de regidor se juega realmente en las primarias.
Entre la miríada de aspirantes del bloque liberal, una decenas de nombres parecen despuntar entre los favoritos.
Eric Adams, de 60 años, es uno de ellos. Exoficial de Policía y exsenador estatal, fue el primer afroamericano presidir el distrito de Brooklyn, donde sus ocho años como gobernante local le podrían dar los apoyos necesarios para dar el salto a la Alcaldía.
Scott Stringer, de 60 años, es el actual interventor de la ciudad de Nueva York y otro veterano político que cuenta con apoyos en Manhattan y tiene buenas conexiones con sectores económicos clave.
El ex secretario de Estado de Vivienda, Shaun Donovan, 54 años, es otro de los mejor situados a priori en esta carrera, aunque Gutiérrez duda de que tenga una base popular suficiente para imponerse en la carrera electoral.
Maya Wiley (57 años), abogada, activista y exasesora de De Blasio, aparece como una de las candidatas con más opciones, en una carrera donde hay varias mujeres aspirantes.
Sin prisas
Mientras en las filas demócratas la maquinaria electoral está ya bien engrasada y funcionando a pleno rendimiento, en el Partido Republicano todo avanza pausadamente. Sin embargo, ya hay varios candidatos que han hecho públicas sus intenciones de concurrir como la exejecutiva de Wall Street Sara Tirschwell (55 años); el fundador de las patrullas ciudadanas Guardian Angels, Curtis Sliwa (66 años); o el jefe de la Federación de Taxistas de Nueva York, Fernando Mateo (63 años).
Pero todos los ojos están puestos en el multimillonario empresario John Catsimatidis, quien ya concurrió sin éxito a las primarias por su partido en 2013 -en las que invirtió 11 millones de dólares-, y que ha flirteado con la idea de volver a presentarse, aunque todavía no ha dado un paso en firme.
Quien gane, deberá afrontar los retos de recuperar la ciudad después de la COVID-19, cuyos efectos son comparables al ataque de los ingleses contra Nueva York en 1812 o los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas, momentos que marcaron un antes y después en la Historia de la capital del mundo.