Importa lo que importa, amable lector: para, siente, encuentra lo esencial. Atrévete con el tesoro más valioso que te ha concedido la vida: tu tiempo. A lo que des tu tiempo, definirá tu existencia. Con prólogo de Ramiro Calle y epílogo de Pablo d'Ors, aparece como un brote primaveral más, en estas fechas feriales y librescas, una publicación que, sin pretender ser una lección de sabiduría, lo es por su claridad y hondura. No intenta decirte lo que debes hacer, pero sugiere amablemente. 'Esencial', cuyo autor es Fernando Botella, encierra una valiosa guía para reflexionar sobre uno mismo, sobre la vida, sobre lo que importa y lo que está demás. A ser consciente y a indagar en los adentros. «Si la mirada no está dentro, lo de fuera no funciona. Todo se juega en nuestro interior y lo exterior es tan sólo un reflejo, o una proyección de lo que tenemos dentro», asegura d'Ors. En todos nosotros hay un lado oscuro, que suele ser el peor y el más incurable. Al irse uno conociendo, reflexiona por su parte el introductor del yoga en España, Ramiro Calle, «descubre sus autoengaños, miserias y grandezas; un desenmascaramiento que puede llegar a ser doloroso, pero sano». Ciertamente: podemos resignarnos a nuestra propia necedad, o intentar superarla; dejarnos seducir por lo banal, o poner el enfásis en lo sustancial. Pero volvamos al tiempo: todo está empezando continuamente y la vida no son dos días, como se dice, sino uno: hoy. «La vida es ahora». Fernando Botella médula su relato entorno a esta luz esencial y alguna otra, como su apuesta por la lentitud, como la forma más rápida de llegar. «Nos conviene rodearnos de la gente que hace que se nos ilumine la mirada cuando se acerca a nosotros», asegura el autor de 'Esencial', publicado por Roca Editorial. Buenísima esa insistencia de Botella en que, si algo necesita este mundo, es amor. Amor incondicional. Al estilo de San Agustín: «la medida del amor es amar sin medida». Sí: amar desde el corazón; y, desde ahí, la comprensión, la justicia y, sobre todo, sobre todo, la caridad. El mundo es del que ama, a corazón abierto, sin juzgar. Cómo no recordar a Herman Hesse: «Siempre gana quién sabe amar». Ahora que tanto se habla de falta de valores, habría que reivindicar la alegría de amar como el más importante. Cuando nos enfrentamos gozosos a lo que sea, nuestra mejor versión, crece. El Poeta Khalil Gibran, Nos lo dice de forma admirable: «Si pudierais mantener vuestro corazón maravillado y alegre ante los diarios milagros de la vida, vuestro dolor no os parecería tanto. Mucho de vuestro dolor es elegido por vosotros mismos". ¡Qué gran verdad! Como aquella otra de nuestra inolvidable Gloria Fuertes, cuando repetía que la gente corre tanto "porque no sabe adonde va, el que sabe adonde va, va despacio, para paladear el ir llegando». Pues hasta aquí hemos llegado: Detente, respira, arroja luz sobre tu vida. Encuentra lo esencial.