A Guillermo Aragón probablemente nadie le llame así. Tampoco Guille Oihan Aragón, como realmente se llama: «Mi madre, Charo, es vasca y mi segundo nombre es Oihan, que significa bosque en euskera». Pero es complicado encontrar a gente en la ciudad relacionada con la música que no conozca a Guille Aragón, batería en Arizona Baby y Cosmic Birds, y cantante y compositor en Tuxedo, «en stand by ahora».
Su inquietud y su alma de compositor le llevaron hace unos años a crear su propio proyecto, autoproducido, gestado desde la raíz y desde las propias composiciones, y llevado a cabo hasta la grabación. «Hay algo ya prepandemia. De hecho, el Ep 'Canciones para Imanol', salió antes. Pero durante la pandemia es cuando construí el proyecto y lo llevé a tierra», asegura Guille, que usó su segundo nombre, Oihan, para darle luz. Ese primer trabajo se basa en la filosofía de los directos y es más electrónico: «Se va construyendo, como una ola que va creciendo. Tiene poca voz y la poca es en inglés».
Él mismo construye desde la música, desde las composiciones a través de la guitarra o el piano (pese a que es conocido por ser batería), metiendo poco a poco los instrumentos y la voz.
En 2021 publicó su primer Cd, 'Un paseo por el bosque', con un «espíritu folk minimalista que no renuncia al sonido contemporáneo». Buscó una producción moderna sobre una base acústica: «La idea era mostrar a un chaval de ciudad descubriendo el bosque». Ahí sí metió voz y todo en castellano.
Esos dos trabajos fueron el inicio de un proyecto que llegó tras toda una vida en la música, desde que aprendió a tocar la batería con 9 años con su padre, Miguel Ángel: «No sé por qué empecé, quizá porque era muy nervioso». En el instituto pasó por sus primeras bandas, hasta entrar en 'The Jackets': «Primer proyecto en serio». Luego llegaron Ángel Stanich (con el que grabó maquetas y un disco), Arizona, Tuxedo, Cosmic... «Fue una época de locura», reconoce. En Italia comenzó a tocar la guitarra en un grupo de versiones y ahora él lo hace todo, batería, guitarra, bajos, voz... «En el escenario solo llevo la caja de ritmos pregrabada. Luego la canción va creciendo con un set con el que hago los loops de guitarra, piano...», explica este médico «rural» de familia –tras pasar por Zamora y Tordesillas, lleva un año y medio en Fuentepelayo (Segovia)–.
Estas semanas ha publicado las dos primeras canciones de su tercer trabajo, 'Esto es un patrón' y 'Domar la luz', con la colaboración de 'San Jerónimo', disco que espera publicar en 2024: «Hay un nuevo cambio, con más arreglos electrónicos, es más dinámico, con más movimiento y apenas hay acústico. Todo es autoproducido y grabado con Ángel Román».
No le ofende que le llaman cantautor, aunque no lo es: «No estoy en esa escena». Tampoco se ve como un artista experimental: «Mi música es accesible. En mi caso hago lo que me apetece, es una satisfacción personal». Y, por supuesto, hay pop: «Siempre digo que la melodía es muy importante».
Suele componer poniéndose a ello: «Como decía Picasso, te tiene que encontrar trabajando», aunque a veces le llegue la inspiración en sueños o duermevelas. Y sus letras han ido desde un «paseo por uno mismo» hasta «influencias de lo natural» y «un cariz social».
Acaba de tocar hace un par de semanas en Gijón y en diciembre lo hará en Irún, la tierra de su madre. A veces va acompañado (como en la presentación del Cd junto a Ángel Román y David Hernández) y otras veces solo. En 2024 volverá al escenario en casa, ya para presentar ese tercer disco, 'Domar la luz'.