Un asunto para la Diputación que parecía solventado y que se ha convertido de nuevo en un problema. La institución provincial consiguió adjudicar la explotación de la Casona de Montealegre (un edificio protegido del siglo XVIII) el año pasado a un grupo de cinco socios, que decidió apostar por la localidad. Cuando ha pasado poco más de un año desde la apertura, el negocio ha vuelto a echar el cierre. Fue el pasado 1 de septiembre, cuando los nuevos dueños decidieron que no podían continuar abriendo cada mañana por la falta de clientes y el elevado coste de mantenimiento.
Ha sido tan solo un año de apertura a pesar de que la adjudicación por parte de la Diputación había sido por cuatro años. La empresa, que no ha aguantado más, tenía que pagar un coste de 640 euros al mes a la Diputación por la explotación, más los gastos derivados del funcionamiento. «Los costes de personal han sido uno de los motivos que ha llevado a los propietarios al cierre», comenta el alcalde, Alfredo Martín, quien lamenta que el negocio haya cerrado sus puertas porque «el pueblo se queda sin bar».
El gerente del establecimiento, Manuel Palenzuela, indicó que las pérdidas para el grupo de cinco socios han sido de unos 80.000 euros y cinco personas se quedarán sin trabajo por el cierre. «No podíamos aguantar más. El pueblo se ha volcado con nosotros, pero Montealegre no es un lugar de paso para la llegada de clientes y los costes eran inasumibles. Solo desde Navidad hasta ahora hemos puesto 42.000 euros».
Palenzuela explica que arrancaron «con mucha ilusión» y realizaron mejoras en el establecimiento que ahora la Diputación ha solicitado que retiren. Los propietarios han decidido hacer mercadillos solidarios para dar salida a todos los utensilios que ya no les serán necesarios. «Estamos vendiendo platos que valen dos euros y medio por 50 céntimos o televisiones que nos costaron 190 al 50 por ciento», comenta. Ya han celebrado dos y este fin de semana, del 23 y 24 de septiembre, volverán a abrir las puertas del establecimiento para vender las últimas pertenencias.
El gerente indicó que lamentan profundamente lo ocurrido y el escaso apoyo de la Diputación. «No han venido ni a tomar un café». Además, sostiene que ahora tienen que hacer frente a la penalización marcada en el contrato por cerrar al año cuando el contrato es de cuatro. «Tenemos ya una fianza que vamos a perder y además nos tocará poner más dinero», comenta. ?
Deficiencia. El gerente del negocio también lamentó algunas deficiencias en la calefacción y el agua caliente del edificio. «Cuando lo probamos cinco minutos sí funcionaba, pero luego hay que pasar todo el invierno». «En Semana Santa teníamos una reserva de ocho días y los clientes se marcharon al segundo porque no éramos capaces de que tuvieran agua caliente y encima le tuvimos que regalar las dos noches. La verdad es que teníamos pensado cerrar en Navidad, pero lo hemos ido alargando».
El vicepresidente de la Diputación, Víctor Alonso Monge, indicó que la institución ha hecho «todo lo posible»? para que el establecimiento permanezca abierto, con un precio por el uso del inmueble muy por debajo de los precios del mercado. Alonso Monge aseguró que la institución ha sacado a concurso público la explotación del inmueble en varias ocasiones en un intento de dinamización de la zona, pero que no es fácil. Aseguró también que volverá a sacar un nuevo concurso en el menor plazo posible para intentar que nuevos emprendedores abran de nuevo el negocio, aunque también manejan otras opciones de colaboración píblico-privada.