Los espías del tiempo

D.V.
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La Agencia Estatal de Meteorología cuenta con una red de colaboradores que trabajan cada día de forma altruista para registrar los distintos fenómenos atmosféricos en los pueblos de la provincia

240125JT_0017.JPG - Foto: Jonathan Tajes

Imagino que muchos de ustedes sostendrían que los hombres del tiempo tienen a su disposición satélites y radares precisos que ofrecen información fidedigna al segundo sobre la situación de las isobaras, el anticiclón o las borrascas sobre el mapa de Valladolid. Entiendo que cuando piensan en los físicos meteorólogos se les vienen a la cabeza sentados delante de una pantalla con una gráfica compleja descifrando la llegada de un frente frío o de una tremenda ola de calor. 

Pues sí, en el centro regional de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de Valladolid, ubicado en el barrio de Parquesol, cuentan con los últimos avances tecnológicos para la detección de los diferentes parámetros en relación con el tiempo, pero el tiempo no solo se observa de esta forma, sino que existe una red que ustedes tal vez, incluso, desconozcan.

La Aemet cuenta con una extensa red de colaboradores que trabajan a diario para recoger los datos necesarios para que todas las cifras meteorológicas permanezcan reflejadas en las estadísticas. Se trata de una red «muy importante» para el trabajo de los profesionales, ya que es la única forma de saber con exactitud las diferentes condiciones meteorológicas en puntos más alejados de los grandes núcleos de población. 

290125JT_0109.JPG290125JT_0109.JPG - Foto: Jonathan TajesSe trata de un conjunto de personas residentes en diferentes municipios de la provincia que cada día recogen con sus propios métodos los datos de precipitaciones, temperaturas, cambios en la biosfera, aparición de nuevas especies… Son datos «básicos» para los registros históricos y «la única forma» de conocer y tener registros precisos sobre el tiempo en estas zonas.

Actualmente, según los datos proporcionados a este periódico por la Agencia de Meteorología de Castilla y León, existen  325 estaciones en Castilla y León, de las que 93 son automáticas, 77 termométricas y 154, pluviométricas. En el caso de Valladolid, hay 32 estaciones atendidas por colaboradores. Quince son pluviométricas y registran la precipitación cada 24 horas, una vez al día a primera hora de la mañana. Otras nueve son termométricas, que se encargan de registrar la temperatura máxima y mínima diaria, a primera hora de cada día. Una sola es fonológica y se encarga de anotar los cambios en las plantas, cultivos, así como la llegada y salida de ciertas especies animales de su entorno. 

Hay siete más que son automáticas, donde el registro es automático y donde se miden ademas las variables como viento, humedad, temperatura y precipitación. Ademas de estas estaciones que se mantienen por la red altruista de colaboradores, en Valladolid está el observatorio y en el aeropuerto una oficina meteorológica, estas últimas son atendidas por personal de la Aemet. 

290125JT_0132.JPG290125JT_0132.JPG - Foto: Jonathan TajesEl delegado de la Aemet en la Comunidad, Manuel Mora, indica que se trata de una red «fundamental» para obtener los datos necesarios para la red. «Sin ellos no sería lo mismo. Representan una parte fundamental de nuestro trabajo», comenta, a la vez que explica que en algunos casos estos 'espías' del tiempo llevan décadas haciendo esta función a diario. Incluso, en algunos han pasado el testigo de generación en generación, de padres a hijos. «Sin ellos, no sería posible completar las estadísticas meteorológicas provinciales».  

Rodrigo Olmedo reside en Geria, tiene 56 años y hace las funciones de colaborador de la Aemet. «Se podría decir que soy el hombre del tiempo del pueblo. La gente me pregunta por la calle y cuando voy al bar por la cantidad de agua que ha caído cada vez que llueve. «Sí...», bromea. «Cada vez que salgo me lo dicen». Comenzó a hacer estas funciones con el fallecimiento de su suegro, que era la persona encargada en un primer momento. «Él comenzó cuando se murió Don Horacio, el maestro del pueblo y ahora lo he cogido yo». 

Se encarga todos los días que anotar las precipitaciones, la fuerza del viento y los posibles fenómenos atmosféricos. «Si hay nieblas o heladas pues también lo anoto». Cuenta con un pluviómetro y todos los días cuando son las ocho de la mañana sale al patio de su casa y apunta el dato. «Es el agua que ha caído el día anterior. Eso hay que tenerlo en cuenta». Luego, también se fija a las seis de la tarde, para observar cómo está el aparato. Tiene un sano 'pique' con su hermano, que también dispone de un pluviómetro y entre ambos comentan las diferentes medidas. «No siempre coinciden, él siempre coge menos. Como es agricultor, siempre coge menos», bromea. 

Asegura que continuará con su labor hasta que pueda, no tiene ninguna intención de dejarlo a pesar de que pueda resultar pesado el hecho de tener que hacerlo todos los días a la misma hora. «Resido en el pueblo, me gusta, aprovecho cuando salgo por la mañana con el perro. Continuaré haciéndolo mientras pueda». 

El único problema que se plantea es el hecho de salir de vacaciones y de fin de semana, ya que los datos se registran cada día. «Tampoco es mucho problema. Se lo puedo decir a mi hermano que lo haga durante unos días», comenta. 

Fernando Javier Salvador Insúa, 42 años, reside en Portillo. Su padre estuvo 40 años al frente del cargo y desde 2018, con su fallecimiento, Salvador se está encargando. «No quise que desapareciera ese legado». En este caso, se encarga de registrar la temperatura y también anota la cantidad de agua. «Lo hago cerca de las ocho de la mañana, antes de irme a trabajar a Valladolid?».

Su padre era profesor del instituto y situó el termómetro de medición en el patio del centro educativo. «Él lo tenía ahí y yo he querido continuar».

Todos los datos. Como le ocurre a todas las personas que participan en esta red, muchas veces los vecinos le preguntan por la mínimas y las máximas de cada día, y en algunos casos, el interés se hace especialmente pronunciado. «Este año, se dieron fenómenos extremos y los agricultores querían saber la temperatura para cobrar el seguro», recuerda. 

Cada uno ellos anota los diferentes fenómenos atmosféricos y, bien en un cuadernillo o en un programa informático, los remiten al centro de Valladolid para que se guarden y archiven. Una función altruista que ayuda a comprender el clima en cada zona.