El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, llama en su última carta pastoral a fijarse en el grupo de personas, mayoritariamente mujeres, que "sufren la tragedia de la trata y la explotación", en su mayor parte por motivación sexual, dentro del drama también de la inmigración.
El prelado explica que la Iglesia española, en este Año Jubilar 'Peregrinos de Esperanza', propone una acción social mirando en especial a las personas que sufre la tragedia de la trata, de la explotación.
Son mayoritariamente mujeres, en la mayoría de los casos con motivación sexual, pero también por motivos de explotación laboral, en una trata de personas que es la "forma de esclavitud de estos tiempos", reflexiona Argüello.
"La Iglesia española ha acogido esta propuesta de hacer esta obra de misericordia en relación con las personas que son víctimas de la explotación y de la trata, porque en ellas está un verdadero signo de los tiempos", añade.
Argüello incide en que "en la trata de personas se reúnen, por una parte, todo lo que significa el drama de la inmigración, en muchos casos de la inmigración ilegal, en muchos casos, personas engañadas con la promesa de poder encontrar aquí un trabajo fácil, una forma de ganarse la vida y, luego, experimentan que han caído en manos de una mafia, de una trama que explota sus vidas, que les impone condiciones que están muy cercanas a la esclavitud".
"Por eso, la trata nos pone en relación con el fenómeno de la inmigración en su conjunto, con la necesidad de abordar la situación de la irregularidad y las causas de las migraciones para tratar de buscar una solución en su origen", analiza arzobispo de Valladolid.
Argüello plantea que "la trata de personas con motivos de explotación laboral nos habla de las reglas del juego de nuestra economía, de lo que significa aprovecharse de situaciones de falta de papeles, de irregularidad a la hora de poder abordar la relación laboral y de cómo eso es aprovechado, desde las necesidades imperiosas de las personas, para una forma de explotación en el campo del trabajo, en las relaciones laborales".
Y "la trata de personas, la prostitución, nos habla de otra realidad de nuestra sociedad, que es la forma desordenada, viciosa de vivir la sexualidad", reflexiona.
Años después de la revolución que supuso el mayo de 1968, "vemos que las problemáticas relacionadas con la sexualidad no han desaparecido. La pornografía ha crecido y la prostitución se ha extendido de una manera sorprendente, dando pie a la explotación de personas, bien con fines de difusión pornográfica, bien con fines de explotación en la prostitución", añade el prelado.
Argüello defiende "todo lo relacionado con la trata de personas, con la prostitución, aparece como un lugar donde se congregan diversas problemáticas de nuestra hora: la inmigración, las dificultades para encontrar trabajo, la situación de las propias condiciones laborales, la vivencia de la sexualidad y lo que está significando desvincular el sexo del amor y de la transmisión de la vida".