La victoria como virtud y rutina

Diego Izco
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El Barça consolida su liderato en el peor partido del curso. El Madrid se pierde en polémicas absurdas y casi deja escapar un 3-0 en su casa. El Atlético no quiso ser menos que ambos... y volvió a cuajar un mal partido

La victoria como virtud y rutina - Foto: AFP7 vía Europa Press

Decía Mourinho que la fiabilidad de un equipo se mide no en su capacidad para ganar… sino en su capacidad para hacerlo incluso cuando juega mal. El Barça solo ha coleccionado halagos desde que comenzó el curso y, sí, el elogio debilita. Ante el Getafe cuajó su peor versión. Es cierto que el cuadro de Bordalás es insufrible (en el mejor de los sentidos: compitiendo, dominando el ritmo, negando el fútbol al rival); pero también es cierto que el Barça se las ingenió para hacer 10 remates, cuatro a puerta, y logró el séptimo triunfo de la temporada. Está a uno de su récord histórico, Lewandowski vuela (siete goles en siete jornadas) y al equipo se le está poniendo cara de favorito: esa cara que muestran los equipos que ganan por rutina. 

Protestas

El Real Madrid estuvo a punto de escribir un capítulo penoso en esta temporada extraña en la que nunca pierde y nunca enamora. Tenía un 3-0 y el madridismo tenía un «por fin, algo decente» dibujado en la boca, cuando los jugadores se perdieron en un mar de protestas (y fueron amonestados por ello), el Bernabéu protestó por el castigo a esas quejas, Endrick casi se autoexpulsa, Vinícius se jugó roja y media… y el Alavés casi pesca en aguas revueltas. Marcó dos y soñó con el empate. Llama la atención que un equipo con tanto fútbol individual piense, de momento, tan poco en el juego colectivo. 

Burocracia

Y el tercer favorito no quiso ser menos: si Barça y Madrid han ganado jugando mal, pensó, haré lo mismo. Fue dominado en Vigo (entrañable el saludo y cruce de banderines entre Koke, mito rojiblanco con más de 600 partidos, y Aspas, que cumplía 500 con el Celta) y no mereció tres puntos, pero los logró porque tiene a Griezmann de 'todocampista' en modo estelar y pagó 75 millones por un delantero, Julián Álvarez, al que se le caen los goles. Poca explicación más (sumen a Oblak a la ecuación) para otro de esos triunfos tan burocráticos de esta jornada.