"Me gustaba la idea de ir al pueblo, sembrar y luego recoger"

D.V.
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Enrique García-Vázquez participa en Castilla y León en Largo, en Seminci joven y en Seminci Senior con 'Gallo rojo', su segundo largometraje

Enrique García-Vázquez. - Foto: Ical

La vida de Enrique García-Vázquez (Valladolid, 1996) está ligada al audiovisual. Graduado en la especialidad por la Universidad Europea Miguel de Cervantes, dio sus primeros pasos en el oficio como auxiliar en series grabadas a orillas del Pisuerga como 'Magi: La Embajada de los Jóvenes Tensho' para Prime Video, y enseguida comenzó a dirigir sus primeros cortos. En 2020, junto a la directora de fotografía Karu Borge, la diseñadora de sonido Sofía Corral y la actriz Lucía Lobato creó la productora Moraleja Films, con la que sacaron adelante 'Buscando la película (verano 2020)', que vio la luz en Seminci hace dos años, y ahora regresa al festival con 'Gallo rojo', que tendrá su premiere mundial esta noche en el Teatro Zorrilla a las 22.00 horas. La película pone el foco en cuestiones como la despoblación o el desarraigo de la tierra, temas sobre los cuales también trabaja como director de LAZOS - Festival de cine descentralizado.

¿Qué chispazo le llevó a la historia de 'Gallo rojo'?

Después de hacer 'Buscando la película', que contaba un viaje en la cual salíamos fuera de nuestra casa, quería rodar algo sobre nuestra casa, centrándome mucho en nuestra zona, en la provincia de Valladolid y en la idiosincrasia propia de los pueblos de Castilla. Yo tenía una idea preestablecida, en bruto, y una serie de condicionantes nos acabaron llevan a Castromembibre, en el límite entre Valladolid y Zamora, donde tiene casa mi socia y compañera, Sofía Corral, que es la jefa de sonido de la película, y donde rodamos.

Uno de los temas que aborda la película es el poder del cine como medio para relacionarnos. 

Yo tenía claro que quería hablar de dos cosas: la primera relacionada con nuestra tierra y con la despoblación, y por otra parte la generación joven, que al final somos quienes tenemos que salir fuera, a quienes nos toca huir. Quería subrayar que los espacios físicos hacen más falta ahora que nunca ahora, porque los estamos perdiendo. Es un tema que aborda Remedios Zafra en uno de sus libros, donde reivindica los espacios físicos frente a las redes sociales, que pretenden convertirse en los nuevos espacios públicos pero que eso es mentira, porque al final son empresas que obedecen a unos intereses y no son espacios realmente compartidos. Eso me llevó a pensar en el cine como un lugar d eencuentro, en este caso para un pueblo que se está despoblando y donde la gente se está separando. En el verano, cuando la gente regresa, el cine es un lugar que permite que el pueblo se mantenga unido. Si la película que has visto te ha gustado, estupendo; y si no te ha gustado, puedes salir y quedarte a la puerta charlando con otros que igual también se han salido. Por eso para mi el cine como espacio era interesante para la película.

También se establece una dicotomía en torno a la supervivencia de dos 'especies' en peligro de extinción: los pueblos por un lado y las propias salas de cine por otro. 

Sí, es un doble juego centrado específicamente en los cines rurales. Hay un tipo de cine, más de grandes cadenas de exhibición, que yo creo que resiste y resistirá, pero estamos perdiendo en concreto los cines que eran de barrio, más independientes.

Desde una mirada joven como la suya, ¿cómo podemos combatir esa querencia hacia la desaparición de ambos, medio rural y salas de cine?

Este es el gran tema. Yo creo que tienes que hacer una ideología de ello para no irte de tu propia tierra. Así lo entendemos en Moraleja Films. Además parece que la gente te empuja a irte. En cuanto las cosas marchan un poco te preguntan: ¿Cuándo te vas a ir a Madrid? Y tú dices: 'No'. Y te plantas, y aprovechas y reivindicas lo tuyo y dices, precisamente porque me va bien, creo que me tengo que quedar aquí porque si no cuento yo estas historias quién las va a contar. Por un lado está la necesidad de hacer de ello una ideología, pero por otra parte más realista los jóvenes necesitan recursos y oportunidades para quedarse en el territorio. De todas formas confío en que quizás se dé la vuelta a la tortilla en algún momento, ya que la gran ciudad cada vez más hostil, los alquileres cada vez están más altos y las condiciones de trabajo no son mejores. Yo creo que en algún momento esto explotará.

¿Y sobre cómo recuperar el protagonismo de la sala oscura en nuestras vidas?

Ese es otro reto. Este año por ejemplo, he montado un evento mensual en los Cines Casablanca que se llama Aftercinema, que consiste simplemente en regalar una cerveza tras la proyección a los asistentes en un bar. Es algo muy básico, pero ya implica el ejercicio social de ir a ver la película, tomar la cerveza y poder comentar lo que has visto con otras personas. Hay que conseguir que ir al cine se vuelva a convertir en lo que era, que parece que se nos ha olvidado. El reto que tiene los cines es convertir cada proyección en una experiencia, hacer que su público esté cómodo y sienta eso, que cuando va al cine va a interaccionar, a vivir algo diferente que no le puede ofrecer una plataforma desde casa.

Habla de los Cines Casablanca y su propietario, Arturo Dueñas, es coproductor de 'Gallo rojo'. ¿Qué apoyo buscaron en La Esgueva Films desde Moraleja?

Él ya había pasado en los Casablanca 'Buscando la película'. Nos conocíamos y desde el primer momento en que le hablé de este proyecto quiso sumarse y apoyarnos. Uno de mis referentes para hacer esta película fue su documental 'Tierras construidas' sobre todo por la figura de Cuadrado Lomas, a quien descubrí en esa película y cuya pintura ha inspirado mucho la fotografía de Karu Borge para 'Gallo rojo'. Para mí era un honor que se sumara al proyecto Arturo; al final esa colaboración pudo salir adelante y estoy encantado.

¿Es una forma de reforzar la colaboración entre quienes ejercéis la resistencia?

Yo tengo mis referentes, Arturo Dueñas entre otros, pero también por ejemplo Pablo García Sanz (de Visual Creative), Herminio Cardiel… Gente que ha despuntado pero aún así ha decidido quedarse aquí y apostar por historias de aquí. Para mí, que soy algo más joven que ellos, era muy bonito contar con Arturo, porque eso me hace sentir que ya estamos ahí, trabajando con nuestros referentes, y eso es algo maravilloso que me motiva para seguir.

La sororidad está también muy presente con la relación entre las dos protagonistas de 'Gallo rojo'. ¿Era algo que tenía claro desde el planteamiento inicial?

Esta es una película muy coral, de modo que el equipo en general ha influido mucho. Moraleja Films la formamos tres mujeres y yo, así que la película cuenta también la realidad que yo veo. Por otra parte Pino de Pablos y Lucía Lobato, que son las dos actrices, han puesto mucho de sí mismas en el proyecto. Yo tuve una idea y fuimos trabajando sobre ella de forma coral, porque tampoco había un guion para todas las escenas y todo era muy mutable. Me gustaba esa idea de ir al pueblo, sembrar y luego recoger, pero no imponer. Muchas películas cuando llegan a un lugar imponen su historia, con grandes decorados y un montón de extras locales vestidos como ellos quieren. Yo quería hacer otra cosa, más bien recoger, y para eso tienes que estar muy abierto y adaptarte. Hay muchas propuestas creativas que han acabado siendo claves para la película que han llegado desde las actrices o desde otro departamento.

Esa forma abierta de trabajar es casi ya una seña de identidad, ¿no? En 'Buscando la película' ya estaba esa importancia más del proceso que del resultado.

A mí siempre me ha interesado porque también es una forma de aprender a hacer cine. A hacer cine se aprende haciendo, y para mí era muy importante que en mis primeros proyectos tratasen un poco sobre el proceso, porque eso me ayuda a saber qué es lo que quiero y lo que no quiero hacer como director y a evolucionar. Me parece muy enriquecedor y muy interesante. Aparte, también te sirve para hacer equipo porque es un reto para todos trabajar así. Es como una prueba de fuego. Si así trabajas bien con una persona tienes que agarrarla en la mano y seguir con esa persona toda tu vida.