Las estructuras del sector agrario han sido objeto en los últimos años de un lento pero progresivo proceso de transformación y de cambios profundos, según se desprende de los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística en su última Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrarias. Tanto en el caso de las explotaciones agrícolas como en las ganaderas, una de las notas dominantes han sido los procesos de concentración para ganar competitividad. Frente a los debates políticos y las posiciones encontradas entre la izquierda y la derecha que se producían hace unas décadas, cuando se ponía sobre la mesa la necesidad de una reforma agraria a la vieja usanza especialmente para la mitad sur de la península con las expropiaciones como eje, en la actualidad se podría hablar de una reforma silenciosa ligada no la propiedad de las tierras, sino a lograr una mayor eficiencia en la explotación relacionada con la evolución de los mercados y la propia sociedad.
El sector agrario ha sido escenario en los últimos años de cambios importantes propiciados por diferentes factores como la edad avanzada de una parte muy importante de los profesionales activos, la ausencia en muchos casos de relevo generacional por falta de apoyos económicos, la división de explotaciones por herencias, el desembarco y crecimiento de empresas de servicios para realizar las tareas de miles de jubilados o de herederos ajenos a la actividad o la entrada de fondos de inversión en la explotación directa de las superficies agrarias.
Como consecuencia de todo ello, el sector agrario ha experimentado un importante proceso de cambio, tanto desde la perspectiva de la tierra como de las explotaciones ganaderas, con un aumento del tamaño de las mismas. Igualmente se han producido cambios desde la perspectiva de los profesionales: hay un evidente envejecimiento y el proceso de renovación, donde destaca la mayor visibilidad de las mujeres como jefas de explotación, es escaso.
Según se destaca en la encuesta, entre los años 2020 y 2023 el número de explotaciones se redujo en un 12,4% quedándose en 784.141, con un ligero decrecimiento de la superficie agraria utilizada del 1,6% que deja un cifra de 23,5 millones de hectáreas (se han dejado de cultivar muchas de la peores tierras o parcelas sin ayudas). La superficie media por explotación creció un 13,2% hasta las 30,2 hectáreas.
La evolución de las superficies dedicadas a cada cultivo refleja el comportamiento de cada producción en los mercados, demanda y también el relevo generacional o abandonos sobre cada tipo de actividad. En ese sentido, las tierras consideradas como arables, especialmente en los cereales -donde juegan un papel importante las ayudas comunitarias-, cayeron un 1,4% hasta los 11,5 millones de hectáreas. El olivar registra un descenso en superficie del 1,5% a pesar de la ofensiva de nuevas plantaciones más intensivas. Un 5,4% se ha reducido la superficie de viñedo por los arranques, a pesar de las nuevas plantaciones. Y un 12% otros cultivos leñosos como cítricos. Por otro lado crecen un 2% algunos frutales como el kiwi, el aguacate o el pistacho. Y caen un 42% los huertos más tradicionales y un 14,8% la superficie de invernaderos acuciada por la competencia en los mercados exteriores.
Una nota a destacar en esta encuesta es el incremento de las superficies medias por explotación agrícola en todas las comunidades autónomas menos en Canarias, donde baja de 4,81 a 3,69 hectáreas. En la parte alta destaca Castilla y León, con un crecimiento del 18,9% hasta las 75 hectáreas; aumenta también un 15% en Aragón hasta las 62 hectáreas, un 20,7% en Madrid hasta las 47,5 hectáreas o un 18% en Extremadura hasta las 51,5 hectáreas. La media lo hacía en un 13,2% hasta las 30,6 hectáreas.
Ganadería.
En el caso de las explotaciones ganaderas, la tónica general, salvo en aves de corral, es una disminución en número de entre un 7,23% en el caso del porcino (quedan 30.800 explotaciones) hasta el 16,2% en cunicultura (2.300), pasando por un 9,2% menos en bovino (90.000 granjas sobreviven), un 12,4 % en ovino (51.000) y un 15,8% en caprino (24.000). Esta reducción se ve reflejada en el número de cabezas en porcentajes que van desde el 6,4% en bovinos (se queda en 6,3 millones de cabezas) hasta el 19% en porcino (hay 27 millones de cerdos) o el 11,4% en ovino (14 millones). Por su parte, las aves de corral crecen un 9,5% hasta los 231,5 millones de animales.
En lo que se refiere a los jefes de explotaciones, en 2023 había 784.141, con un descenso del 12,4% respecto a 2020. Los hombres cayeron un 13,4% hasta los 557.586 y suponen el 71,1% del total; y las mujeres ascendían a 226.555, con un descenso del 13,4% y representan el 28,9 %. En la última década destaca el avance de las mujeres como jefas de explotación, con un aumento del 22%, y especialmente su presencia en explotaciones ganaderas de leche y vacuno de carne en la Cornisa Cantábrica y Galicia.
Según datos del Ministerio Agricultura, el 41% de los jefes de explotación tienen ya más de 65 años y un 67% más de 55 años. Aunque el envejecimiento es un proceso generalizado, el mayor impacto se produce en las explotaciones más pequeñas, que suponen el 27% de la superficie pero solo el 20% en términos económicos. El mayor envejecimiento corresponde a Galicia y a la Comunidad Valenciana y el menor a Asturias y Cantabria por sus políticas de apoyo al relevo. En España, solo el 4% de los jefes de explotación tiene menos de 35 años. Los jóvenes dirigen explotaciones más dimensionadas económicamente que cuentan con una producción media superior a los 25.000 euros.
Este envejecimiento de los jefes de las explotaciones pone sobre la mesa la necesidad de articular medidas de todo tipo para impulsar el relevo generacional compaginando la incorporación de los jóvenes con un abandono de la actividad de las personas propietarias mayores, con salidas que no perjudiquen sus legítimos intereses.