La investigación del triple crimen de La Rondilla va arrojando algo de luz a un oscuro caso que cada vez encaja más como uno de violencia de género, por mucho que el único sospechoso se llevara por delante no solo a su pareja, sino también a la madre y a un amigo de la víctima. Las pruebas que va recabando la Policía van sirviendo para encajar las piezas de un puzle en el que el pasado de este marroquí se antoja determinante para desentrañar el tipo de delincuente que era este hombre de 43 años y su acusado perfil celotípico.
Una vida jalonada por hasta 17 antecedentes, alguno de especial importancia en estas pesquisas. Porque la del día 13 de agosto no fue la primera vez en que Aazid El-Yazid atacaba a una persona con un arma blanca, ni tampoco la primera en que acuchillaba a una mujer que era su pareja con ánimo de quitarle la vida.
Ya lo hizo en 2007, cuando el magrebí residía en la provincia de Jaén y fue detenido por el intento de homicidio de la que entonces era su compañera sentimental. Tal como ha podido confirmar El Día de Valladolid, el presunto autor del triple crimen de La Rondilla habría dado «una puñalada» a la que era su pareja en la localidad jienense de Linares. El-Yazid, condenado por delito de homicidio en grado de tentativa, la habría atacado por «celos». Fue un ataque de carácter mortal en el que el marroquí no acabó con su pareja «de milagro», según apuntan estas fuentes.
No corrió la misma suerte Eva María, la vallisoletana con la que se casó durante sus años de reclusión en la cárcel leonesa de Mansilla de las Mulas y a la que se cree que mató, precisamente por celos, el pasado 13 de agosto.
Las mil pastillas de Rohypnol
Porque la investigación ya tiene completamente descartado que el trasfondo del triple crimen esté vinculado con el tráfico de drogas, por mucho que en el domicilio de El-Yazid se encontrase un alijo con «más de mil pastillas de Rohypnol», un medicamento de la familia de las benzodiazepinas muy cotizado en Marruecos para elaborar algunas drogas de bajo coste.
El alijo de pastillas apareció en el piso de la calle Linares –en el que vivía el marroquí y donde mató a su mujer y su suegra– junto a varias bolsas de ropa, lo que hace pensar a los investigadores que el presunto autor –que se suicidó poco después de ingresar en la prisión provincial– tenía pensado dejar el domicilio o, al menos, salir de viaje.
Quizá Eva pudo haber decidido poner punto y final a una relación castigada por algún episodio de malos tratos –hay constancia de aquel de julio de 2021 en el que la mujer de 54 años le denunció por teléfono pero que después quedó en nada tras negarse a declarar en contra de su marido–, y quizá aquello pudo desencadenar esos tres crímenes con la firma de Aaziz.
Una hipótesis más, a la espera de que el análisis del contenido de los móviles de las tres víctimas y del presunto asesino pueda arrojar más luz a este caso en el que, tres semanas después de los hechos, el móvil de los celos continúa siendo el que parece más verosímil.
El teléfono del marroquí no aparece
En este sentido, la Policía aún no ha conseguido encontrar el móvil de El-Yazid, que podría ser clave para desenmarañar lo ocurrido el 13 de agosto, en esas horas de deriva en las que empezó acuchillando con saña –le dio más de 50 puñaladas– a Juan Carlos ('Charly') Palomino, el septuagenario amigo de su esposa.
Le mató y prendió fuego al piso de la calle Marqués de Santillana, antes de llevarse consigo el móvil de 'Charly' y volver a su casa, quizá para mostrarle algo de ese teléfono a su esposa; llamadas o mensajes que justificasen esos celos que se cree que pudieron desencadenar el triple crimen. Celos de la relación de amistad que mantenían, de un vínculo con el septuagenario que no debía ser del agrado de Aazid.
Mató a cuchilladas a Eva María y se cree que pudo ser sorprendido poco después por su suegra, que incluso llegó a dar la voz de alarma a la Policía al ver a su hija muerta. Una llamada que habría hecho con el marroquí oculto en la vivienda, que la habría ejecutado a cuchilladas a la que colgó, para, luego, prender fuego al piso de calle Linares y salir huyendo de allí. Tras cuatro horas oculto, asaltó a dos ancianos en su casa e intentó hacer lo propio con otro matrimonio antes de que la Policía le sorprendiera huyendo en plena noche por La Rondilla.
Después de ser detenido, Aaziz guardó silencio en comisaría y en el juzgado, y mostró normalidad en el reingreso en prisión, quizá con el fin de poder estar en una celda convencional sin un reo vigilando un suicidio que se produjo a la que se quedó a solas.