La tendencia de la provincia de Valladolid durante los últimos años es descendente en cuanto a su población. Son muchos los pueblos, especialmente los más pequeños, que ven cómo su padrón municipal disminuye con el paso del tiempo. La población residente en este tipo de localidades está envejecida y las posibilidades de revertir la situación son complicadas. El fenómeno de la despoblación hace mella en el número de vecinos y los servicios cada vez son menores y más deficitarios.
No obstante, los datos demográficos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de los dos últimos años ponen de manifiesto que varios municipios de la comarca de Peñafiel han cambiado esta tendencia negativa y ven cómo su padrón está aumentando de forma notable. Los alcaldes indican que están llegando familias vinculadas al sector del vino que trabajan en bodegas en las labores del campo y que se empadronan en estas pequeñas localidades.
Municipios como Valdearcos de la Vega, Bocos de Duero y Castrillo de Duero han visto cómo el número de habitantes se disparaba durante los dos últimos años, en algún caso incluso rozando una subida del 30 por ciento.
La comarca ha 'resurgido' gracias a la concentración de bodegas existentes en la zona. Las tareas de la vid en cada temporada del año han conseguido atraer a familias, normalmente de nacionalidad extranjera, que están aumentando la vida de la comarca.
Es el caso de Tanyo Tanev, de 30 años, y Diana Markova, de 36, junto con sus hijos Vanesa Vasilena y George Ivanov. Son de origen búlgaro y han llegado hace dos semanas a Bocos de Duero. Llevan tres años ya en la zona, principalmente en Peñafiel, pero ahora la empresa para la que trabajan ha alquilado a la familia una vivienda de su propiedad en este pequeño municipio.
Bocos ha pasado de contar con 69 vecinos hace dos años a los 81 que tenía en 2023. Es un aumento de 12 vecinos que, aunque pueda parecer escaso en un primer momento, tiene una vital importancia cuando se habla de localidades tan pequeñas. Dos familias más que se instalan suponen un salto cuantitativo importante.
La familia de Tanyo y Diana se dedica a las labores de la vendimia y desde que llegaron a España han estado trabajando en las vides. Ahora, aunque la meteorología lo dificulta por las continuas lluvias, lo siguen haciendo. Se muestran contentos con su vivienda, aunque manifiestan la dura tranquilidad de un pueblo tan pequeño. «Prefiero vivir en Peñafiel», declara Vanesa.
Son un claro ejemplo de que los puestos de trabajo creados por las bodegas ayudan a mejorar el efecto de la despoblación en la comarca. Incluso, Peñafiel, centro neurálgico para el resto de municipios, ha crecido en población. Después de pasar hace años un momento crítico debido a la proximidad de la barrera de los 5.000 vecinos, ahora parece vivir un momento dulce. Durante los dos últimos años ha ganado 71 vecinos después de años de pérdidas.
Crecimiento vecinal. Castrillo de Duero, Bocos de Duero y Valdearcos de la Vega se han convertido en los municipios de la provincia donde más ha crecido la población si se tienen en cuenta los datos en los dos últimos años desde un punto de vista porcentual. Ni más ni menos que un 27%, un 17,3 y un 25,8 en los dos últimos años. Y eso teniendo en cuenta que la distancia que separa estos municipios se mueve en un radio inferior a los 20 kilómetros.
Buena culpa de este cambio la tienen los proyectos encaminados por las bodegas de la zona, que han sido capaces de atraer a nuevos vecinos. Un ejemplo, sin ir más lejos, es el nuevo centro logístico que Protos pone en marcha a partir de este mismo viernes. Una fuerte inversión de 20 millones de euros, que volverá a generar empleo en el pueblo. Se trata de un enorme edificio anexo a la vivienda diseñada por Richard Rogers, que supone un importante salto organizativo y operativo para la bodega.
El crecimiento de Protos es un ejemplo de cómo ha ido evolucionando el sector vino en la Ribera del Duero durante las últimas décadas. Protos pasa con este nuevo centro a contar con la bodega tradicional, más volcada en la actualidad al enoturismo, el impresionante edificio diseñado por Rogers y con un centro logístico y de embotellado, que amplía de forma notable la capacidad de la bodega.
Evidentemente, este empuje de las marcas ribereñas está ocasionando que el desempleo en la zona también haya descendido. En Pesquera de Duero están ubicadas una treintena de empresas bodegueras. En paro casi no existe. Solo siete personas estaban inscritas en las listas del Ecyl el pasado mes de diciembre. El alcalde de Pesquera, José Luis Martínez, ha apuntado en varias ocasiones que en el pueblo hay empleo debido a las bodegas y que casi no hay personas en el pueblo que quieran trabajar y que no puedan hacerlo.
En los pueblos más pequeños las condiciones para encontrar empleo son especiales, ya que se debe tener en cuenta que? muchos jóvenes se marchan de estas localidades a vivir fuera en busca de mejores oportunidades laborales. Pero a pesar de esta premisa, la realidad es que los datos del Ministerio de Trabajo reflejan que varios de estos pueblos tienen pleno empleo, es decir, menos de cinco personas buscando trabajo.
Así, a pesar de su escasa población, estos pueblos viven una situación idílica en comparación con unos años atrás. Apenas cuentan con personas que quieran un empleo y no lo encuentren y, por otro lado, poco a poco, año a año, están ganando población. En Peñafiel, son 220 las personas que buscan trabajo.
Alquiler de viviendas. Son las propias bodegas las que alquilan en muchos casos las viviendas que tienen en el municipios. En Valdearcos de la Vega residen Siried Ceiri y Causa Sava, de 26 y 35 años, respectivamente. «Ahora mismo estoy en paro, no hay trabajo», destaca. Pero lleva tres años en la zona y siempre que ha tenido trabajo lo ha realizado en labores relacionadas con la bodega.
Al igual que otras familias, Ceiri y Causa viven en una antigua casa en el pueblo junto a la madre de esta última. «Es una casa de alquiler del dueño de la bodega. Sí, estamos en alquiler». Esta es una práctica habitual. Son varias las familias que viven de esta forma en una casa propiedad de la bodega en la que trabajan. «Aunque llevamos tres años en España, en este pueblo estamos viviendo desde hace un año. Ahora no hay mucho trabajo, pero siempre hemos estado haciendo labores en el campo en la zona».
Esta joven pareja tiene intenciones de quedarse a residir en el pueblo durante todo el tiempo posible, pero reconoce que dependerá de los empleos que puedan ir encontrando. «Si tenemos trabajo en la zona nos quedaremos, pero no sabemos. Todo depende de lo que podamos encontrar».