La implantación de población migrante en la provincia es un hecho. La búsqueda de una mejor calidad de vida ha hecho que una gran cantidad de extranjeros se hayan asentados tanto en la capital como en la mayoría de los pueblos vallisoletanos. En concreto, en cincuenta pueblos al menos uno de cada diez vecinos es extranjero, según los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La situación de algunos de estos municipios va incluso un poco más allá. Es el caso de Bustillo de Chaves, Fuente Olmedo, Bocos de Duero, San Román de Hornija y Cabezón de Valderaduey. En todos, al menos una de cada cuatro personas es inmigrante. Si bien es cierto que se trata de municipios con una población reducida, no lo es menos que el porcentaje de extranjeros llega al menos al 25 por ciento.
Es especial incluso el caso de Fuente Olmedo, donde un tercio de sus vecinos son foráneos, y más todavía si se tiene en cuenta que la media de la provincia se sitúa en el siete por ciento y en este municipio se eleva hasta el 36,5. En Bustillo de Chaves, la situación no es muy diferentes, ya que el 31 por ciento de sus vecinos no han nacido en España. Superan el 25 por ciento (uno de cada cuatro) Bocos de Duero, San Román y Cabezón de Valderaduey.
La alcaldesa de Fuente Olmedo, María Belén Sobrino, indicó que viven varias familias de inmigrantes en el pueblo que actualmente tienen hijos mayores, pero que en su momento ayudaron a mantener el colegio abierto. «Hacen una vida como cualquier otra persona porque ya llevan muchos años asentados en el pueblo», comentó. Estas familias ayudan a que la población de estos municipios no caiga de forma tan abrupta y se mantengan algunos servicios.
No obstante, el efecto de la despoblación está haciendo mella en un buen número de municipios, que no ofrecen oportunidades laborales para que familias de extranjeros tengan un proyecto de vida. Así, en veintiuna localidades no hay población inmigrante. Ni uno solo. Se trata de municipios con menos de cien vecinos y donde la oportunidad de encontrar un puesto de trabajo es limitada. Lo mismo ocurre a la hora de buscar una vivienda donde asentarse.
Se da la circunstancia de que buena parte de los municipios con mayor número de inmigrantes se encuentra en la zona norte de la provincia. En concreto, doce de las 20 localidades con mayor porcentaje de extranjeros se ubica en Tierra de Campos. Pueblos como Cabezón de Valderaduy (25 por ciento), Villafrechós (23,3%) o Moral de la Reina (19,3%), entre otros.
El asentamiento de estas familias en esta parte viene motivado por la atracción que supone el trabajo en el campo, especialmente en el sector ganadero. La explotaciones de ovejas de la zona hacen necesaria nueva mano de obra. El alcalde de Mayorga, David de la Viuda, destaca que la población inmigrante empezó hace décadas a asentarse en los pueblos de la comarca de Tierra de Campos debido por la falta de mano de obra en los trabajos del sector primario. La abundancia de empleo tanto en la agricultura como en la ganadería ocasionaron que muchas familias se decantaran por estos pueblos. «Ahora, están completamente asentados y se emplean en otros sectores diferentes». El regidor destaca que en el caso de Mayorga son de origen rumano y búlgaro de forma fundamental. «Tienen una vida como cualquier otro vecino. Yo incluso he ido al colegio con algunos de ellos y tienen una vida como cualquier otro», indica.