El tabaco sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en el mundo. Un estudio publicado hace unos tres años por la Sociedad Americana del Cáncer apuntaba que las muertes por el consumo de este producto alcanzan las 50 millones en la década previa al informe, aunque también apuntaba que sus ventas se venían reduciendo en los países desarrollados en los últimos años.
Esa misma tendencia se observa en Valladolid, hasta el punto que el año pasado se registró el menos consumo de cigarrillos desde que el Comisionado del Mercado de Tabaco los empezó a publicar a nivel provincial en 2002. En 2014 se vendieron en la provincia 25,6 millones de cajetillas, un 2,2 por ciento menos que en 2013. Puede parecer un descenso poco significativo, pero reafirma una tendencia que ha llevado a Valladolid a reducir a la mitad todo lo que fuma en apenas doce años.
Concretamente, en el año 2012 se vendieron casi 51 millones de cajetillas, por los 25,6 del año pasado. Y, a pesar de todo, el gasto en este producto no ha experimentado la misma bajada. Es más, ha subido. El continuo aumento de precio en casi todas las marcas durante los últimos años casi ha compensado la bajada de fumadores. Un gasto que se reparte entre lo que ingresan las empresas productoras y lo que se lleva el Estado en forma de impuestos, que también han seguido una tendencia creciente.
En el año 2002, por esas 50,9 millones de cajetillas de cigarrillos, los vallisoletanos se dejaron 105,7 millones de euros, un gasto en el que también se incluyen los cigarros puros, el tabaco de liar y el tabaco en pipa. Pues bien, por los 25,6 millones de cajetillas del año pasado, más los otros tres productos, el gasto se elevó a 130,9 millones, un 23,8 por ciento más.
La explicación es que el precio del tabaco se ha llegado a triplica en los últimos años, una medida reclamada desde la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) para luchar contra su consumo. Su coordinadora en Valladolid, Luisa Lobete, se congratula de esta tendencia a la baja en el consumo, pero hace una llamada a no bajar la guardia. «Estamos detectando mucha permisividad en algunos hosteleros que acceden a que la gente fume a última hora del día en sus locales, y es una pena, puesto que la ley que lo prohíbe ha servido para mucho», explica.
Lobete defiende que la polémica Ley Antitabaco también ha puesto su granito de arena para que la gente fume menos. Además, señala que la gente que se suma a los programas de la AECC para derrotar al cigarrillo cada vez es más joven. «La edad media estaba hace diez años en 50 años y ahora es de 47 en los hombres y 41 en las mujeres», dice. La delegación provincial de la asociación ayudó el año pasado a dejar de fumar a 207 personas, 124 mujeres y 83 hombres. Tres de cada cuatro lo consiguen al finalizar la terapia y, en base a la experiencia de años pasados, el porcentaje de éxito baja al 60 por ciento pasado un año. «Nos siguen pareciendo unos buenos resultados», añade Lobete.
Según ella, la crisis también ha ayudado. «Una cajetilla de tabaco cuesta más o menos 4,5 euros, es decir, que, comprando una al día, el gasto mensual sube a unos 150 euros, y hay familias que no se lo pueden permitir», asegura.
El año pasado también bajó el consumo de 34,5 a 34,4 millones de cigarros puros, de 68.737 a 60.480 kilos de tabaco de liar. El único que subió fue el tabaco en pipa. De 7.131 a 9.869 kilos.