David Arribas comienza su jornada a las 8.00 de la mañana, salvo que no haya ninguna obligación extraordinaria. La primera parte de la mañana la dedica a hacer «trabajo de oficina» y a atender a algún vecino que acude a las instalaciones que tiene la Policía Municipal de Cogeces junto al Ayuntamiento. Después, deja el despacho para salir a la calle. Pero la actividad de este agente es todo lo trepidante que cabe esperar en un pueblo que no llega a 700 habitantes. «A veces me paso por el punto limpio para que la gente no tire lo que no tiene que tirar o no se lleve nada», reconoce. También comprueba que no hay ningún contenedor tirado por el viento o ninguna fuga de agua. Arribas es una persona «multifunción», tal y como le define el alcalde del pueblo, Fernando Esteban. Es cierto que en ocasiones realiza funciones que están alejadas de las competencias de su puesto, como controlar el cloro de los depósitos de agua, pero él asume que esto tiene que ser así en un municipio tan pequeño, donde el principal valor de su trabajo es ser una persona de referencia para todos los vecinos. Alguien a quien acudir ante cualquier problema.
Él es el único policía municipal que tiene Cogeces del Monte desde hace más de dos décadas. Arribas nació allí, aunque ahora vive en Cuéllar (Segovia) y se desplaza a su pueblo natal todos los días para trabajar. Este funcionario fue uno de los pocos de Castilla yLeón que en 2018 se beneficiaron de un cambio legislativo que permitió a los antiguos vigilantes municipales convertirse en policías locales, porque, a efectos prácticos, realizaban las mismas funciones. «Me vino muy bien el hecho de que en el uniforme pusiera policía y no vigilante, porque a los primeros todo el mundo los conoce y, en el segundo caso, te podían confundir con un vigilante de seguridad privada, tengo que dar gracias a toda la Corporación Municipal porque votó por unanimidad hacer este cambio».
En estas más de dos décadas, su actuación más «extraordinaria» se produjo a raíz de «unos chavales a los que el Ayuntamiento dejó una casa en alquiler que acabó destrozada». «Salió hasta en las noticias porque fue terrible, tuve que entrar a hacer fotos y documentarlo... es algo que no se hace todos los días por aquí», explica.
Tener tanta cercanía con los vecinos es, en ocasiones, un arma de doble filo. Cuando hay que multar... hay que multar. Y ahí no valen confianzas. «Por ejemplo, aquí tenemos varias zonas amarillas y al principio costó un poco hacerles entender que ahí no se podía estacionar», recuerda. También recurren a él, sobre todo los mayores, para que les explique el contenido de una carta o para hacer trámites complicados para ellos, porque saben que David siempre está. Para lo que haga falta.