El equipo 'Aquilon', o dios de los vientos del norte, según la mitología romana, está formado en su conjunto por Iván González y Yago Martín, alumnos de primero, y Sara Abadía, Alejandro Pérez, Gabriel Blas y Raúl Sánchez, todos ellos de segundo de bachillerato.
El equipo está supervisado en todo momento por Leticia Santos y Noemí Velasco, profesoras del centro, y será el encargado de poner a Valladolid en órbita, a través de un ingenioso y elaborado proyecto.
Y es que, para ello, cada uno de los participantes deberá conseguir que su satélite, una vez lanzado, mida la temperatura y la presión atmosférica, así como que este recopile, analice y posteriormente transmita, mediante telemetría, los datos a una estación de tierra, construida por ellos mismos con la ayuda de una impresora 3D.
Estudiantes de bachillerato tecnológico que se presentan al consurso CanSat 2024 que se trata en lanzar un satelite para recopilar datos metereológicos - Foto: Jonathan TajesAdemás de esto, misión principal que cada grupo debe cumplir, los chicos se han propuesto lograr, como premisa secundaria, que la caída del aparato, además de realizarse sin daños y en buen estado, sea en una dirección y hacia un punto concreto.
Todo un desafío para estos jóvenes que ya el año pasado realizaron un diseño similar, pero con el que no lograron el resultado esperado. «Ese es el gran impulso que nos lleva a intentarlo de nuevo y a hacerlo con más ganas», explica Raúl Sánchez.
Objetivo Granada
El desafío CanSat consta de varias fases desde que los equipos deciden inscribirse. Los grupos irán realizando diversas pruebas para poner a punto el satélite, hasta llegar al primer corte: la fase regional. En este evento, cada provincia estará representada por un equipo el 21 de marzo en Herrera del Pisuerga (Palencia), donde todos harán un lanzamiento y entregarán un informe al jurado, el cual elegirá un ganador.
Este tendrá el privilegio de disputar el campeonato nacional, previsto para mediados de mayo en Granada, y en el cual nuestros chicos tienen los ojos puestos.
«El europeo es un sueño, pero con ir al nacional nos damos por satisfechos», añade Raúl. Y es que eso no es todo. El ganador nacional tendrá la suerte de acudir, invitado por la Agencia Espacial Europea, al evento «Ingeniero espacial por un día», celebrado en la localidad neerlandesa de Noordwijk durante el mes de junio.
Pero para llegar a todo esto, los muchachos tienen que trabajar duro, y lo hacen, sobre todo, en horario extraescolar, cuando sus obligaciones se lo permiten. «Quedamos los domingos por la mañana, ya que este proyecto es algo externo al instituto», nos comenta Alejandro Pérez.
No obstante, ellos saben que se acercan las fechas clave, y trabajan a toda prisa, realizando pruebas de todas las piezas, y uniéndolas para que todo marche de manera óptima. «Hemos comprobado que todos los componentes funcionen por separado, y ahora estamos casando estos y probándolos, para ir logrando las metas que nos vamos poniendo», dice Sara Abadía.
Y no solo tienen que trabajar por su cuenta. Deben hacerlo también conociendo la información necesaria y el porqué de todo, y eso implica aportar unos conocimientos avanzados al proceso, cosa que no siempre pueden aprender en las aulas, más allá de los conceptos básicos que los docentes les aportan en las aulas. «La gran mayoría de la información la aprendemos por nuestra cuenta, gracias a nuestra pasión por la tecnología y la investigación» señala Sara.
El entusiasmo por la innovación, la dedicación, un espíritu competitivo encomiable, unido a la capacadidad para superarse son el santo y seña de unos jóvenes que afrontan este desafío sin presión y con ganas de poder quitarse la espinita de lo que no pudieron lograr en la edición pasada.
Todo este trabajo está siendo efectuado bajo la vigilancia de ambas tutoras, quienes tienen claro que «los mejores mentores son ellos mismos, sobre todo ante los más jóvenes», y que corroboran el gran esfuerzo y el ímpetu con el que trabajan, sobre todo, desde la implicación con la que lo desempeñan fuera del horario escolar.
Pero 'Aquilon' no puede conseguirlo todo solo, y, por ello, también cumplen con las labores de buscar patrocinios que avalen su trabajo, y que colaboren con ellos, pero hasta en eso han sido muy eficaces. Y es que su buen hacer ha llegado a oídos del área de innovación del Ayuntamiento de Valladolid, quien ha decidido colaborar con los chicos en lo que necesiten.
Además, y puesto que una premisa de las empresas es que deben estar relacionadas con el entorno tecnológico, han logrado el apoyo de la empresa Automatinfo S.L., situada en Boecillo, y de la que han recibido ayuda material, y que se ofreció desde el primer momento a ayudarles a plasmar su idea.
Por último, el propio instituto también se ha comprometido a cubrir, llegado el caso, todos los costes de un posible viaje al campeonato nacional de mayo para los estudiantes y las supervisoras.
Sin duda, el grupo rebosa ilusión, y no es para menos, ya que están ante una gran oportunidad de elevar a las nubes a Valladolid, y viendo la energía y la seguridad con la que hablan de su satélite, conseguirán lo que se propongan, e igual este es el principio de unas prolíficas carreras espaciales.
Financiación
Uno de los factores que requiere todo trabajo de estas características es el presupuesto con el que los grupos pueden contar para llevar a cabo sus diseños. Desde la organización de CanSat, las premisas relacionadas con esto son básicamente no sobrepasar los 500 euros totales en el modelo final del satélite.
Estos costes no incluyen los referidos a estaciones de tierra y demás instrumentos relacionados que no se pongan en órbita a la hora de lanzamiento, como por ejemplo el uso de una impresora 3D. Esto tampoco incluye nada referido al cohete, donde los satélites se incorporarán antes de su lanzamiento, puesto que este corre a cargo de la organización.
A la hora de presentar el trabajo finalizado, la financiación formará parte, tanto del sistema de puntuación, como de unas posibles penalizaciones, si este presupuesto fijado para la construcción y elaboración es sobrepasado por alguno de los grupos. Además de esto, en caso de encontrar patrocinios, los grupos también deben justificar en qué les han respaldado, y adjuntar el precio de los componentes recibidos por cada uno de estos, ajustados al precio real del mercado.
Dentro de las puntuaciones, serán recompensadas, tanto una buena construcción con el menor presupuesto posible, como una gran difusión del proyecto para lograr patrocinadores que avalen sus diseños.
Destreza
Si algo tienen claro los chicos de 'Aquilon' es que fallar es parte del proceso. Por ello, los obstáculos que se les van presentando por el camino, los afrontan con la mayor pericia posible, y teniendo como referencia, sobre todo, aquello que no funcionó el año pasado.
Para que esto funcione, deben estar concentrados en aportar todo su conocimiento y sus habilidades durante el transcurso. Desde la distribución del peso y el espacio, hasta la obtención de información, pasando por la programación, todo esto con sus respectivas verificaciones. El proyecto es complejo en toda su elaboración, pero eso no impide que los adolescentes se motiven con cada logro que consiguen. «El año pasado, el espacio nos creó problemas, y este año ya sabíamos por dónde enfocar el diseño en primera instancia», dice Raúl.