Este profesor de nacimiento salmantino, pero vallisoletano de adopción, se estrenó hace unos años como escritor con un libro infantil. En este tiempo, además, ha realizado distintas colaboraciones en libros corales de Educación. Ahora da el salto a la primera división de la literatura y presenta 'Cómo sobrevivir con un hijo adolescente', donde se vale de su experiencia de más de 15 años como profesor para ayudar mejorar las relaciones entre adultos y adolescentes.
En este salto ha ayudado los reconocimientos que acumula. En 2023 recibió el galardón de Educa-Abanca al mejor profesor de España 2023 y el de Global Teacher Award 2023. Y hace solo unos días acaba de recoger el premio de la Fundación Escuelas Católicas por «su pasión por la enseñanza que trasciende las paredes del aula y busca cambiar las vidas de sus alumnos».
Al margen del orgullo, ¿pesa mucho haber sido elegido el mejor docente de España? ¿Abre muchas puertas?
El premio Educa abre bastantes puertas. Te permite realizar ponencias, clases magistrales y acudir a muchos eventos. Y también propició que me llamaran de la editorial para que escribiese un libro alejado de lo convencional, de lo típico que se suele escribir sobre la psicología de los adolescentes y por qué se comportan de una manera u otra. Querían un enfoque era otro enfoque del docente a pie de aula.
El título del libro es muy sugerente, tanto que muchos padres buscarán la receta para saber cómo sobrevivir a un hijo adolescente. ¿Cuál es la clave del éxito?
Empatía y paciencia con los menores, además de pensar un poco en que las experiencias que ahora experimentan los adolescentes también las han vivido anteriormente los adultos.
El libro es fruto de su experiencia de más de tres lustros como profesor. ¿Cómo es el aprendizaje para entender, comprender y tener empatía con ellos?
Gracias al paso del tiempo. He estado más de 15 años trabajando con ellos y he aprendido a controlar mi paciencia, pero también mi impulsividad. Ahora sé que tengo ponerme en su lugar y ver por qué reaccionan así o pensar que igual en algún momento nosotros podríamos haber actuado de la misma manera.
Llamaba mucho la atención que para vertebrar el libro haya elegido los siete pecados capitales. Un eje que sirve para tocar todos los temas que ahora mismo se puedan relacionar con los adolescentes. ¿Es un abanico inmenso?
Pensando en cómo montar la estructura del libro me viene a la mente los pecados capitales. No se trata de historias relacionadas con pecados que cometen adolescentes, ni mucho menos, sino que dentro de los de los siete pecados. Encontré la posibilidad de vincularlo porque en algún momento hay sentimientos de envidia, pereza o soberbia en los protagonistas de las historias, incluso en los adultos.
En la elección de los temas a tocar, ¿busca historias atractivas y que incitaran a la curiosidad de los más jóvenes? ¿Cómo hace para atraer desde adolescentes a adultos pasando por profesores?
Inicialmente la idea era que fuese únicamente para padres. Se trata de ver cómo podían actuar o relacionarse con sus hijos, pero a medida que se fue creando el libro, tanto desde la editorial como yo mismo, nos dimos cuenta de que podía ser muy interesante para profesores.
En el caso de los docentes puede ayudar, por ejemplo, para tutorías con los chavales en el aula. Pero también es factible que esos mismos adolescentes lean el libro para darse cuenta de cuáles son los sentimientos o el parecer de los adultos, y entender por qué actúan como actúan.
En los años que lleva ejerciendo como docente, ¿ha visto cambios en los problemas más graves entre los adolescentes? ¿Cómo se puede equilibrar o graduar la gravedad de los mismos?
A lo largo de los años han ido cambiando los problemas y la intensidad de los mismos, pero todos siguen siendo igual de importantes. Cuando un adolescente tiene varios a la vez hay que ir atajándolos uno por uno para intentar solucionarlos. Los problemas van cambiando, pero al final siguen siendo, más o menos, los mismos que nos afectaban hace unos años.
Por ejemplo, los problemas de identidad, es uno de los que se mantiene en el tiempo, ¿cómo aconseja afrontarlos?
Lo primero es sentarse con el adolescente, hablarlo e intentar que cuente las cosas de una forma natural, que no tenga miedo, que se sienta cómodo y en un espacio en el que está a gusto. Se trata de que lo haga de forma natural, y luego intentar empatizar y comprender por qué actúa así y cómo podemos ayudarle. Lo básico es saber qué necesita para estar bien.
Otro problema que ahora preocupa mucho a los padres, y donde hay mucho debate, es el uso de los móviles y el acceso a redes sociales. ¿Cuál es su posición?
No se puede dejar a un niño de entre dos y seis años libertad total para utilizar un móvil bajo el precepto de que no te moleste, que es lo que hacen muchas familias. El recurso de dejar una tablet para que el niño vea los dibujos, esté ocupado y no moleste, conlleva que luego a los 12 años no le puedas decir te quedas sin esto. No darle acceso al móvil después de haberle creado una necesidad al mismo es un error.
Hay que dejarle utilizar las nuevas tecnologías, pero con moderación y si se lo han ganado cumpliendo con sus deberes y con su labor, que en este caso, pues puede ser estudiar. Hay que dejarles, sí; pero un tiempo moderado, razonado y también consensuado con el adolescente.
La adolescencia es un momento de definición del futuro, tanto a la hora de elegir su trayecto educativo profesional como el vital. ¿Cómo se dota de valores a esos adolescentes, tanto en el centro educativo como en sus casas?
Es muy difícil que un adolescente sea capaz de elegir a los 16, 17 o 18 años cuál va a ser su trayectoria, qué es lo que va a hacer en su vida y que tenga clarísimo que es lo que quiere y que pueda hacerlo factible. Lo que hay que hacer es darles la oportunidad de equivocarse, de que elijan algo aunque luego no vaya con ellos y si yerran estar ahí a su lado y decirles no pasa nada, cambia de carrera o de módulo y haz otra cosa que te guste. Se trata de que se vayan dando cuenta del camino que quieren elegir para trabajar el resto de su vida. Al final un trabajo conlleva muchísimas horas al día y tiene que ser algo que guste y que traiga.
Sin embargo, se ha acuñado el término generación de cristal, quizás por su fragilidad, aunque luego haya momentos en los que determinados adolescentes demuestran lo contrario. ¿Considera adecuado esa denominación? ¿Si hay fragilidad es por la excesiva protección?
Sí que veo que en algunos casos, no siempre, hay algunas familias que los tratan como si fueran de cristal, con una sobreprotección excesiva que no ayuda para nada al adolescente, todo lo contrario. Puede que en un momento les solucionen un problema, pero a largo plazo le están haciendo flaco favor porque no va a saber afrontar los problemas del día a día cuando se haga adulto.
Tenemos que dejar que ellos se equivoquen, que hagan las cosas mal y si lo hacen deben responsabilizarse de sus actos, no hay que taparles el error.
Aunque todavía no está a la venta, ¿qué sorprende a los que han tenido la oportunidad de leerlo?
Que abre un abanico inmenso de opciones, de posibilidades y de problemas alrededor de los adolescentes, que prácticamente toca todas las emociones de los niños de entre 12 y 18 años. Me dicen que las reflexiones son muy acertadas y reales. Al final de cada capítulo hay una breve reflexión para que la persona que lo lea sea capaz de valorar qué ha pasado y cómo se podía haber resuelto de otra manera.
Este año está siendo redondo porque lo cierra con el premio Escuelas Católicas Castilla y León 2024.
Para mí este premio es un revulsivo importante porque es donde yo me he criado, como quien dice, a nivel laboral. Empecé a trabajar en un colegio concertado y ahí sigo. Tengo que resaltar la confianza que han tenido en mí desde la Fundación Escuela Teresiana y también la de Escuelas Católicas. Agradezco que confíen en alguien como yo bueno, que igual se sale en cierta manera un poco de la norma. Al final los valores, la manera de tratar al alumno, el cariño y la empatía es lo que se tiene en cuenta y se premia