Un ascenso entre críticas e irregularidad

D.V.
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El "Pezzolano dimisión" se ha escuchado, prácticamente, desde el comienzo de la temporada, y se ha mantenido hasta el final, a pesar de que haya logrado subir al equipo a Primera

Imagen del último encuentro ante el Villarreal B. - Foto: Ical

El Real Valladolid ha logrado este domingo, tras ganar "in extremis" al Villarreal B en el estadio José Zorrilla, y perder el Éibar ante el Sporting de Gijón, un ascenso que se ha fraguado entre críticas constantes, mucha irregularidad y una importante falta de conexión entre cuerpo técnico y aficionados.

Lo cierto es que el conjunto blanquivioleta no ha llegado a sus seguidores que, a pesar de tanto encontronazo, han disfrutado al máximo el regreso a Primera división, tras un año de constantes altibajos, con poco juego, y con una pizca de suerte.

Ha sido, sin duda, la temporada más igualada. Y pudo haber ocurrido cualquier cosa, puesto que los vallisoletanos no se postulaban hace un par de meses como candidatos al cambio de categoría, a pesar de que partían como favoritos para conseguirlo, por plantilla y presupuesto.

Pero, al final, el Real Valladolid obtuvo la recompensa que ha estado buscando desde el inicio de temporada en el plano deportivo, y también en el aspecto estructural, en el que se ha estado trabajando desde hace tiempo, y el técnico uruguayo Paulo Pezzolano ha sido el que más ha cumplido con la estrategia del club.

"El lineamiento" que tantas veces ha repetido durante sus comparecencias ante los medios, parece haberse hecho efectivo: la reconducción de rutinas de trabajo; inculcar la entrega y la pasión por el club; la fe inquebrantable en el trabajo diario, y una defensa a ultranza de valores como la unión, la solidaridad y la profesionalidad.

Eso sí, lo que no ha hecho ha sido establecer vínculos con el público, que le ha recriminado la falta de juego, la conformidad en muchos partidos, que pudo haber pasado factura, y su curiosa manera de afrontar cada compromiso, cambiando las alineaciones de forma reiterada, lo que ha impedido hallar esa necesaria continuidad.

El "Pezzolano dimisión" se ha escuchado, prácticamente, desde el comienzo de la temporada, y se ha mantenido hasta el final, a pesar de que haya logrado subir al equipo a Primera, porque los seguidores no han perdonado su discurso "ex cátedra" en las ruedas de prensa.

Tampoco han olvidado lo sucedido en el partido ante el cuadro castellonense, en el que la especulación, tras meter el primer gol, dio alas a un rival que no se rindió ni con el 3-2, y que, de hecho, pudo empatar en la última jugada, si bien el disparo de Pascual fue repelido por el poste.

El ascenso asegura, matemáticamente, la ampliación de su contrato en el club dirigido por un Ronaldo Nazário que siempre le ha apoyado, en la sombra, pero habrá que ver qué decisión toman ambas partes, sabiendo que Primera es otra competición, y se necesita mejorar el juego para no volver a caer en el pozo.

La mayoría de los aficionados ya habrán olvidado los malos encuentros, y el enfrentamiento con el entrenador, porque ahora, lo que toca es disfrutar de la fiesta, de poder ver en el césped del José Zorrilla al Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Athletic, etcétera.

Queda en el aire esa posible venta del Real Valladolid a un conglomerado de empresas que encabeza Inexo, aunque si Ronaldo quiere cumplir con lo que prometió cuando llegó a la entidad hace cinco años, lo lógico sería que se mantuviera al frente de la misma hasta que deje ese legado del que siempre ha hablado.

Además, con el Real Valladolid en Primera, cambiarán las condiciones económicas, puesto que habrá una revalorización en el mercado. Pero, primero, a celebrar lo conseguido, con el correspondiente baño de multitudes y el recibimiento institucional y, a partir del martes, ya se verá qué sucede.