El efecto balsámico que pudo causar el resultado en el partido contra el Recreativo, solo fue momentáneo con muy poquita base. Solo el hecho de la buena labor defensiva, que concedió muy pocas opciones atacantes al adversario, fue lo que hizo valer el solitario gol de Mojica en aquel partido. Pero de nuevo volvimos a las andadas y frente a un equipo de la zona baja de la tabla y con una mala dinámica de juego y resultados, como Osasuna, jugamos un encuentro en el que fuimos a menos. Además, esta vez, perdiendo algunas de las virtudes que, aunque ya las perdimos en algún otro partido, habían sido la base de la mayoría de los resultados positivos, que son la organización y la concesión de pocas oportunidades a los adversarios.
La primera parte la hicimos aceptablemente. Estuvimos dormidos en la jugada del 1-0, nos rehicimos para empatar el partido, seguramente en la mejor jugada del mismo con varios toques seguidos y una finalización con elegancia de Óscar que, ante la salida del portero, se le echó por encima, se la elevó con suavidad para hacer el empate. En esta parte, a pesar de que los navarros volvieron a adelantarse en el marcador, el Real Valladolid llevó el peso del juego dando cierta sensación de poder remontar, pero no se llegó a reflejar en el marcador.
A los 8 minutos de la segunda parte, Osasuna se quedó con un jugador menos por la expulsión de Flaño y cuando parecía que todo se ponía a favor del Pucela, el equipo no supo jugar con esa superioridad, hasta el punto que el cuadro navarro fue el equipo que más opciones tuvo para volver a marcar mientras nosotros, con los cambios, no fuimos capaces ni de mejorar ni de crear opciones claras de gol.
En este partido, uno de los protagonistas fue el árbitro con varios errores de bulto que, aunque los hubo para los dos equipos, pudieron modificar el resultado en cualquiera de ellos: posible penalti no pitado en nuestra área, gol legal anulado a Bergdich y algunas interpretaciones variadas por manos, que de una vez por todas se deben dejar más claras de lo que están para que no haya las diferentes interpretaciones que unos y otros hacemos sobre la misma acción.