Con seguridad, cuando Donald Trump hablaba a sus fieles en el indeciso Estado de Pensilvania, no sabía que estaba a punto de esquivar por muy poco, apenas dos centímetros, una muerte segura. En ese instante, Thomas Crooks tenía su cabeza en la mira de su rifle semiautomático pero él lo desconocía. Con certeza, tampoco sabía que, ese momento crítico, iba a relanzar su carrera -ya de por sí acelerada- hacia la Casa Blanca.
Tras la conmoción de los primeros instantes, cuando la bala le rozó la oreja derecha, obligándole a echarse al suelo de la tribuna donde daba uno de sus mítines incendiarios, el aspirante presidencial se mantuvo desafiante. Rodeado de los agentes de seguridad, se empeñó en ponerse en pie y levantar el puño con gesto rabioso mientras gritaba «¡fight!» a su legión de fieles.
Los gritos de horror que habían causado los disparos se convirtieron rápidamente en gritos extasiados de «¡USA, USA!» y de ánimo a su líder herido y ensangrentado.
Esa imagen, que ha dado la vuelta al mundo, se va a convertir sin duda en la mejor catapulta electoral para Trump y su equipo. A estas horas lo saben perfectamente y en eso coinciden la gran mayoría de analistas políticos. ¿El disparo de Pensilvania puede valer una Presidencia?, las respuestas afirmativas ganan por goleada.
Poco después del atentado, el equipo de campaña de Trump y el Comité Republicano ya se afanaron en reflejar que el expresidente estaba «bien y agradecido a las fuerzas del orden por su rápida acción». Y añadieron: «El presidente Trump (ya le consideran así) espera unirse a todos ustedes en Milwaukee a nuestra convención para nominarlo y servir como el 47 presidente de los Estados Unidos y Volver a Hacer América Grande de Nuevo», recalcaron para sacar lustre a su popular lema de campaña. De hecho, el mandatario estará hoy en esta ciudad de Wisconsin para liderar la Convención Republicana que allí se celebra y darse un baño de masas.
Los estrategas políticos suelen hablar de las campañas en términos de «momentos». El del líder republicano sucedió en Pensilvania.
Suelen ser coyunturas fugaces pero que cambian irrevocablemente el tablero político, obligando a los jugadores a adaptar sus estrategias.
El atentado contra Trump del sábado por la noche ha sido el estallido más significativo de la política norteamericana desde el atentado contra Reagan en 1981. Esos segundos ahora lo han cambiado todo.
Apunten un dato. El multimillonario y estrella de las finanzas Bill Ackman, ya confirmó ayer que respalda aDonald Trump.