Todo empezó en 1975. Y acabará este fin de semana. De la mano, y la batuta por supuesto, de Luis Cantalapiedra, profesor de música, cura, formador y creador de coros, orquestas y rondallas, por poner unos pocos calificativos, que en junio cumplirá 85 años. Este sábado, a partir de las 17.30 horas, el coro y orquesta del colegio San José pondrá punto y final a 50 años de trayectoria. Lo hará con un último concierto bajo la supervisión de don Luis, con 40 personas en la orquesta y otras 50 en el coro, y con más de 300 espectadores (la entrada es gratuita) en el salón de actos del centro escolar –se emitirá también por streaming a través de YouTube–. Lo hará con un programa de más de dos horas que incluirá una muestra de los temas que se han interpretado y tocado en este medio siglo en el centro escolar, con zarzuelas, vals, música folclórica, pop, villancicos, canciones populares, películas... «Será un popurrí, con 22 obras, temas por ejemplo del 'Dúo Dinámico', de 'Los Payasos de la tele' o incluso el himno de Valladolid, porque mucha gente no lo sabe pero Valladolid tiene un himno», añade Cantalapiedra.
Él se ha encargado de la elección del repertorio junto a un grupo de antiguos y actuales miembros de esta agrupación por la que han pasado miles de vallisoletanos, del colegio y vinculados al mismo, a través de amigos y familiares.
Todo empezó en 1975. Quizá antes. A Luis Cantalapiedra le regaló su padre un metalófono (instrumento musical compuesto de una serie de láminas o tubos de metal) cuando tenía 5 o 6 años. Con él, de siete notas, dio sus primeros pasos en la música: «Luego empezamos a hacer uno más grande, con cristales, cuerdas... y tocaba con dos tapones de sidra». Estaba claro que lo suyo iba ser esto cuando su vecina, doña Goya, le empezó a dejar tocar el piano durante sus ratos de siesta. Así fue aprendiendo, con sencillos álbumes de partituras que le compraba su padre. Estudió en el Sanjo, y allí tuvo de profesor a Firmo Hernández Sevillano, que era director de la Banda del Hospicio. Cuando acabó el Bachillerato entró en el Seminario, donde Enrique Álvarez Zapata le animó a que se tomara la música en serio. Así sacó cinco cursos en un año (con sobresaliente). Al ordenarse, acabó la carrera musical en el Conservatorio, tomando sus primeros contactos con la creación de coros en Íscar, donde estuvo dos años de párroco coadjuntor: «Hice tres coros, uno de niñas, otro de jóvenes y otro de no tan jóvenes, y una rondalla. Llegamos a invitar a Mariemma -bailarina y coreógrafa española, natural de allí-; y nos presentamos a concursos de la Voz de Valladolid, ganando varios años seguidos».
Una de las primeras orquestas del San José, en 1978 en Madrid.Regresó a la capital, donde fue enviado a la parroquia Santiago (hoy Santísimo Salvador), donde sigue ayudando siempre que hace falta y donde se le resistió el coro: «No hubo forma».
Así que tuvo que esperar. No mucho. Porque en 1975 fue llamado por el colegio San José de los Jesuitas de Valladolid para impartir la asignatura de música, que pasaba a ser obligatoria en el Bachillerato. Había sido alumno y tenía la carrera, convenciendo así al por aquel entonces rector, el padre Eloy Varona. «Desde que entró al colegio como profesor su ilusión fue crear un pequeño coro y orquesta de niños, él no pensaba que tendría tanta aceptación, aunque tal fue el éxito que empezaron a hacer los primeros festivales de navidad y fin de curso, llegando a tocar en bodas, misas y conciertos por Castilla y León», señalan muchos de sus antiguos alumnos que, aunque no se refieren a este último concierto como un homenaje, casi lo es.
El éxito del que hablan se mide con una cifra: una media de cien alumnos por curso entre el coro, la orquesta y la rondalla. Siempre extraescolar y de manera gratuita. Siempre de la mano de don Luis. «¿Por qué? Porque me gustaba, por afición... Era original que niños llegaran a hacer zarzuelas», señala desde su casa, un verdadero museo, lleno de instrumentos, una de sus pasiones.
La orquesta y coro del San José, en su 40 aniversario.Precisamente instrumentos es lo que ha ido adquiriendo él mismo para completar la orquesta del colegio, pagándoles de su bolsillo y permitiendo que muchos niños tuvieran su primera herramienta musical. No había edad mínima para entrar y máxima... algunos siguen hoy con 28 años.
Con sus agrupaciones obtuvo premios, como por ejemplo en la Bienal que organizaba Radio Escolar de Radio Nacional de España, donde lograron el 2º puesto entre unos 120 grupos de toda España; o en una Bienal de sonido, en la que fueron oro; tocaron en festivales de navidad, festivales en honor a Santa Cecilia, con temas tan diversos como bandas sonoras de películas, pasodobles, canciones de la Tuna, piezas de óperas, sinfonías, valses, polkas... y de su mano han salido profesionales como Eduardo del Campo, barítono profesional; David Hernando Rico, director de la Orquesta sinfónica de Bratislava; Francisco Lara, ex director de la Joven orquesta de la Universidad de Valladolid; Nacho Castro y Nacho Martín, dos de los primeros componentes de los Celtas Cortos: o Mario Garrote, ex director del Conservatorio de Valladolid.
«La música es el mejor de los ruidos», suelta nada más preguntarle qué es para él: «Es el arte más espiritual, que te puede alegrar en cualquier momento». Él, además de dirigir, ha sido compositor y en 2013, la Asociación de Amigos de la Zarzuela le otorgó la Lira de Oro por su labor de difusión de este género entre los jóvenes.
Pero todo acabará este fin de semana... «A lo mejor», revela Luis, abriendo la posibilidad a que no sea así. La orquesta y coro del Sanjo ya no tendrán la batuta de Cantalapiedra, que cierra un ciclo en el colegio poco convencido por la deriva de los últimos años, pero no descarta continuar en otro lado: «¿El futuro? No se sabe». Y deja entreabierta la puerta para seguir haciendo lo que más le gusta en algún centro parroquial. De momento ya ha tenido algún ofrecimiento. Hasta entonces, este fin de semana es el de su coro y orquesta.