El destino aciago del capitán germano

C. de la Blanca (SPC)
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El teutón no logró nunca un gran título

La esencia ganadora de Alemania comenzó a perderse a principios del siglo XXI. Buena prueba de ello es Michael Ballack. El mediocentro, capitán de la 'Mannschaft' durante seis años, comprobó en sus carnes ese declive perdiendo las dos finales que disputó con el combinado germano. En otro tiempo, los teutones se habían llevado el trofeo a casa por lo civil o por lo criminal.

Ballack debutó con la selección en 1999 y vistió su camiseta hasta los albores del Mundial de Sudáfrica 2010, al cual no fue convocado. Él mismo fue testigo, brazalete al brazo, del cambio generacional que se vivió dentro de la Federación Alemana con la llegada de Joachim Löw después de la Copa del Mundo de 2006. A pesar de su presencia en la final del Mundial de Corea y Japón 2002, donde perdió contra Brasil, la decadencia germana era un hecho, como demostraron sus caídas en fase de grupos en la Eurocopa 2000 y 2004.

Pero toda historia de desgracia casi siempre tiene un 'chivo expiatorio'. En este caso, Ballack fue el que tuvo que cargar con ese peso. A pesar de ganar 14 títulos, el centrocampista jamás levantó una copa a nivel internacional, ni a nivel de clubes ni con su conjunto nacional. Su mal fario con las finales comenzaría a cocinarse en 2002, cuando, militando en el Bayer Leverkusen, cayó en la final de la Liga de Campeones contra el Real Madrid. Ese mismo año le tocaría vivir un nuevo sinsabor al quedarse a un paso de conquistar el cuarto Mundial de la 'Mannschaft'.

Pero si ese doble revés fue duro, la historia se repitió en 2008. Ya en las filas del Chelsea, cayó de nuevo en otra final de la Champions, esta vez contra el Manchester United y en la tanda de penaltis, después de abrir la secuencia anotando el suyo. Apenas un mes después, el combinado de Löw se plantó el último encuentro de la Eurocopa 2008. España maniataría a esa selección, siendo suficiente un tanto de Fernando Torres para consumar otro mazazo para el mediocampista teutón, que se convirtió en el primer jugador de toda la historia que perdía en un mismo año en la final de los dos campeonatos continentales.