De la observación aguda de la realidad que la rodea surgió 'Fin de fiesta', el debut tras la cámara de la experimentada productora ejecutiva Elena Manrique, que hoy tuvo su estreno europeo en la 69 Semana Internacional de Cine de Valladolid. La película, que reposa sobre los hombros de la actriz palentina Sonia Barba, también debutante en el cine, explora "las relaciones de poder y los privilegios de clase", y lo hace a través de una mirada punzante, no exenta de humor y de amargura.
Tras más de 25 años trabajando sin descanso en películas como 'El laberinto del fauno', 'El orfanato' o 'La vida de Adèle', entre otras muchas, la pandemia obligó a detenerse a Elena Manrique. "Belén Atienza, que hace películas pequeñitas como 'La sociedad de la nieve' y cosas así, siempre me había animado a dirigir algo más serio que los cortometrajes que yo había hecha, y salí de la pandemia con una primera versión del guion. Luego me becaron en el Programa Media y durante aquella estancia en Grecia terminé de cerrar la historia", señaló.
En declaraciones recogidas por Ical, Manrique desveló las dos historias que confluyeron en su cabeza hasta conformar este relato que, "como casi todas las historias, surge de la realidad". Por una parte, desde los 18 años suele visitar en su casa a una amiga en su casa sevillana ("soy una voyeur tremenda, me encanta observar y mirar, y cuando no eres de un sitio eso te permite ver la realidad de otra forma y encontrar matices imperceptibles para quienes viven allí", explicó). Por otra, otros amigos con casa en El Palmar, en Cádiz, le contaron cómo llegó un día una patera a la playa y un joven africano se refugió en su jardín, tras lo cual ellos "le llevaron a la estación de Jerez, le dieron dinero y él siguió su camino".
La directora novel tenía claro que su película, que se mueve "en el filo de lo políticamente correcto e incorrecto", "tenía que ser auténtica", y para ello era imprescindible que los espectadores se crean a Carmina, el personaje interpretado por Sonia Barba, que nunca antes había trabajado en cine, aparte de su intervención en el mediometraje 'Cinema Verité, Verité' en 2013, también a las órdenes de Manrique.
Sobre su personaje, la palentina apuntó que al recibir el guion no podía parar de leerlo, y aseguró que "hay que tener muchísimo cuidado porque, aunque no te muevas en el ámbito de las clases privilegiadas, hay Carminas por todas partes". Para ella, no resultó un rol complejo de encarnar porque "dice en todo momento lo que le da la gana, sin pensar en si hace daño a alguien o no. Era divertidísimo llegar al set y ser ella, salvo en tres o cuatro escenas en las que se muestra la soledad en que vive y la locura que la rodea, porque es incapaz de ver al otro, solo sabe utilizar a quien está a su alrededor, pero es incapaz de mirar a la gente a los ojos y ver que son personas con deseos y objetivos diferentes de los suyos propios".
Sobre sus compañeras de reparto, explicó que a Edith Martínez (que interpreta al inmigrante que llega a la propiedad de una señora bien andaluza) la descubrió en 'El salto'), mientras que se decantó por Beatriz Arjona para interpretar a Lupe, la criada, porque "ella siempre está ahí, en su sitio, impertubable, y cuando la juntas con un torbellino como Carmina te va a salir comedia seguro". "Yo le pedía a Beatriz que aguantara, que hiciera el Kaurismäki, aunque Carmina estuviera desmadrada, y era inevitable que apareciera la comedia", recordó.
También intervino en el encuentro con los medios Belén Atienza, productora habitual de J.A. Bayona, que confesó haber quedado "atrapada por la escritura de Elena". "La conozco hace muchos años, y aparte de ser productora es una 'filmmaker', que dicen los americanos; una persona extremadamente creativa. Su mirada es única y especial, revisita un tema social importante desde un lugar que yo nunca había visto antes. Desde el primer tratamiento de guion se sentía que había un universo ahí", explicó.