Tablets en las aulas ¿sí o no?

SPC-Agencias
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Los expertos coinciden en que un uso intensivo de los dispositivos merma la atención y el aprendizaje del alumno, aunque si se emplean con criterio pedagógico y bajo supervisión, la relación es satisfactoria

Tablets en las aulas ¿sí o no?

Hace ya varios años que la revolución digital llegó a las aulas y, una vez conocida la experiencia, el debate sobre esta experiencia vuelve a estar sobre la mesa. Las conclusiones podrían hacer replantearse el uso de la tecnología en el día a día de las aulas. ¿Ha impactado la digitalización positivamente en el aprendizaje y en el rendimiento del alumnado? ¿Cuál es la edad a la que deberían implantarse este tipo de dispositivos en las clases? Lo cierto es que  no todos los expertos están de acuerdo en que las tablets sustituyan a los cuadernos y alegan falta de evidencias científicas claras para posicionarse al 100 por 100 en una u otra dirección.

Sea como fuere, lo cierto es que la polémica está servida y que las opiniones son, en muchas ocasiones, complementarias. 

A pesar de esa controversia, la mayoría de los expertos educativos coinciden en que estos instrumentos merman la atención y la relación directa con el profesor. «De momento, la tecnología no nos ha dado una mejora del aprendizaje y parece que un uso muy intensivo de las TIC provoca un rendimiento significativamente menor en matemáticas», señala el investigador de Funcas y profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC), Ismael Sanz, con los datos de los informes Pisa en la mano.

En la misma línea se muestra la investigadora en Economía de la Universidad del País Vasco Lucía Gorjón, que muestra que un uso muy habitual de estos instrumentos sí penaliza el rendimiento en cálculo. «Más de una o dos veces por semana reduce de forma significativa la puntuación de los alumnos en esta materia», recalca.

No obstante, el investigador de Funcas resalta que el uso de programas específicos de apoyo al aprendizaje puede mejorar el rendimiento del alumnado con ritmo más lento. «El estudiante puede repetir varias veces un ejercicio y al haber corrección inmediata hay mayor feedback y un mejor aprendizaje», incide Sanz. Lo que sí parece claro es que hay ciertas herramientas informáticas de apoyo que mitigan las limitaciones que tiene el docente en el aula y ofrecen mayores posibilidades de personalizar la educación. «Pero para eso también hay que formar al profesorado», recuerda Paula San Pedro, responsable de incidencia política de la Fundación Educación y Cooperación Educo, que pide «confiar en el criterio del profesor y del centro educativo, que son los que saben adaptar ese recurso a la clase».

En general, la gran mayoría de los especialistas coincide en que el uso generalizado de las tabletas no compensa el binomio coste-beneficio y que su utilización indiscriminada «disminuye el aprendizaje porque desnaturaliza el esfuerzo». Así lo destaca también el director del área de colegios CEU, Raül Adames, quien señala que el alumno, en general, tiene una actitud pasiva hacia el estudio. Aunque destaca a favor de esta herramienta que en los centros CEU hay 30 dispositivos para 250 alumnos y que su uso es compartido solo para actividades concretas y para algunas asignaturas de ciencias, y en últimos cursos de Primaria y Secundaria.

Sobre los 12 años

Una de las cuestiones más debatidas entre los profesionales respecto a la introducción de las TIC es cuándo es la edad ideal del estudiante para su implantación en el aula. 

La mayoría de los expertos destaca que es en Secundaria cuando el dispositivo digital debería incorporarse progresivamente y siempre bajo supervisión, ya que el alumnado está en plena fase de desarrollo madurativo.

«En primero de la ESO hay un contratiempo importante, ya que es un cambio de ciclo y es una edad compleja, de transición. Quizá mejor en último curso de Primaria», avisa el director adjunto del think tank EsadeEcPol, Lucas Gortazar, que recuerda que «en edades tempranas permea mucho en la atención de los niños».

«De 0 a 6 años es absolutamente negativo para el desarrollo neuronal. No debería haber ningún tipo de pantalla ni para uso pedagógico ni para nada», afirma tajante Paula San Pedro desde Educo, mientras que Luisiana Rodríguez, profesora de UNIE Universidad, afirma que «lo importante no es cuándo se introduce la tecnología, sino cómo se hace».

Tanto desde Unicef como de la Asociación Española de Pediatría señalan que en Infantil la exposición debe ser mínima a las pantallas porque las necesidades en esas etapas son el desarrollo sensorial, motor, emocional y social.

El profesor Antonio Barbeito, creador de un método de enseñanza personalizado donde no se utiliza ni tan siquiera la pizarra, recalca que el uso de tabletas debería ser aún más tarde, en Bachillerato.

«Esto no solo va de prohibir sino de generar una conversación pedagógica en la que profesores, alumnos y familias hablen de los riesgos y las virtudes de las tecnologías», señala Paula San Pedro desde Educo, que vincula los dispositivos al mundo emocional. «Está comprobado que si los niños sufren de una mala gestión emocional, lo que hace el mundo on line es acrecentar su exposición», recalca.

Barbeito por su parte da cuenta de su experiencia en las clases: «Se ha demostrado que el alumno que llega con el libro tiene un aprendizaje competencial más rápido y duradero». «Escribir fomenta el desarrollo cognitivo, la retención. El dispositivo, por el contrario, reduce el aprendizaje en comunidad», admite este especialista.

Es difícil ofrecer una conclusión en una materia tan importante y sensible para la sociedad y las familias, concluyen los expertos, que apuntan a retrasar el inicio del uso de las TIC en el colegio y hacerlo siempre bajo la supervisión docente.