Maura Delpero evoca el ciclo de la vida en 'Vermiglio'

D.V.
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La cineasta italiana se alzó con el gran premio del jurado en Venecia con esta historia, ambientada en los estertores de la Segunda Guerra Mundial en un pequeño pueblo alpino

La cineasta Marta Delpero presenta película de la Sección Oficial ‘Vermiglio’. - Foto: Miriam Chacón ICAL

Con la pausa y la inexorabilidad de las estaciones transcurre 'Vermiglio', el segundo largometraje de ficción de la cineasta italiana Maura Delpero, que propone "un viaje en el tiempo y en el espacio" para brindar al espectador un retrato íntimo de familia que se alzó con el gran premio del jurado en el reciente Festival de Venecia, y que hoy vivió su puesta de largo en España en la 69 Semana Internacional de Cine de Valladolid. A lo largo de cuatro estaciones, el ciclo de la vida se revela ante el espectador en esta poética historia ambientada en un remoto pueblo alpino, en los estertores de la Segunda Guerra Mundial. 

Los silencios, la luz natural y un paisaje abrumador sobrevuelan todo el relato y condicionan a los propios personajes, la nutrida familia del maestro local, un hombre recto y estricto, que acoge en su pajar a un siciliano que ha desertado de la contienda. Las rutinas, vitales en ese entorno, se resquebrajan con el nuevo invitado, que pronto despierta el interés de Lucía, una de las hijas del profesor. 

Delpero viajó hoy hasta Valladolid para presentar su película, y en declaraciones recogidas por Ical subrayó su vinculación emocional con los espacios donde transcurre la historia: "Es el paisaje de mi infancia y de mi familia. Vermiglio es un color, pero es también el pueblito de montaña donde nació mi padre y su gran familia".  Según apuntó, este film nació en "un momento muy específico" de su vida, cuando falleció su progenitor justo después de estrenar 'Maternal', su anterior película. "Siempre estoy viajando, dando vueltas, y en ese momento tuve la sensación de que necesitaba parar y mirar hacia atrás, a los orígenes", señaló. 

Para captar esos recuerdos de infancia, Delpero eligió a muchas gentes de la zona para encarnar a personajes secundarios, y trabajó intensamente con los actores profesionales para intentar reflejar lo que supone haber nacido y crecido en ese entorno, "rodeados de esas gigantescas manifestaciones de la naturaleza, que influyen en su forma de moverse en el mundo y en cómo muestran ciertas emociones". 

Tras una profusa investigación, que la llevó a entrevistarse con muchas personas de la zona, tardó hasta dos años en dar con la localización ideal. Según desveló, su objetivo era "dar libertad al espectador", y no estaba movida por "ningún deseo exótico ni de reconstruir ningún mundo", algo que le aterraba, por lo cual se dejó "llevar por un sentimiento y por sus propios recuerdos sensoriales". 

Un mundo sensorial

"Es un mundo que conozco desde mi infancia, a través de los sentidos: lo táctil, los olores… Tenía muy claro este mundo y me interesaba esta idea del último año de la guerra, porque siento que es un momento entre lo antiguo y lo moderno que todavía dialoga mucho con nosotros. Hay algo lejanísimo y a la vez todavía nosotros podemos estar ahí. Siento que mi abuela, que inspira a la madre de la película, no entendería que hago yo aquí ahora mismo presentando esta película en otro país, pero a la vez la percibo muy dentro de mí. Siento que el pasado todavía nos puede mostrar cosas, para reflexionar sobre dónde estamos y mirar al futuro. Era una forma de mirar hacia atrás para mirar hacia delante", reflexionó.

Delpero confesó interesarse por "las historias personales y por lo humano", así como por las contradicciones. "Es una película con casamientos, duelos, muerte y vida. Son las cosas que nos atraviesan siempre, son los temas de la vida", apuntó. En ese sentido, mostró su interés por "ver quién es el individuo dentro de una comunidad y entender los límites de la individualidad dentro de la comunidad. Si le pasa algo a una de las tres hermanas de la película, eso acaba afectando al resto. Esa sensación de conexión en parte se ha perdido", lamentó.

También recalcó que "la película empieza en la montaña y termina en la ciudad. Empieza con una cama llena y termina con una cama vacía", y aseguró que en el retrato de la femineidad no podía romper ciertos códigos, y tenía que ceñirse a reflejar "mujeres de su época", que están "bajo las decisiones del pater familias, y con unas posibilidades de vida limitadas". 

"Siento que son años en que se empieza a ver un deseo de autodeterminación, en algunas más que en otras, pero hay una sensación de anhelo. Lucía es una chica de montaña que va a casarse, pero a través de la tragedia y la necesidad de no matarse se convierte en una mujer de nuestro tiempo, que va a trabajar a la ciudad y tiene que dejar a su hija. Ada es una chica que no podrá encontrar su libertad en esa sociedad, no podrá estudiar, que encuentra en la clausura su libertad. Y Flavia es el futuro, representa la contradicción y la modernidad de ese padre, que es el que decide y se impone, pero a la vez elige como su delfín a una mujer, la que va a estudiar, tiene la capacidad de apreciar su talento. Muchas veces el mundo evolucionó por necesidad. Los grandes cambios y las revoluciones son una necesidad vital", concluyó.