La llegada del astro brasileño Ronaldo Nazario al Real Valladolid en septiembre de 2018, tras comprar el 51 por ciento de las acciones al expresidente Carlos Suárez, revolucionó el club pucelano y toda la ciudad. El entonces alcalde, Óscar Puente, lo recibió en el Ayuntamiento por todo lo alto al estilo 'Bienvenido Mr Marshall' y la afición se ilusionó con este cambio de rumbo en el equipo blanquivioleta, máximo representante deportivo de la provincia vallisoletana. A pocos meses de cumplir los seis años, la esperanza apenas se sostiene y la brecha entre aficionados y directiva no acaba de cerrarse e incluso, por momentos, se hace mucho más evidente.
Estos años de gestión 'brasileña' han dado para mucho, ciertamente con sus luces y sus sombras. Hay que reconocer a Ronaldo y sus dirigentes que el nombre del Pucela se ha internacionalizado y es conocido en medio mundo gracias a su propietario. Asimismo, se ha modernizado la imagen del club y algunas estructuras internas y se han realizado pequeñas mejoras en el estadio (vestuarios, despachos, eliminación del foso). Pero no desaparecen las dudas sobre el mandato del exfutbolista, especialmente en lo que afecta al ámbito deportivo y a la famosa ciudad deportiva en el entorno del estadio.
El Real Valladolid sigue siendo un equipo 'ascensor', una situación similar a la que había antes de su llegada, sin haberse cumplido el objetivo de consolidarse en la máxima categoría del fútbol español. Mucho menos se ha alcanzado esa promesa que Ronaldo hizo en 2019 de "luchar por entrar en Champions en cinco años", es decir para este año, algo complicado desde la segunda división. Pero más allá de la situación deportiva del equipo, la relación con el aficionado ha ido perdiendo fuelle según pasaban los años. En su llegada, el brasileño se encontró un barco unido, pero la falta de transparencia en muchas ocasiones, algunas decisiones como la de cambiar el escudo sin el consenso social necesario y otras actuaciones deportivas han provocado la ruptura de esa relación y ahora existe una brecha que no logra cerrarse ni siquiera tras la marcha atrás efectuada por el cambio de escudo.
Ronaldo ha ido mostrando un cierto desapego por el club, delegando muchas de las decisiones en su equipo directivo, a pesar de que inicialmente el astro brasileño parecía que iba a implicarse totalmente y capitanear la nave pucelana en primera persona. Por ejemplo, su presencia en el palco es poco habitual y, aunque al principio lo hacía, ya no se le ve casi nunca con la camiseta blanquivioleta. Esto ha llevado a que el aficionado le haya reclamado, en muchas ocasiones, más interés por el equipo y una mayor defensa de los colores. Institucionalmente tampoco le ha ido demasiado bien al astro brasileño, sus relaciones con el Ayuntamiento, propietario del estadio, no han sido malas, pero tampoco ha existido la colaboración y el trabajo conjunto necesario para llevar a cabo la ansiada ciudad deportiva comprometida. Ronaldo llegó a tener un rifirrafe con el anterior alcalde, Óscar Puente, por no recibir apoyo económico, aunque eso sí fue cuando el actual ministro ya había perdido las elecciones.
Los vallisoletanos temen que la paralización actual lleve a un desencanto ya vivido con el famoso Valladolid Arena 2.0. De momento, el cambio de gobierno municipal ha cambiado los planes ya previstos para la construcción de nuevos campos de fútbol en el entorno y tampoco se ha avanzado en el cierre de la grada norte del estadio José Zorrilla.
En definitiva, el Real Valladolid es un club histórico, con una masiva afluencia de aficionados a los partidos del equipo, superior a bastantes estadios de primera división, pero no consigue una comunión entre los jugadores, la directiva y los socios (actualmente abonados). Ahora mismo, se puede comprobar cómo incluso en los partidos jugados en Zorrilla y con victoria blanquivioleta se escuchan gritos de dimisión hacia el entrenador y, en ocasiones, hacia el propio Ronaldo. Se está ampliando la grada de animación, pero las peñas acordaron no animar al equipo durante los primeros diez minutos en el partido celebrado ante el Eibar.
La situación es complicada, el exfutbolista brasileño es propietario del club y no hay opción a dimisiones, pero es evidente que habrá que buscar soluciones para que todos empujen en la misma dirección. No es importante solo para el equipo blanquivioleta, también lo es para la ciudad y provincia, ya que lleva su nombre por toda España y su actividad influye enormemente en la economía local y en la imagen. Ronaldo y sus directivos deben buscar la forma de limar asperezas y sumar a su causa a la enorme y fiel hinchada pucelana.