La cercanía del último trimestre del año acelera la aprobación de la ordenanza que regulará la zona de bajas emisiones a partir del próximo 1 de enero, cuyo visto bueno se dará en el próximo pleno municipal (30 de septiembre), sin que los ciudadanos tengamos claro el funcionamiento de este área central de la capital donde habrá importantes restricciones al tráfico de vehículos. Aunque el Ayuntamiento ya ha anunciado que no comenzará a imponer multas hasta mediados de año por incumplir esta normativa, conviene que todos tengamos claro desde principios de 2025 cómo funciona y cuáles son los motivos que justifican la entrada a la ZBE, algo que puede diluir sus objetivos medioambientales. Habrá que esperar a ver cuáles son las alegaciones que se aceptan, entre las 70 presentadas por colectivos y ciudadanos, para definir las reglas con las que deberemos circular todos dentro de unos meses.
Indudablemente, las ciudades tienen que hacer un esfuerzo por reducir la contaminación y para ello hay que poner en marcha normativas, en muchos casos promovidas desde la Unión Europea, que están cambiando la visión del tráfico y proporcionando una nueva forma de vivir, pasear, comprar y disfrutar del centro histórico. A pesar de ello, el equipo de gobierno municipal formado por PP-Vox redujo la superficie afectada por la zona de bajas emisiones y se vislumbra que ampliará las exenciones de entrada a este área, lo que puede llevarnos a no avanzar hacia el futuro en el que se considera imprescindible una descontaminación del centro de la ciudad. Por supuesto, no solo se trata de prohibir, sino que también hay que facilitar a los ciudadanos alternativas de transporte e incluso aparcamientos públicos en el entorno y en esto el Ayuntamiento tiene tarea por hacer. No estaría de más que cuanto antes iniciara un estudio sobre las necesidades o dotaciones que permitan sacar los coches más contaminantes del centro sin perjudicar la actividad económica del comercio, la hostelería y otros sectores.
Es cierto que la transición hasta el cierre definitivo de la 'almendra central' a los vehículos contaminantes se alarga hasta 2030, momento a partir del que solo podrán acceder a la zona delimitada los coches con etiqueta 0 o ECO. Aún queda tiempo para ello pero conviene ir trabajando en medidas consensuadas que faciliten esta exclusión de los turismos contaminantes del casco histórico y que permitan avanzar sin que los vaivenes políticos afecten a un proyecto de ciudad que debería concitar una amplia mayoría entre los ediles y principales colectivos vallisoletanos.
En los últimos tiempos ha habido una divergencia entre dos modelos de zona de bajas emisiones, aquellos que pretendían restringir al máximo el tráfico en una gran área del centro de la ciudad y quienes luchaban por dejar la ZBE en la mínima expresión. Quizás no hayan ganado ni unos ni otros, sin embargo habrá que mirar la letra pequeña de la ordenanza para comprobar que realmente se pretende ir echando fuera a esos 45.000 vehículos más contaminantes, sin que las exenciones para poder circular por el interior de la zona lo convierta en un coladero. Creo que sería bueno dejar insatisfechos a todo el mundo, eso suele ser señal de que se ha buscado un punto intermedio entre las posturas más extremas.
Habrá que esperar a ver el resultado de las alegaciones, cuyo estudio lleva meses realizando la concejalía de tráfico y movilidad, pero no parece que vayan a cambiar de forma relevante la ordenanza planteada por el equipo de gobierno hace meses. Los colectivos más contrarios a la implantación de estos espacios libres de vehículos contaminantes, el comercio y la hostelería principalmente, se encuentran más resignados a una normativa obligatoria para todas las ciudades con más de 50.000 habitantes. Además, tampoco estos sectores han planteado alternativas en sus alegaciones, ni siquiera han ofrecido informes o datos que refuercen sus quejas.
Al final, todos los ciudadanos, empresas e instituciones deberemos hacer un esfuerzo para adaptarnos a los cambios en beneficio de un medio ambiente que debemos cuidar y mejorar. Habrá algunos hábitos que tengamos que cambiar, siempre con ayuda de las administraciones públicas que deben favorecer con sus políticas e iniciativas un menor uso del vehículo privado, especialmente en los desplazamientos al centro de la ciudad. Los sectores económicos también tendrán que esforzarse en cambiar algunas de sus tradicionales formas de 'actuar' y seguro que el comercio y la hostelería se ven beneficiados a medio plazo por una mayor presencia de peatones en su entorno y por disponer de unas calles más amables para los ciudadanos de a pie que para los turismos.
En conclusión, el Ayuntamiento debe aprobar cuanto antes la normativa y dar a conocer a los vallisoletanos la zona central afectada y las condiciones que nos permitirán entrar a ella para acceder a algunos de sus servicios públicos o privados (garajes, colegios, talleres, etc). De momento, cada ciudad cuenta con unas reglas diferentes y los conductores deberemos estudiar cómo funciona en cada ciudad cuando vayamos a desplazarnos, así que pediría a nuestros regidores hacerlo lo más fácil y sencillo posible en la capital vallisoletana. Eso sí, pongamos la mirada a medio plazo porque a partir de 2030 solo podrán circular por el interior de la zona de bajas emisiones los vehículos con etiqueta 0 o Eco, algo que está provocando una renovación en el parque automovilístico y ya existen unos 50.000 turismos libres de restricciones.