El curso se despide con 609 confinamientos y más absentismo

A. G. Mozo
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El programa municipal contra el absentismo trabajó con 130 menores, un 13% más que el curso anterior. El problema se concentra en Primaria. El coronavirus obligó a clausurar aulas en 179 colegios de la provincia (el 60%) y provocó 287 positivos

Entrada a un aula de Valladolid, con perchas vacías. - Foto: Miriam Chacón (Ical)

Los colegios vallisoletanos despiden el curso del coronavirus con un buen sabor de boca. Igual que ha pasado en el conjunto de Castilla y León, la presencialidad ha estado garantizada en todo momento y solo se han tenido que quedar en casa los alumnos implicados en el goteo, más o menos intenso, de clausura de clases por culpa de la pandemia; bien cuando aparecía un contagio en los grupos estables de convivencia, bien cuando se aglutinaban tres positivos en las clases de los ‘mayores’. Quizás el único lunar ha sido el repunte del absentismo que ha dejado el curso de la pandemia.

El objetivo fijado el pasado mes de septiembre, aquello de intentar lograr una ‘convivencia’ segura con la pandemia, sí parece haberse conseguido con cierta solvencia y la realidad es que los positivos registrados han sido bastantes menos de los que se esperaban y, además no se ha llegado a tener que declarar ni un solo brote en el ámbito educativo que obligase a la clausura de todo un colegio, como establecían los protocolos. Así, el curso 2020/21 se despedirá (a falta de lo que ocurra estos últimos días lectivos) con una nómina de 609 aulas confinadas, pertenecientes a 179 colegios, dejando 263 positivos entre alumnos y otros 24 entre los profesores y los trabajadores.

Lo peor se vivió durante el primer trimestre, cuando el coronavirus obligó a confinar 274 aulas y tocó a cuatro de cada diez colegios de la provincia (126) en un arranque de curso nunca visto, con distancia en las aulas, ventanas abiertas, abrigos puestos y mascarillas en todo momento.

A partir de ahí, los ciclos de clausuras de clases llevaron un ritmo casi idéntico al de las olas pandémicas, con otro pico muy fuerte en el arranque del segundo trimestre (coincidiendo con la tercera ola) y después, con otro par de coletazos, coincidiendo sobre todo con este final de curso, a resultas de aquella quinta ola vallisoletana que dejó mayo. Al final, la realidad que ha ido marcando los test covid desvela que solo se confirmaron con casos positivos, aproximadamente, la mitad de los que provocaron confinamientos escolares.

El colegio más afectado por los aislamientos ha sido el CEIP Pablo Picasso, que ha visto como hasta 17 grupos tenían que irse a casa a lo largo del curso. Los siguientes de la lista elaborada por El Día de Valladolid son el colegio Maristas La Inmaculada (con 14 cierres); San Agustín e Ignacio Martín Baró (13); San José, CEIP Miguel Delibes, Compañía de María y el colegio San José (de Medina del Campo) (12); SAFA-Grial (11); y Lourdes, Santa María la Real de Huelgas, Gonzalo de Berceo y el Villa del Caballero (de Olmedo) (10).

Pero esta pandemia ‘escolar’ ha tenido consecuencias más allá de los contagios y los confinamientos de aulas: el absentismo. Los índices de ausencias han crecido al albor de esta inédita pandemia, parapetados en muchos casos en esa sensación de inseguridad que la realidad de los datos se ha encargado de rebatir. Unos por verdadero miedo y otros excusados en el supuesto temor.

36 COLEGIOS

«Hemos trabajado durante este año con 130 alumnos, pertenecientes a 84 familias y a 36 centros escolares. El 77% son de Primaria», según detallan desde el programa contra el absentismo del Ayuntamiento de Valladolid, un equipo que el curso anterior había trabajado con 115 alumnos, lo que supone un incremento del 13%, a expensas de que se recopilen todos los datos de ausencias del curso. «En Primaria ha habido un repunte importante de las faltas este año y, en cambio, en Secundaria se ha ido salvando bastante la situación, quizá porque los adolescentes han tenido siempre más necesidad de relacionarse».

El rebrote provocado por la pandemia en Valladolid ha tenido dos vertientes. Por un lado, la del ‘nuevo’ absentista, que alegaba ese temor al virus para no llevar a los niños al colegio; y, por otro, la de la familia absentista «tradicional», que ha usado el miedo al contagio como ‘excusa’ para no llevar a los menores a clase, personas que «a la habitual falta de organización y de valoración de la educación, se le une el miedo al contagio, porque suele ser gente muy hipocondriaca y se agarra a eso, así que si antes cualquier otra problemática ya se anteponía a la educación, ahora mucho más», detallan fuentes de la Concejalía de Educación del Ayuntamiento de Valladolid.

«El problema fue mucho al inicio del curso y se ha ido encaminando muy poco a poco, tendiendo a la normalidad, porque también iba mejorando la pandemia. Pero no podemos decir que se ha acabado con plena normalidad», detallan estas fuentes, que recuerdan que se han topado con «los mayores problemas» a la vuelta de todos los parones, especialmente tras los de Navidad y Semana Santa: «Ya antes de la pandemia, siempre costaba incorporar a los absentistas tras las vacaciones, pero ese problema se ha acentuado porque había más contacto social y más contagio; y más miedo en muchas familias».

«Queda mucho por trabajar, pero somos positivos de cara al curso que viene. La gente está viendo que, con precaución, podemos ir normalizando ciertas situaciones».