"Tratamos de complementar al psicólogo, no de suplantarlo"

Javier M. Faya
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La presidenta de El Puente Salud Mental Valladolid insiste en que hay que dar visibilidad a la asociación, que cumple 33 años, así como a las enfermedades mentales

Raquel Barbero, presidenta de El Puente Salud Mental. - Foto: J. Tajes

Subraya la presidenta de El Puente Salud Mental Valladolid, Raquel Barbero, que tienen centros en la capital, Medina de Rioseco, Tudela y Rueda, atendiendo a 600 personas al mes al tiempo que aboga por hablar de la salud mental positiva, «con esperanza». ¿Es lo último que se pierde? «Es una frase hecha». Y se ríe.    

 

¿Por qué se metió en este 'fregao'?

Me metí en este 'fregao' porque hace 22 años teníamos -y tenemos- un familiar con problemas de salud mental y en ese momento también con salud física. No podía hacer deporte en ese momento y nos dijeron que no podía estar solo en casa y que necesitaba hacer actividades con gente, relacionarse. Vinimos a la asociación y nos pareció ideal. Aquí empezó jugando al fútbol. Ahora, su salud física está muy mermada, pero durante 15 años ha disfrutado plenamente de los servicios de la entidad.  

Quizás muchos piensan que solo acuden a El Puente personas con enfermedades graves, mayores...

Las enfermedades tradicionalmente graves, como la esquizofrenia o la bipolaridad, siguen existiendo, pero cubrimos muchos tipos de problemas de salud mental, y vienen personas de todas las edades. Cubrimos un espectro desde los 18 hasta más de los 65 años. 

Resulta difícil de entender. 

Ten en cuenta que en torno a la enfermedad mental siempre ha habido un gran estigma, un rechazo, aunque creo que a raíz de la pandemia hemos podido decir abiertamente que tenemos un problema de salud mental, tristeza, angustia, que vamos a un profesional... Se ha podido normalizar más el tema.   

Sí, sí, pero si yo me entero que mi vecino o mi vecina va al Puente... 

Fíjate, creo que nos están haciendo un favor grande todas las personas famosas que hablan en primera persona respecto a la salud mental. Me refiero, por ejemplo, a Ángel Martín y su libro ('Por si las voces vuelven'), Javier Martín (pensó en suicidarse)...    

Y Ricky Rubio. La estrella del baloncesto confesó la semana pasada que dejó la concentración de la selección en el Europeo y la NBA por estrés crónico, algo que parece muy normal. 

Hay que saber gestionarlo. Muchas personas no estamos capacitadas para vivir día a día con ese tipo de estrés: que no puedas descansar, que tengas exigencias tan altas...  

 

Parece una cosa muy...

¿No te parece inhabilitante? 

 

Bueno... La presión siempre está ahí, en cualquier trabajo. 

Es que voy más allá. Hay que ver que ese estrés crónico le provoca una angustia y una ansiedad que le impide cumplir con esos compromisos deportivos, jugar tres partidos a la semana. Eso sí que es inhabilitante. 

 

A lo mejor no son tres partidos de la NBA, pero sí trabajar de lunes a viernes, los niños...    

Hay que tratarlo. 

 

El Puente recibe a unas mil personas al año. Sé que no me puede decir cuántas no son atendidas porque no se atreven a descolgar el teléfono y llamar (983-356908) o mandar un correo electrónico (elpuente@elpuentesaludmental.org). ¿Ha pensado en ello? 

Sí, por eso es tan importante para nosotros la visibilización, para llegar a esas personas que no saben que estamos aquí. Ellos piensan y saben fehacientemente que necesitan ayuda y es la forma de decirles: 'Señores, existe una entidad en Valladolid que atiende a mil personas y que puede atender a muchas más'. Estamos aquí para ayudar. 

 

Claro, pero la persona que lea esta entrevista que necesite esa ayuda tiene al médico de cabecera, que recibe una formación psiquiátrica extra debido al colapso que sufren las consultas de psiquiatras y psicólogos de la Seguridad Social, aparte de esos psiquiatras y psicólogos, a los que tiene acceso también de forma privada. Es posible que no tenga dinero para costearse una cita, o tiempo para una lista de espera, o… 

El Puente te va a ayudar. Este tipo de problemas no solo tienen un tratamiento farmacológico, también hay que ver el aspecto social. Tenemos un montón de actividades que pueden beneficiar a la persona en su bienestar. Desde el deporte, que es fundamental, entrenamiento en habilidades sociales, incluso podemos ayudarles a encontrar trabajo si no tienen, ofrecerles un asistente personal o venir a los grupos de terapia ocupacional… Hay otra serie de cosas que complementan a la terapia farmacológica. Y las tenemos. 

 

¿Cuáles son los pasos a seguir? ¿Servicios sociales y les mandan aquí?

No, esa persona debería llamar aquí, pedir una cita con una trabajadora social que la derivaría al servicio que considere que necesita. Así de fácil.  

Seguro que alguien que nos esté leyendo no tiene muy claro que necesita ayuda, que esto del estrés es algo normal. 

Al final tienes que valorarlo, igual posees la resiliencia suficiente. Cuando no puedes, intervenimos. 

 

¿Cómo se porta la Administración?

Muy bien, pero nunca vienen mal los recursos. El local se queda pequeño. Hay cuatro talleres, más de 100 actividades grupales… 

Y 120 inserciones laborales el año pasado. ¿Hacen seguimiento?

Sí, en general es un éxito. Las empresas están contentas. 

 

¿Porque desgravan mucho?

No, porque el área de Empleo selecciona cuidadosamente a la persona y hacen un buen trabajo. Ofrecemos a la empresa el perfil más adecuado.

 

¿Dejaría que una persona con esquizofrenia cuidara de su madre?

Sí. 

 

¿Por qué?

Porque una persona con enfermedad mental no está enferma todos los días. Puede tener un brote ocasional. Es decir, si sigue un tratamiento farmacológico psicosocial, tiene una vida social activa, es una persona absolutamente normalizada. 

 

A mucha gente le da miedo. 

Perdona que te lo diga, pero muchas veces la prensa es muy alarmista. A lo mejor hay un caso grave y carga mucho las tintas. Una persona con una enfermedad mental no está enferma todos los días ni a cada momento del día. El brote puede ser ocasional y hay meses, incluso años,  en los que no pasa nada. Yo puedo decir por el familiar que tengo a mi cargo que lleva más de diez años sin ningún problema.  

 

Me comentaba el otro día una persona con una enfermedad mental que posee «más títulos que la duquesa de Alba», pero que nadie le llama. Y lo mismo le sucede a más gente.  

Eso es por ignorancia. Nosotros tenemos que dar esa imagen normalizadora, son personas absolutamente válidas para vivir en sociedad, para trabajar, para tener una familia... Para ser un ciudadano al uso. Que pueden tener en un momento determinado un problema de salud como otra que tiene diabetes, por ejemplo. Una enfermedad psiquiátrica se cronifica con un tratamiento y puede hacer una vida totalmente normalizada.    

 

Pero en una entrevista de trabajo... Si esa persona aspira a trabajar en una residencia de ancianos... 

Entra dentro de su intimidad. Si tiene una conducta normal... Tú, si por ejemplo, tienes un problema renal, no vas diciendo: 'No puedo hacer este trabajo porque tengo un problema renal'. Eso entra dentro de su privacidad. Mira, yo llevo 22 años en la asociación y veo personas con problemas de salud mental que hacen una vida absolutamente normalizada: pueden cuidar a una persona mayor, niños... Muchos estarán pensando en la doctora (Noelia de Mingo) que sufrió un brote psicótico en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid (mató a tres personas en 2003). Esos son casos extremadamente graves. Hay que ver por qué se produjo. No tenía una medicación adecuada, carecía de apoyos... Nosotros creemos en las dos vertientes: la medicación y el apoyo psicológico. El desarrollo en las habilidades sociales, en terapias ocupacionales, cognitivas, salud física -el deporte influye mucho en la salud mental-... No hay ningún problema.     

 

¿No le parece hipócrita que cuando Ricky Rubio anunció que padecía una enfermedad mental le cubrieron de 'likes' y corazoncitos, pero si en el trabajo un compañero tiene una depresión, acumula bajas y hay que echar más horas no eres tan comprensivo; o miras raro al del gimnasio o a la vecina si padece una? 

Esas son las ventajas de ser famoso. Pero nosotros luchamos por la sensibilización y la concienciación. Si conseguimos llegar a los centros de trabajo y decirles que esto le puede pasar a cualquiera, a tu compañero de al lado, incluso a ti mismo. Si somos capaces de ser sensibles y decir 'Bueno, no tiene un buen día, pero puede pasarme también a mí'... Esa normalización, ese 'vamos a acogerle', 'vamos a hacerle la vida más fácil', tenemos que empezar por ahí.     

 

¿Ha tenido alguna depresión?

No, diagnosticada no, períodos de tristeza, como todo el mundo, sí.  

 

¿No tendría ningún problema en reconocerlo?

No, porque después de tantos años que llevo conviviendo con la salud mental lo veo como algo normal. Nos puede pasar a cualquiera. No tendría ningún problema en reconocer que he tenido o que tengo una depresión y buscar ayuda. Porque sé lo que me puede pasar si no lo hago, se cronificará y agigantará. 

 

Cuando uno lee las noticias de algunas muertes de ancianos en el río... 

Participamos en un programa de la Cruz Roja sobre la soledad no deseada. Cuando hablamos de personas mayores, muchas están muy solas. Tiene mucho peso una peor calidad de vida, que caigan en depresión...   

 

¿Hay cifras de suicidios en Valladolid en lo que va de año?

No las manejamos, aunque sí que es cierto que la administración, cuando ha venido aquí, estaba muy preocupada con estos casos de suicidio. Estamos muy sensibilizados con este tema, con la tercera edad y la soledad no deseada. 

 

¿Pero hay algún tipo de solución? Porque parece que se arregla en Nochebuena con los actos solidarios que se organizan. Hay 364 días más. 

Hace falta sensibilización y campaña de voluntariado que pueda hacer visitas a estas personas, actividades en los centros cívicos... 

 

Hábleme del programa de voluntariado.

Tenemos un programa de voluntariado. Estamos dando ahora charlas en la universidad e invitamos a los universitarios para que vean lo que es la salud mental y lo que pueden hacer por nuestros usuarios.  

 

¿Cuál es el perfil de los voluntarios?

Hasta hace unos años se implicaba gente mayor sin conocimientos sobre salud mental, y ahora buscamos un voluntario que haya hecho dentro de sus estudios inclusión social. Pero, vamos, que estamos abiertos a todos. Es muy importante por lo que aportan y más aún por lo que se puedan llevar de aquí, que cuando salgan cuenten a la gente lo que han visto. Esa doble vertiente resulta clave.  

 

¿Cuántos hay? 

En Valladolid y el área rural 20. 

 

Igual uno puede aportar algo en redes sociales, cocina...

Cualquier ayuda es poca. Hemos tenido voluntarios en todas las áreas. Lo más importante es la visión que luego tengan y que digan: 'Venid y conocedlo'. La salud mental sigue siendo la gran desconocida.

 

Parece que el 'armario' de la salud mental tiene doble cerradura en comparación con el de la orientación sexual. 

Cuesta más de abrir porque sigue habiendo estigma. Cuando derribemos el estigma totalmente, va a ser algo tan normalizador como decir que vas a un servicio, a otro profesional...  

 

Cuando derribemos el estigma... 

Hemos caminado mucho. El panorama de la salud mental no es el mismo de hace 30 años, hemos evolucionado muchísimo. Nos queda mucho trabajo por hacer, pero hay que ser justos y ver que la sociedad ha evolucionado y la salud mental no es el ogro que se veía entonces, pero queda mucho por hacer. Tenemos que derribar un pequeño muro que queda de estigma. Ojalá que fuera más pronto que tarde.    

 

Seguro que nos dejamos algo en el tintero. 

Las familias, que son las grandes olvidadas en la salud mental. Nosotros, por la idiosincrasia de nuestra entidad, también nos ocupamos de las familias y los allegados.  

 

¿Quién cuida al cuidador?

Los que viven con la persona con una enfermedad mental son las familias, los que ven los cambios de comportamiento o si se acerca una crisis son ellas, y luego, cuando una persona empieza a tener un problema de salud mental, la familia se queda impactada. Es un duelo porque la persona con esa patología no va a ser la misma y hay que asimilarlo. Tenemos un programa de formación, se les informa sobre lo más básico; luego hay unos grupos más asentados a los que les damos estrategias para afrontar problemas. La familia debe ser fuerte en todo momento, y eso no resulta fácil.

 

No son pocos los familiares que acaban cayendo en la depresión. 

Por eso precisamente nos ocupamos también de ellos. 

 

Un caso práctico. Una mujer, divorciada y que vive sola, está preocupada porque su hija de 22 años va a un psicólogo y no ve mejoras, le parece que va como en una 'rotonda'. ¿Le vendría bien venir por aquí? 

Sí. 

 

¡Ni que fuera una segunda opinión!

No es eso. Imagina que a esa chica le cuesta salir de casa el fin de semana, tenemos actividades los sábados (marcha nórdica, paseos...), o quizá busca trabajo... Ya no lo digo porque venga a hablar con nuestros psicólogos sino porque hay propuestas que pueden llenar momentos de su vida que son importantes. No tratamos de suplantar a su psicólogo o a su psiquiatra. Tenemos actividades que pueden servir de complemento. E insisto: como sociedad debemos dar una oportunidad a las personas que padecen una enfermedad mental.