Lo bueno de que se publiquen muchas encuestas de opinión antes de la celebración de unos comicios es que todos los partidos pueden encontrar en ellas una tabla de salvación a la que agarrarse para mantener la tensión y la ilusión a lo largo de la campaña electoral. Salvo que todas ellas dan como ganador de las elecciones al candidato del PSC, Salvador Illa, para el resto de los resultados se abre un escenario de incertidumbre que puede hace variar todo lo que se pregone con anterioridad al cierre de las urnas.
El primer elemento para acentuar la incertidumbre es la carta a la ciudadanía del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que amaga con dimitir el próximo lunes, situación que ninguno de los partidos independentistas catalanes espera que se materialice porque entonces la posibilidad de que se convocaran elecciones anticipadas estaría más cerca y la ley de amnistía que tanto ansían decaería. El efecto de la decisión de Sánchez, sea cual sea, provocará sin duda efectos en la campaña catalana que nadie puede prever. Cataluña seguirá siendo un granero de votos para el PSOE y lejos de resentirse por la polémica ley de amnistía, puede verse beneficiado por la sensación de pacificar la vida pública en el Principado.
Si se da por sentado que Illa ganará las elecciones, la incertidumbre se traslada a quién ocupará la segunda plaza tras el escrutinio. La irrupción de Carles Puigdemont, que espera poder estar en la sesión de investidura, ha convertido las elecciones catalanas en un plebiscito para recuperar el cargo que considera que legítimamente le pertenece. Junts aparece como el segundo partido de Cataluña, lo que le daría motivos para reclamar la investidura si…
Si los partidos independentistas consiguieran retener la mayoría absoluta en votos y en escaños, una posibilidad que no todas las encuestas dan como posible. La única, por ahora, la del Centro de Estudios de Opinión, el CIS catalán, que anima la campaña al dar a ERC la segunda plaza y la posibilidad de alcanzarla en la banda ancha de las horquillas.
Por la parte derecha del espectro político, el PP, que parte desde las catacumbas de 3 escaños en el Parlament, tendrá sin duda un buen resultado porque se da por hecho que asimilará los 6 escaños de Ciudadanos, que desaparecería del mapa político catalán y que puede arañar alguno de los once escaños con que cuenta Vox, de tal manera que al final del recuento habrá que ver si las opciones de la derecha y la ultraderecha crecen o menguan en votos y escaños.
Con los principales partidos muy alejados de los 68 escaños que dan la mayoría absoluta, se abre el escenario de los pactos poselectorales. Los partidos independentistas están dispuestos a pactar entre ellos, aunque con la experiencia de los primeros años de la legislatura sería un cóctel explosivo, y más con la exigencia de la presidencia de la Generalitat para Puigdemont, lo que de rebote garantizaría el apoyo de ambos a Pedro Sánchez, si continúa, en el Congreso. La opción de un nuevo tripartito PSC, ERC, Comunes que garantizaría la estabilidad en Cataluña llevaría la inestabilidad a Madrid.
La última incertidumbre es el derrotero que seguirá la campaña electoral, si se centrará en las cuestiones identitarias y la vía soberanista, como pretende Puigdemont y arrastra a ERC, o si se impondrá el debate sobre la gestión de los problemas de la ciudadanía como busca Illa.