Germán Díez Barrio es una hormiga. Paciente, laboriosa, tenaz. De las que llenan el hormiguero miguita a miguita después de interminables caminatas. Pero él trabaja con las palabras. Este profesor de Lengua y Literatura ha ocupado buena parte de su vida a recopilar refranes populares. Sabiduría en pequeñas píldoras que forma parte del acervo de los pueblos. Su «trabajo de campo» le ha permitido reunir más de 25.000 y reconoce las dificultades que tiene ordenarlos por categorías. Sin embargo, aunque es palentino, ha conseguido reunir un puñado de dichos populares sobre Valladolid, su ciudad adoptiva.
Quizá el más conocido sea ‘Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid’. Según el libro Diccionario de dichos y frases hechas, de Luis Alberto Buitrago, «usamos esta curiosa frase para indicar que vamos a hablar, o que alguien habla, de algo que no tiene nada que ver con lo que se está tratando». Aunque el origen del refrán no está claro, Buitrago apunta que «podría ser que se extendiera durante el siglo XVI, época en la queValladolid fue capital del Reino». En un principio, según él, pudo hacer referencia a la poca importancia que tuvo el río en comparación con el esplendor de Valladolid por entonces. Por eso lo de introducir en la conversación algo que no tiene nada que ver. Díez Barrio también señala que «se puede utilizar cuando uno modifica el recorrido que ya tiene trazado para ver una situación concreta».
Aunque es el más conocido, este refrán no es el único que hace referencia a la capital. Por ejemplo, ‘No es lo mismo ir a Valladolid que hablar con el ordinario’ se suele utilizar cuando alguien compara dos cosas que no tienen nada que ver entre sí. «Es como decir que no es lo mismo hablar con uno que sabe, que hacerlo de oídas», agrega el escritor palentino.
Incluso hay refranes que han ido cambiando con el paso del tiempo. Por ejemplo, ‘De Valladolid y pintor’, que en un principio tenía un sentido literal y hacía referencia a la cantidad de pintores y artistas que había en la calle de Santiago cuando la Corte estaba en Valladolid (entre 1601 y 1606), entre ellos Góngora y Quevedo, según explica Díez. Todos venían a «medrar o a buscar un mecenas», aunque no todos los que estaban eran buenos. Pues bien, este refrán evolucionó con el tiempo hasta ‘De Valladolid y ladrón’, por la mala fama que tuvo en tiempos la ciudad por la gran catidad de ‘amigos de lo ajeno’ que había. De hecho, hay más dichos populares que se sostienen sobre esta fama: ‘Valladolid, de los vinos agudos, entran los mozos vestidos y salen desnudos; los necios, más no los astutos’, según recoge el propio Díez Barrio en la revista Folklore. En esa publicación también se recogen otros refranes mucho más agresivos y ofensivos sobre la capital. Por ejemplo, ‘Valladolid, ciudad de campanas, casas de tierra, mujeres que no valen nada y hombres de mierda’.
Otro de los dichos sobre los robos es ‘De Valladolid la fama y de Zamora el ladrón’. «Se popularizó por los zamoranos que venían en tren, se bajaban en la estación de Medina y de la capital, y se dedicaban a robar», explica el escritor. De hecho, hace muchos años, en la estación de Medina, había un letrero en el que se podía leer ‘Cuidado con los ladrones’.
No es muy habitual, pero también hay algún refrán que se centra en la figura de ciertas personas. El dicho ‘Tres son en Valladolid los amos: Dios, el Pisuerga y Gamazo’ intenta poner al mismo nivel al Creador, por la importancia que tenía la religión, uno de los emblemas de la ciudad, el río; y a Germán Gamazo, un político nacido en Boecillo en 1840 «que tuvo mucha influencia en la política agraria de la ciudad», como demuestra la calle que tiene en Valladolid. Tanto fue así, que le conocían como el diputado Triguero.
La importancia que tuvo Valladolid en España también se refleja en refranes como ‘¿Quien sale de Valladolid, a dónde irá a vivir?’ y ‘Si el mundo huevo fuera, Valladolid sería la yema’. No menos relevante es el río, ligado indefectiblemente a la ciudad. ‘Duero tiene la fama y Pisuerga lleva el agua’ es uno de ellos. ‘El Pisuerga, padre es de nieblas’, otro.
En este último dicho hay una referencia a la crudeza del clima que también aparece en ‘Para nieblas, Valladolid; Toledo, para cuestas; y para lodos, Madrid’. Las características geográficas de la provincia también han dejado su huella en el refranero popular. ‘De Valladolid a Laguna, una, y de arena, buena’, hace referencia a la legua de distancia que hay entre estos dos puntos y el terreno arenoso que los separa.
Hay muchísimos refranes más, muchos de ellos sobre la provincia. Por ejemplo, ‘Alaejos sustenta a niños y viejos’, ‘Los de Olmedo conocieron a la burra por el pedo’, ‘Pan de Wamba, molletas de Zaratán, ajos de Curiel, quesos de Peñafiel, y de Cerrato, la miel’ y ‘Amigo de Villalón, tuyo sea y mío non’, son algunos de ellos.
Díez Barrio reconoce que actualmente casi no se crean refranes. «La mayoría son frases hechas que se copian de la televisión», añade. Y, además, mueren a los pocos meses sustituidas por otras. Los populares, los que han resistido el paso del tiempo, lo son porque tenían mucho que ver con la realidad, porque calaron entre la población y, en algunas ocasiones, porque alguien los recogió por escrito. «No hay que olvidar que aparecen en obras como La Celestina, El lazarillo de Tormes, El poema del mío Cid y El libro del buen amor, entre otros.
Una comparación entre los viejos libros y la nueva televisión demuestra que, al menos en materia de refranes, cualquier tiempo pasado fue mejor.