Con el deporte lo único que se quema es el que lo practica. Las calorías ni se enteran, van por libres». «El otro día probé un nuevo postre, tembladera de azúcar y huevo al golpe de calor en su espejo de caramelo... lo que toda la vida se ha llamado flan». «En el gimnasio me preguntan, ¿no usas cremas? Yo respondo, ¿la sobradada es crema? Sí, pues un kilo a la semana». «¿Tienes personal trainer? Yo sé sudar solo». «Yo en Valladolid me he ido de copas con Mágico González, para que te enteres de lo que es el fútbol y la vida de verdad». Y así cientos de frases han hecho de Leo Harlem uno de los mejores monologuistas del país. Quizá él fuese el primero que salió de Valladolid, con el permiso de los Manolo de Vega o Mariano 1,85, de los años 80... Porque Leonardo González quizá fue el primero de lo que hoy es una de las canteras más prolíferas de monologuistas del panorama nacional, la vallisoletana, a la altura de la de Albacete, con Joaquín Reyes, ErnestoSevilla, Raúl Cimas, Pablo Chiapella, Goyo Jiménez...
Él salió de uno de los bares de la capital, de hecho coge el nombre del que trabajaba aunque nunca actuase en él; de aquellos concursos que todas las semanas daban a la oportunidad a incipientes monologuistas. «Mi primera actuación fue en La Salamandra el 1 de marzo de 2001. Fue por Mariano, el que llevaba entonces el local. Él traía a gente tipo Amaral, Pablo Carbonell, música y humor; y un día me dijo que tenía que actuar, que le hacía mucha gracia, pero pensé que era una broma. Hasta que vi el cartel. De ahí salió el tema. Hice una actuación, luego 2-3...», recuerda a este periódico hoy Leo Harlem, inmerso en proyectos de cine, teatro y televisión. Por entonces trabajaba de camarero en el Harlem, en la calle San Antonio de Padua, del que cogió su nombre; y nunca se había subido a un escenario. Por entonces ya empezaba a triunfar a nivel nacional el formato del Club de la Comedia. Leo siguió subiéndose a escenarios en Valladolid: «En la Sala Borja, en el café España. Así que mandé un vídeo al Club de la Comedia, me escogieron y llegué a la final». Era ya 2002. Y ese formato televisivo ya estaba consolidado: un humorista se subía a un escenario y se enfrentaba al público con su ingenio, relatando una historia, haciendo reír, haciendo disfrutar... Leo Harlem fue finalista aquel tercer certamen del concurso, que ganó ese año el barcelonés Dani Pérez y que tuvo entre los otros finalistas a El Monaguillo. Luis Piedrahita, Quequé, Eva Hache... fueron algunos de los triunfadores esos primeros años.
Tras Leonardo, perdón Leo Harlem, llegaron y se consolidaron JJ Vaquero, Álex Clavero, Fran El Chavo, Quique Matilla, Nacho García, Roberto Chapu, Sergio Encinas, Martín Luna; y también mujeres, que el humor no entiende de sexos, como Patri de la Fuente, Asun Serra... y ahora siguen surgiendo otros, como Jesús El Negro, Ángel Ordóñez o incluso Katia Sonrisas, que por ahora anda más por redes sociales y tele, sin subirse aún al escenario.
Muchos de ellos, o casi todos, coincidieron en algunos de aquellos concursos que se hacían en los bares de la ciudad a raíz del Club la Comedia.
«El momento en el sector es bueno aunque la pandemia claro que ha afectado. En los últimos años, el cómico de monólogos, de stand up comedy, tiene más presencia en todo (tele, cine, empresas, redes sociales...). El cómico tiene un hueco ya, además de sus actuaciones, cada vez más en teatros y plazas mayores de pueblos», analiza Álvaro Robles, más conocido como Gori, hoy productor de muchos de esos artistas y que apostó por este sector a mediados de la pasada década, en 2006, empezando a programar humor en el Maeloc, un local ahora cerrado en la calle Santuario, donde se pudo ver por entonces a un desconocido Dani Rovira, entre otros.
Él era mago pero vio cómo estaban teniendo éxito los monólogos y se decidió por ellos. «No sé el motivo del arranque ni cuando. Mi opinión es que de aquí sale Leo Harlem, un completo desconocido; y eso invita a cualquiera a verle y pensar en que el gracioso del grupo puede salir», añade Robles.
Así nacieron aquellos concursos, vinculados también a radios locales, como Onda Cero con Raúl Rodríguez como presentador, de donde fueron surgiendo los talentos. «Tras cerrar el Maeloc, me llamaron de otros bares. Y poco a poco empezamos a programar en otros sitios. Hicimos el Circuito de Monológos Valladolid. Así, venían monologuistas de todo el país, que actuaban cada semana, de martes a domingo, en Kerala, La Noche, Connery, Laguna, Cigales, Simancas... Tipo Miguel Lago (hoy en Cuatro)... los mejores del momento», añade Gori, que sí cree que fue un «poco burbuja. Había muchos locales, como en el resto de España; se llenaban siempre. En España hubo mogollón de locales y no había sitio».
La crisis de 2008 y sus consecuencias también afectó, aunque en Valladolid se mantienen varios locales que siguen (mejor dicho, lo hacían antes de la pandemia) programando humor. Como El Rincón del Erizo, de forma ininterrumpida, desde 2000. Dicen que puede ser el veterano incluso a nivel nacional. Con una capacidad para 140 personas, por allí han pasado prácticamente todos los monologuistas del país. Al frente JJ Vaquero, que servía cafés en el Carrefour de Parquesol y trabajaba como camarero en bodas en el NH Ciudad, antes de despuntar en un escenario: «El Wallaby, un bar de Parquesol Plaza, convocó un concurso de monologuistas y mis amigos me apuntaron. Allí conocí a Nacho García, Quique Matilla, Luis Rodríguez y Álex Clavero, y empezó un poco todo».
Vaquero siempre ha sido claro sobre los inicios. Así lo comentaba en una entrevista a Ical: «Es decisivo Leo. Hoy somos muchísimos, y no me refiero sólo a los que pusimos en marcha ‘Humor de Protección Oficial’, pero Leo Harlem fue el primero y tener a alguien en quien fijarte es fundamental».
Porque él, junto a Nacho García, Quique Matilla, Álex Clavero y Fran El Chavo, con diversas colaboraciones de Roberto Chapu, Inés Acebes, M. Toño, Saray Andrés... forman ‘Humor de Protección Oficial’, proyecto que arrancó en 2007 con «90 minutos de puro humor lleno de bromas y gags por y para vallisoletanos». «Se llama así porque sorteamos dos entradas y una le tocó al hijo del alcalde... y la otra a él», explicaban con ironía.
Todos salieron de aquellos primeros concursos. Hoy ya no hay. Pero sí bares, como El Rincón del Erizo, Connery, Querido Watson, Glass, en Arroyo, Porta Caeli... que siguen programando humor.Así, se han ido sumando cómicos, como Gele Ordóñez y El Negro.
Incluso la tele regional, Castilla y León Televisión, ha apostado por ellos y por el formato, con ‘Los del Sótano’, con Chapu y El Chavo de presentadores, más Matilla, y Vaquero; e invitados de primer nivel. «Los programas que más se ven (El Hormiguero, La Resistencia...) están presentados por cómicos y mologuistas», recuerda Álvaro Robles, que además habla del paso que están dando los monologuistas al cine, como protagonistas, directores o guionistas. «La pandemia ha hecho que el sector se resienta, pero muchos pueblos han apostado por este formato y se ha visto que es seguro». Sergio Encinas y Martín Luna son otros dos de los ‘veteranos’, con más de un par de décadas haciendo reír, vinculados al deporte en algunos casos.