¿Cómo es Valladolid? ¿Cuánto ha cambiado? O mejor dicho, ¿está cambiando? Aunque parezcan preguntas que trascienden de lo mundano sus respuestas son mucho más cercanas, cotidianas... digamos callejeras. Porque en las arterías de una ciudad es donde se perciben esos cambios. Y no se trata solo de nuevas urbanizaciones, del nombre de sus calles, ni del asfaltado o sustitución del arbolado, ni siquiera hablamos de las tuberías (tan de moda ahora), es en parte del mobiliario urbano, siempre a golpe de vista, que ha acompañado a generaciones de vallisoletanos en su retina y se ha quedado en su subconsciente: los letreros.
Porque, ¿se imaginan la calle Montero Calvo sin el letrero de la mercería Kioto? ¿O Arca Real, ya en Delicias, sin Los Rombos de uno de sus bares de toda la vida? ¿O la entrada a la capital desde Burgos sin la palabra Uña, de la antigua fábrica de bombones, recibiendo a los visitantes? ¿O el paseo Zorrilla, clásico de paseos, sin su cartel de las Galerías Campo Grande? No hay que imaginarse. Solo darse cuenta de que Valladolid está perdiendo en los últimos años muchos de los rótulos que revelaban parte de su larga historia, sobre todo la comercial. Letras que hablaban de cercanía, identidad, trato... Y un grupo de vallisoletanos no quiere que siga ocurriendo.
En las décadas de los 80 y los 90 del pasado siglo, la Plaza Mayor se iluminaba prácticamente solo con los carteles de neón de Grundig, Firestone, la Casera y Óptica Iris. Era una imagen que acompañaba a los vallisoletanos y que ahora suena a olvidada. El edificio Duque de Lerma mostró durante años un mensaje de arriba a abajo que rezaba ‘Otan no’ y que muchos viajeros que cruzaban la avenida de Salamanca vinculan a la ciudad. Eran, junto a esos rótulos de Galerías Campo Grande, Kioto, Uña, Los Rombos, Almacenes Castaño... parte del mobiliario de la capital e historia en forma de letras y mensajes. Hoy ya no existen. Y las que perviven están en peligro de extinción.
Lion D'Or, el centenario de Valladolid. - Foto: Jonathan Tajes‘Valladolid con carácter’ mostró la riqueza de ese mobiliario hace unos años mediante un proyecto de investigación, documentación y experimentación sobre la tipografía, rotulación y escritura urbana en la capital. El proyecto acabó en una exposición en 2018 que recogía el legado, «no solo artístico, sino también cultural, que alberga la identidad y la esencia de la trayectoria de toda una ciudad». Tres años después, muchas de las 700 piezas de esa exposición (llegaron a fotografiar y recoger un millar) ya no están en la ciudad y se están perdiendo de los subconscientes de los vallisoletanos al no tenerlas en la retina. Y así, se olvida la historia.
«Pues puede ser uno de los más antiguos. La fachada es la original», revelan desde el interior del Lion D’or sus camareros. Hoy bautizada como cafetería, en su letrero, de principios del siglo XX, se lee Café-Cervecería El Lion D’Or. Este local ha acompañado a miles de vallisoletanos en lo que en su día fue el museo de la Plaza Mayor a la hora de hablar de rótulos, cartelería o inscripciones. Sigue en su sitio. Él es uno de los centenarios. Muy cerca le anda La Casa Azul, con 82 años de vida en Duque de la Victoria. «Puede que esté desde el principio, al menos los 34 años que llevo aquí seguro», apunta Azucena, dependiente de esta tienda de ropa de trabajo y uniformes: «¿Cambiarlo? No se plantea». El centro de la ciudad guarda la mayoría de los tesoros donde los antiguos rotulistas se esmeraban en la exclusividad de las letras y la riqueza de las mismas. «Antes el proceso era artesanal. Se hacían a mano y para un espacio concreto. Ahora todo el mundo usa tipografía en vez de hacer lettering que era lo de antes», explica Laura Asensio, una de las promotoras de ‘Valladolid en carácter’, junto a José Ignacio Gil o la fotógrafa Miriam Chacón, entre otros, que busca mantener los que están en riesgo de desaparición, como no hace mucho ocurrió con Kioto: «Los rótulos definen el carácter e identidad de la ciudad, igual que la arquitectura. Nadie se lo pensó con el Schweppes de Gran Vía (como curiosidad, en 2022 éste cumplirá 50 años)».
«Esto es una reliquia. Lleva con nosotros casi medio siglo y de ahí no se moverá», responde sin dudarlo Alfonso Urrea, cuarta generación al frente del Bar Suizo, en la calle Doctrinos, cuyas letras rojas son una de las características de esta artería recientemente cerrada al tráfico. 51 años lleva ‘Bolsos Trini’ en la avenida Segovia. «El cartel le mantenemos y le mantendremos», apunta Beatriz Blanco, hija de Trinidad y Teodomiro, segunda generación de esta veterana, igual la que más, tienda de la calle de Las Delicias, que sigue vendiendo marroquería, bolsos, paraguas y artículos de regalo; y cuyo letrero recuerda la historia del barrio.
Bar Suizo, a punto de cumplir medio siglo. - Foto: Jonathan TajesBus Stop, Juan Villanueva Ferretería, Mónaco, Cubero, Patton... son otros de los clásicos a golpe de vista. Aunque en los barrios, como Pajarillos, Delicias, Rondilla o Pilarica, algunos de principios del siglo pasado y otros de mediados, mantiene ‘joyas’ casi escondidas.
«Como no se protejan, la identidad de la capital va desapareciendo. Cada vez se parecen más las ciudades, con más franquicias y mismos carteles», revela Asensio, que en noviembre se reunió con otros miembros de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico, y allí conoció el proyecto de Rótulos ‘Chuléricos’ de Jaén, que está trasladando todos aquellos rótulos o letreros de comercios que van cerrando a un almacén municipal para, quizás en el futuro, exhibirlos en un museo. Así, aquí en Valladolid se podría mantener, por ejemplo, ‘Confecciones Monterrubio’, tienda de prendas clásicas de señora y caballero que cerró en 2016 y cuyo rótulo aún sigue colocado en su sitio.
Asensio y su grupo de trabajo no puede llegar a lo que hacen en Jaén o en Madrid, donde también se están rescatando esos letreros, pero sueña con editar un libro con aquella exposición de 2018 y mantener en la retina y en el subconsciente la mayoría de los que hoy son casi leyenda y de aquellos que han ido perdiéndose por el camino.
«Ahora el rótulo más recurrente es Se Alquila o Se Vende». Pues eso. En peligro de desaparición.