La locura de ser feliz

M.R.I.
-

Un grupo de psiquiatras y psicólogos de Valladolid encabeza la 'Revolución Delirante', un movimiento que nació en 2011 para desterrar los estigmas sobre la enfermedad mental · Su trabajo ha merecido el Premio Intras 2015

El concepto de ‘locura’ o la definición de qué es la enfermedad mental ha ido variando a lo largo del tiempo. Así, episodios como la epilepsia, que en su momento fueron consideradas por los psiquiatras como síntomas de locura, están ya totalmente fuera de esta disciplina. Lo que ha variado menos es la consideración social de estos enfermos, que aún hoy  son marginados muchas veces por la sociedad.

Para luchar contra estos estigmas nació en 2011 el movimiento de la ‘Revolución Delirante’. Este grupo de jóvenes profesionales de la salud mental se aleja de los estándares que marca la formación académica, que rechazan porque  «es muy direccional» y aboga por los tratamientos con psicofármacos y las terapias conductistas. Por el contrario, este colectivo propone perseguir un triple objetivo muy alejado de estas premisas. Ellos defienden la formación independiente, que apueste por la escucha y la libertad de elección del paciente. Se decantan por considerar «el síntoma» como «algo individual y subjetivo», premisa que se aleja «de las teorías más positivistas», como explica Laura Martín López-Andrade, una de las promotoras de este movimiento.

Los integrantes de la ‘Revolución Delirante’ trabajan ahora para trasladar esta concepción de la clínica a la asistencia que se presta día a día a las personas. Así, su objetivo es desdibujar el papel «de poder» de los profesionales médicos, además de defender que se considere la voluntad de los pacientes como «objetivo terapéutico» para que «estén bien consigo mismos y sean felices».

Toda esta ‘revolución’ sería una mera utopía si no se consigue que este cambio en las prácticaspsiquiátricas salga de los despachos o consultas y se traslade a la sociedad. El mensaje: que la locura no es una forma de sinrazón sino una forma de razón que es diferente. Una premisa que ellos se esfuerzan en que sea «asumida» y que trasladan a la sociedad con jornadas, videoclubes y otras actividades lúdicas, un trabajo que ha merecido el Premio Intras 2015.

Este desafío al sistema establecido no es solo en la parte asistencial sino también en la económica. Estos jóvenes apuestan por una formación de los profesionales médicos independiente de los intereses de las farmacéuticas. Está en el ADN de este movimiento «idealista», que tiene como referente a los profesionales que promovieron la reforma psiquiátrica del 70, que ahora vista con perspectiva les parece «insuficiente» a estos alumnos aventajados, que quieren extender su propuesta a todos los profesionales de la salud mental, a los pacientes, los familiares de los pacientes y a la sociedad en general, como apunta Ana Elúa, psicóloga clínica

Por eso hace cinco años pusieron en marcha unas jornadas anuales, que este año se celebrarán entre el 16 y el 17 de octubre en la sala Borja. Unas «jornadas libres de humo», aseguran orgullosos de haber conseguido organizarlas sin la tradicional financiación de las farmacéuticas, y hacerlas posibles gracias al  crowfunding. «Se trata de poner en contacto a la comunidad con los pacientes y con los médicos. Antes la locura estaba en los manicomios», explica Cristina Martín, psicóloga clínica.  

¿Cómo difuminar la frontera entre la cordura y la locura? Ahora hay una barrera que es el diagnóstico y desde la ‘Revolución Delirante’ se trabaja para «desdibujarla». Esos sí, enfatizan que no es «normalizar» porque defienden que «el loco es un ciudadano más».

Estos psiquiatras y psicólogos manejan conceptos radicales, que contrastan que la rutina del sistema asistencial y demandan otro discurso médico muy distinto. No comporten que la enfermedad mental se trate «como algo que hay que reparar» y contraponen su opción de que «la locura tiene algo de estado».

Desde su experiencia en el día a día con los pacientes, testimonian que estos y sus familiares se niegan a que les digan que no se puede hacer nada. «La crisis es una manifestación de un conflicto interno», reitera López-Andrade. Y en estos casos la opción es la escucha y el acompañamiento frente a medicación. «Esa persona tiene mucho más detrás» y estos médicos revolucionarios quieren conocerlo para ayudar a sus pacientes a ser felices. «Uno nunca está loco del todo, ni sano del todo».

Estos planteamientos se ponen en práctica en el Centro de Intervención Comunitaria del Hospital Río Hortega. ¿Cómo funciona? En las reuniones todas las personas tienen voz y voto, explican. No se trabaja de forma jerarquizada, pero dejan claro que lo más importante no es lo que digan los profesionales sino que es lo que dicen los pacientes. ¿Qué se busca? «No deja de ser un trabajo contradictorio», aseguran, al entender que este equipo trabaja para que los pacientes no los necesiten en el futuro. Una apuesta también revolucionaria, ya que difiere del sistema actual donde una persona con un trastorno mental grave «entra en el sistema y ya no sale».

¿Cómo es el tratamiento? Se opta por la intervención comunitaria y por intentar que las personas resuelvan su problema en su entorno, además de aplicar tratamientos individualizados. «Se pueden administrar menos fármacos si se ayuda al paciente en su faceta personal». Así, en este centro se da más tiempo a «los locos» fuera del despacho y más en la comunidad. Un ejemplo es el trabajo que realizan un grupo de pacientes y voluntarios en el programa de radio ‘Fuera de la Jaula’, que se produce en colaboración con RNE. «Es una experiencia que demuestra que el paciente puede pasar del aislamiento a expresar sus emociones en la radio. Se pasa de una situación irresoluble a romper las cadenas que la crean», apuntan.

Estos psiquiatras y psicólogos defienden que este tipo de intervenciones devuelven a sus pacientes la capacidad de creer en sí mismos y desterrar uno de los estigmas de la enfermedad mental que les hace creer que no sirven para nada.

Otro gran estigma es la vinculación de la peligrosidad y los enfermos. Por eso desde la ‘Revolución Delirante’ se buscan fórmulas para acercar a la sociedad a estas personas «para que vean que son iguales, que pueden hacer cosas» porque «la enfermedad mental y la violencia están tan relacionados como el color de pelo y la violencia».

La ‘Revolución Delirante’ es una apuesta por otra forma de hacer las cosas que comienza por el cuestionamiento de todo el sistema establecido. «La psiquiatría mayoritariamente habla de una verdad y no la hay».