Con incredulidad e indignación, la mayor parte de la sociedad comprueba cómo cada día son más, o al menos más violentos y proselitistas, los que reniegan de las vacunas en general y de las que se administran en todo el mundo contra la covid-19 en particular. Ignoran los consejos de la inmensa mayoría de los científicos y médicos, la realidad angustiosa de los hospitales y residencias de ancianos durante muchos meses, las estadísticas que recogen ingresados y muertos... De la noche a la mañana se han convertido en expertos, en iluminados, en poseedores de la verdad absoluta, oculta para la inmensa mayoría. Apoyándose en teorías conspiratorias más propias de la ciencia ficción televisiva que de la cruda realidad, cierran los ojos a una 'guerra mundial' que afecta a todos y que ha causado, y lo sigue haciendo aunque de forma menos violenta, un inmenso dolor a millones de personas, además de incalculables pérdidas económicas.
Las vacunas han salvado millones de vidas.
Para abundar en esta evidencia del sentido común, y por la que se debe agradecer el gran trabajo del personal sanitario en sus diversas vertientes, ayer se presentaba el estudio 'Seguridad y seroprevalencia en población vacunada frente a la covid-19', que, entre otras constataciones, destaca que las vacunas generan anticuerpos en más del 85% de quienes las reciben, una cifra que sube hasta el 97% cuando se ha pasado previamente la infección.
Este trabajo de campo fue realizado de julio a noviembre del año pasado por 121 farmacias de Castilla y León (11 de Burgos), que hicieron un seguimiento de 4.000 personas (275 burgaleses). De su diseño y ejecución se encargó la Red de Farmacias Centinela de la comunidad autónoma, que tiene como principal tarea vigilar la seguridad de los medicamentos y los posibles efectos negativos o secundarios.
Dada la fácil transmisión por todo el mundo y entre todas las edades del virus SARS-CoV-2 desde finales de 2019 hasta nuestros días, con nuevas cepas y diferentes agresividades, las vacunas han demostrado ser la herramienta más eficaz para detener la pandemia y evitar infinidad de muertes.
Por ello, ante una emergencia de tal calibre y con tantas evidencias en la misma dirección, no caben las frivolidades, ni la apelación a la libertad individual, ni posturas egoístas e indocumentadas que más parecen perseguir notoriedad y oposición a los gobiernos correspondientes que lucha contra un problema común. Todavía faltan millones de personas por vacunarse y demostrar sensatez y civismo. Mejor tarde que nunca.