La falta de cobertura móvil y conexión a internet en muchos municipios de la provincia no solo afecta a la vida cotidiana de sus habitantes, sino que también lastra el crecimiento económico de estas comarcas y dificulta la permanencia de las empresas ya asentadas. La falta de competitividad por la imposibilidad de acceder a las nuevas tecnologías hace que pequeñas, medianas e incluso grandes empresas tengan dificultades para realizar su trabajo. Todo tipo de sectores se ven inmersos en esta problemática, con especial incidencia en el turismo. Son muchas las casas rurales que no pueden ofrecer conexión a internet a sus clientes, lo que acarrea pérdidas y bajadas en el número de reservas.
La presidenta de la Confederación Vallisoletana de Empresarios, Ángela de Miguel, lo tiene claro. «Avanzar en una digitalización que permita a las pymes relacionarse con la administración, los proveedores y los clientes en un entorno digital y que les ayude a potenciar el teletrabajo, el uso del cloud, los canales online, la automatización de procesos, la toma de decisiones basadas en datos y, por supuesto, la seguridad digital, es algo que se hace imprescindible».
De Miguel sostiene que para asegurar la permanencia de las empresas del medio rural, y por lo tanto, el asentamiento de población en la provincia, es «imprescindible» que se den las condiciones de cobertura suficientes, como para que estas compañías puedan desarrollar su actividad en entornos digitales.
Julio Juárez también tiene problemas de conectividad en Mojados. - Foto: Jonathan TajesEn definitiva, la presidenta confirma la necesidad de contar con infraestructuras de comunicación digital, ya que considera «determinante a la hora de poder asegurar el mantenimiento y la llegada de nuevas empresas, y con ello fijar población, en los entornos rurales».
Los establecimientos hosteleros tienen este problema. En algunas ocasiones, sus clientes necesitan internet y no tienen, y en otras dejan de acudir. El presidente de la asociación de turismo rural de la provincia, Luis Chico, tiene su establecimiento en Benafarces, en la zona noroeste. «Tenemos un internet precario, por el que pagamos 90 euros todos los meses. Tenemos un mega de subida y tres de bajada y pagamos más que en cualquier ciudad». Explica que tiene «serias dificultades» cuando un cliente le pide información sobre la casa y la zona, ya que mandar un correo con una foto, vídeo o tríptico adjunto «es imposible». Tiene que buscar un lugar fuera del municipio donde poder hacerlo.
Afirma que algunos posibles clientes dejan de llegar porque no quieren acudir a un sitio «sin cobertura». El teléfono tampoco se puede usar dependiendo de las compañías. «Los que vienen ya saben lo que tenemos aquí».
Luis Chico no tiene cobertura ni internet en su casa rural de Benafarces. Algunas empresas de la provincia ni siquiera disponen de línea de teléfono. Es el caso de la multinacional Sanit Jean, ubicada en Mojados. Está en un polígono industrial que iba a tener todos los avances tecnológicos, pero que finalmente no los tiene.
Trabajan unas 240 personas y se ven en la obligación en cada una de las jornadas laborales de hacer llamadas, videollamadas y conectarse a internet. Se han buscado la vida. Su director general, Julio Juárez, explica que han tenido que adquirir unos teléfonos móviles que a la vez hacen de fijos, para las llamadas internas. Y que también han instalado una antena en el tejado de la empresa y han contratado los servicios de una empresa de Valladolid. «Nos hablamos por radiofreciencia en el interior de la empresa. Tenemos hasta 100 megas y cuando llegamos a ese tope pues..., a esperar», comenta Juárez.
? «No tenemos ni línea fija de teléfono. El año pasado hemos facturado 32 millones de euros y tenemos una línea para todos nosotros. Somos una multinacional que no tenemos ni teléfono». Se hacen videollamadas, pedidos, proveedores... Pero todo de una forma precaria. «No tenemos otra cosa y eso supone que al final incluso podemos irnos a Madrid. Es difícil mantener la línea de producción que tenemos en estas condiciones».
Juan Llorente es el propietario de la empresa Materiales de Construcción Llorente La Esperanza, en La Cistérniga. Cuando se realizaron las obras de instalación de fibra le cortaron sus comunicaciones. Pero, al estar apartado del municipio, no llegó la instalación y dispone ahora «de los métodos de hace diez años». Lamenta que cuando tienen una llamada en curso no pueden recibir más. «Hay gente que nos dice que se ha pasado toda la mañana llamando y no nos ha localizado». Asegura que esta circunstancia supone una pérdida de clientes. «No hemos hecho un estudio sobre la valoración económica de las pérdidas, pero las estamos teniendo». En materia de conexión a la red, tampoco lo tienen fácil. Han tenido que pagar de su bolsillo un amplificador para que todos los ordenadores puedan trabajar. Y además, han visto cómo la factura se triplicaba. «Antes estábamos pagando unos 300 euros más o menos y ahora nos vamos a 900 con un peor servicio».
Han contactado con su operador de telefonía y le han comunicado que debe hablar con su Ayuntamiento. «Me imagino que como estamos alejados del pueblo, pues no tenemos derecho». Actualmente, desconocen cuánto tiempo más tendrán que aguantar. «Llevamos en esta situación desde el mes de noviembre y la verdad es que nadie nos dice nada».
Por su parte, Miguel Manzano, desde Carretillas Mayor, destaca que ha soportado un gasto de más de 100.000 euros en subsanar los problemas de intenet al no contar con fibra óptica ni con ningún tipo de conexión a la red. «Tras numerosos intentos por buscar una ayuda con la Administración, se ha desentendido totalmente de buscar una solución al problema», comenta. Además, destaca que los días de niebla u otras inclemencias meteorológicas tienen «problemas muy serios con internet».