«Podríamos haber vendido millones de mascarillas»

Óscar Fraile
-

El empresario Javier Gómez, distribuidor de equipos de protección, tuvo que racionar las entregas para dar prioridad a los servicios esenciales, entre los que se encontraban los hospitales de la ciudad en los primeros días de la pandemia

Javier Gómez es gerente de la empresa Comercial Ulsa. - Foto: Jonathan Tajes

Aunque la pandemia ha supuesto la ruina para muchos empresarios, otros han tenido que afrontar un incremento de la actividad sin precedentes. Es el caso de los negocios dedicados a la fabricación y distribución de equipos de protección individual (EPI), especialmente las mascarillas. Este producto irrumpió en la vida de todos los ciudadanos hace un año. Y aunque acceder a él ahora mismo no representa ninguna dificultad, la extraordinaria demanda hace doce meses hizo que fuese un bien escaso. Las  fábricas de no daban abasto y los distribuidores apenas encontraban proveedores, ni siquiera en el mercado internacional, toda vez que los gobiernos intervinieron las producciones para que no salieran de sus respectivos países.

Javier Gómez, responsable de Comercial Ulsa, es uno de ellos. Recuerda que dos meses antes de que se declarase la pandemia la demanda de EPI por parte de empresas de limpieza ya había crecido mucho. Pero todo se disparó el mismo día 14, cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el estado de alarma. La primera consecuencia fue una llamada del Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León a esta empresa, que, aparte de distribuir EPI, también es una ferretería industrial. El objetivo era hacer acopio de material para montar las carpas que más tarde se instalarían en la parte exterior del Río Hortega y el Clínico, con el objetivo de hacer triaje a los pacientes. Al día siguiente llamaron desde varias consejerías de la Junta de Castilla y León para interesarse por la disponibilidad de EPI, dada la escasez que había por entonces en los hospitales. Gómez, junto a un compañero, trabajó durante toda la tarde de ese domingo para sacar el material disponible y entregarlo al Río Hortega, desde donde se hizo una redistribución después. «Fue una satisfacción enorme, puesto que enviamos ocho furgonetas llenas de equipos de protección», recuerda. En ese momento no importaba que el negocio se quedase desabastecido, ni la incertidumbre de cuándo cobraría esa entrega. En el orden establecido por Gómez, la salud pública era lo primero.

Era el comienzo de una demanda que no dejaría de crecer en las siguientes semanas. A diferencia de otras, esta empresa no cerró al ser proveedora de servicios esenciales, como la alimentación, la limpieza, la logística y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Eso sí, desde ese momento comenzó a racionar la entrega de material en función de la importancia de la labor que desarrollaban los clientes. «Lo más fácil hubiese sido, si tenía 20.000 mascarillas, entregárselas al primero que las pague y aquí paz y después gloria, pero tomamos otra decisión que creo que fue más justa», señala el gerente. De hecho,esta pyme nunca se quedó sin mascarillas. Siempre reservó un pequeño remanente para casos de extrema urgencia.

Como el resto de empresas, Comercial Ulsa ha tenido que recurrir a proveedores internacionales para garantizar la entrega a sus principales clientes. Su estrategia ha pasado por recurrir a varios vendedores para no depender de uno que pudiera fallar. «Hemos comprado mascarillas a más de mil fabricantes distintos», explica Gómez.

Ahora la distribución está mucho más asentada y la empresa apuesta por la innovación con la comercialización de mascarillas homologadas transparentes para que las personas sordas puedan leer los labios. «Ha sido una solución para las personas con discapacidad auditiva, pero también para colectivos como el educativo, logopedas y personas mayores, entre otras, y a nivel nacional ha tenido mucha repercusión», asegura el gerente.

La actividad en Comercial Ulsa no para, aunque atrás queden meses de muchísimo trabajo. «Hay que destacar el compromiso de nuestro equipo durante todos estos meses de incertidumbre porque, sin nuestra gran plantilla, no hubiera sido posible», finaliza.