Su nombre de guerrera es Boticaria García y su misión la divulgación científica en el campo de la alimentación. Tirando del humor como superpoder y de retranca manchega en su discurso ha logrado que miles de adcristas le sean leales por todo el país y que en muchos hogares se cambien los embutidos ultraprocesados por el mucho más sano y hecho en casa pollo lento. En su última batalla lucha contra un fantasma: El jamón de york no existe, una guía para hacer una compra más saludable y descubrir los secretos que se ocultan en los lineales del supermercado.
¿Y dice que el jamón de york no existe? Ahora cuénteme que el surimi es una fantasía y que el pan de molde no es recomendable y me hunde la cena de esta noche.
Definitivamente, busca otra cena. La gente se queda muy sorprendida de que el jamón de york no exista. Esta denominación no aparece en la legislación, está la palabra fiambre. Con esto, lo que le estás metiendo al bocadillo es el jamón cocido de peor calidad, el que tiene el 50 por ciento de chicha y el resto es fécula, azúcar, sal... y otras cositas para que esté rico. Luego está el jamón cocido, que sería el de siguiente categoría, y el jamón cocido extra, compuesto por más de un 80 por ciento de carne. Esa palabra york, que no está en la legislación, puede ponérsele a unas magdalenas york, a unos peta zetas york o a unos chicles york.
¿Por qué nos gustan tanto los alimentos que no son saludables?
Porque están muy ricos. ¿Por qué? Porque les añaden azúcar y esto genera la liberación de dopamina en la corteza prefontral del cerebro, que desencadena un mecanismo de recompensa, que lo que quiere es repetir la acción de aquello que te ha hecho sentir placer. Si lo que te lleva al bienestar es comer azúcar, quieres seguir haciéndolo. También suelen llevar grasas muy palatables que hacen que estén más ricos. En la naturaleza no hay alimentos que estén tan buenos como los ultraprocesados. El calentar y listo o abrir y listo, también ayudan. ¿Qué diferencia hay en algo inmediato como abrir un donut y listo o un plátano y listo? Volvemos al punto número uno. Luego otro tema es el precio. Y no es que comer bien sea caro, es que comer mal es muy barato.
¿Por qué la gente no se cree o no comprende el poder preventivo que tiene la alimentación ante ciertas enfermedades?
Por desgracia, la mayoría de las personas infravalora totalmente esta capacidad preventiva porque muchas de las enfermedades relacionadas con la alimentación son silentes. El colesterol no duele; con la diabetes tipo 2, en principio, se puede vivir, incluso con cierto grado de hipertensión derivado de la obesidad. Si doliera, la gente se lo pensaría.