La exhibición ofensiva de un Cory Higgins letal tras el descanso permitió al Barça anotarse el primer punto de la final de la Liga Endesa frente a un Real Madrid que, aunque dominó la primera parte, fue perdiendo fuelle y acabó cediendo el factor cancha en una serie al mejor de tres partidos que le deja sin margen de error y le obliga a ganar en el Palau para seguir con vida (75-89).
Al igual que ocurrió en la Copa del Rey, donde fue nombrado mejor jugador (MVP), el escolta estadounidense, con 26 puntos y catorce sin fallo en un tercer cuarto de claro color visitante (16-29), fue el factor determinante en la remontada que dejó sentenciado el clásico del baloncesto español y acerca a su equipo a una Liga que se le resiste desde 2014.
Aunque la mejor puesta en escena de los blancos, con Walter Tavares dominando bajo aros y una efectiva barrera defensiva, le situó con un 7-0 de salida que obligó a parar el juego a Sarunas Jasikevicius de inmediato ante la desconexión de los suyos en ataque. Los azulgrana fallaban todos sus lanzamientos hasta que, con un triple, Nick Calathes acabó con una sequía anotadora que se prolongó durante cuatro minutos.
El técnico azulgrana tiró de Pau Gasol para acabar con el efecto Tavares, autor de 7 puntos y 8 rebotes en el primer cuarto. La medida tuvo efecto inmediato. El duelo ganó en intensidad y emoción gracias al buen trabajo del pívot catalán y la brecha llegó a bajar a dos puntos, aunque la fe de los de Pablo Laso, ya con Sergio Llull en pista, les permitió confirmar su dominio en el juego y en el marcador al final de un primer acto de alto voltaje (20-15, min 10).
La mayor intensidad de los locales siguió decantando el duelo a su favor. Solo sufrían para superar a un Gasol que prolongó su buen momento de juego y suponía la mejor noticia para su equipo, que seguía sufriendo para anotar. Cuando el pívot catalán volvió al banquillo, Vincent Poirier se hizo el dueño en la pintura y los rebotes ofensivos permitieron a los de Pablo Laso mantenerse por delante, ayudados por el acierto de Fabien Causeur.
Poco a poco, y a base de mayor disciplina atrás, el Barça fue metiéndose en el choque, si bien seguía acusando la falta de un referente ofensivo y su desacierto ante el aro. Tampoco andaba muy fino de puntería el líder de la fase regular, por lo que las canastas escaseaban en esa fase el partido.
Además, las pérdidas empezaban a lastrar en exceso al Real Madrid y el despertar de Kyle Kuric, con dos triples consecutivos, empató el marcador a un minuto y medio del descanso, al que se llegó con ligera ventaja blanca y todo por decidir en la segunda parte (36-33, min 20).
De nuevo salieron más entonados los blancos, con un 5-0 de salida. Jasikevicius se desgañitaba en la banda en busca de una reacción y solo la calidad individual de sus hombres evitaba males mayores. Hasta que Cory Higgins reclamó su protagonismo y, con ocho puntos seguidos, metió el miedo en el cuerpo a los anfitriones, que vieron como Calathes adelantaba a los suyos por primera vez en el ecuador del tercer cuarto (44-46, min 25).
Llegó entonces un triple de Mirotic que culminó un parcial de 0-12 y obligó a Laso a pedir tiempo muerto para frenar la sangría. Higgins siguió a lo suyo, destrozando el aro blanco desde todas las posiciones y la falta de respuesta del Real Madrid, que seguía desaparecido en ataque, encendió las alarmas en su banquillo al verse diez abajo tras haber dominado el clásico durante 25 minutos .
Mirotic siguió aportando a la fiesta anotadora de un Barça muy distinto al de los primeros veinte minutos, efectivo atrás, explosivo en ataque y capaz de endosar en el tercer acto a su eterno rival un 16-29 que le llevó a los últimos diez minutos con una decena de puntos de colchón como recompensa (52-62, min 30).
El equipo catalán siguió a lo suyo, con las ideas más claras y el duelo encarrilado. A cada golpe de los de Pablo Laso, respondían con la misma moneda. Una técnica a Rudy Fernández agravó la situación, con los azulgrana quince arriba a siete minutos del final.
Jeffery Taylor, con otra técnica y una antideportiva que le obligó a irse a los vestuarios, evidenció el desquiciamiento de un equipo que lo intentaba pero acusaba su cansancio y era incapaz de acercarse a un Barça mucho más entonado, que no sufrió para conservar su renta y se apuntó sin sufrimiento el primer punto de la serie. El martes, en el Palau, buscará acabar con una sequía de siete años sin levantar un titulo de Liga.