Belén Viloria

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Belén Viloria


En desacuerdo, pero con respeto

11/05/2024

En un mundo más dividido que nunca, parece que hemos entrado en una espiral en la que, en vez de poner el foco en la resolución de los conflictos, resulta más interesante ponerlo en aumentar las separaciones y el odio. 

Esto es aplicable a muchos ámbitos de nuestras sociedades actuales, dentro y fuera de España. Sucede tanto a gran escala con las guerras actuales, democracias y economías globales, como en los entornos más locales; desde el escenario político, al escenario económico, o en la convivencia del día a día, en la que se está viendo un aumento preocupante de la violencia en nuestras propias calles. No hay más que hacer un repaso diario a través de los medios para darse cuenta de que el panorama resulta bastante desolador.

Hablamos de grandes desafíos a los que nos estamos enfrentando como Humanidad en esta era: Inteligencia artificial, longevidad, singularidad, nuevas energías, cambio climático, inclusión y equidad .... pero quizás hay otro gran desafío con el que no contábamos y cuya necesidad cada vez está más presente: el poder estar en desacuerdo, pero con respeto, para ser capaces de encontrar algo más profundo que nos una y nos permita construir y avanzar entre todos.

La crispación política parece entrar en una espiral difícil de parar y está afectando a todos los ámbitos. Cada vez hay más voces que piden «una democracia de calidad donde quepamos todos» y «un clima político sosegado para poder continuar como país en el crecimiento económico». En concreto, estas son palabras del recién nombrado presidente del Instituto de la Empresa Familiar a nivel nacional, Ignacio Rivera, presidente de la Corporación Hijos de Rivera, empresa centenaria con más de 30 marcas, entre las que está la mítica Estrella Galicia, en la propia asamblea general de esta asociación, de la que forman parte algunas de las principales empresas del país como Mercadona, Ferrovial, Puig, Acciona o Gestamp. 
Palabras muy relevantes ya que las empresas son un actor clave de la prosperidad de cualquier país, y en un momento crítico en el que parece que el diálogo político-empresarial no está en su mejor momento. Por tanto no sólo son relevantes para la empresa familiar, sino también para todo el tejido empresarial y sociedad española, ya que España es el segundo país del mundo con mayor porcentaje de empresas familiares, el 89% del total y genera el 57,1% del PIB del sector privado.

Tal y como ha expresado Ignacio Rivera, las empresas familiares apuestan por las personas como eje central de su propósito, creando el 67% del empleo privado y atrayendo y reteniendo talento, a la vez que miran al mundo y trabajan, como el propio Ignacio ha expresado, por abanderar la Marca España. Y también son clave por su visión a largo plazo en la que priorizan el bienestar de las generaciones futuras sobre las ganancias inmediatas, cuidando su origen, entorno y cultura de forma natural y responsable. Él lo sabe muy bien porque además en su caso, son empresas que tienen la determinación de cumplir y mejorar de manera continua de acuerdo a los altísimos estándares del movimiento B Corp en todas estas materias.

También para los empresarios de Castilla y León, el 90% son empresas familiares, la situación política actual es su primera preocupación (34%), incluso por delante de la deuda pública (25,5%) y la inflación, que pasa a un tercer lugar (14,9%) y lo ven como el principal riesgo para la economía y su crecimiento, según el último sondeo realizado por Empresa Familiar de Castilla y León (EFCL) a sus 180 asociados. Pero además de estas dificultades, en Castilla y León se suma el que más del 80% no tiene previsto su relevo generacional, por lo que en la próxima década están en juego tanto su actividad económica, como los empleos que generan. 

La crispación y el clima político actual no ayuda. Hay mucho trabajo que hacer, y no hay mucho tiempo, pero además de afrontar estos grandes desafíos, yo también apuesto por empezar por algo más básico, recuperar el respeto, los valores y la posibilidad de diálogo en el desacuerdo, con el único fin de encontrar juntos soluciones. 
Hace una semana, en Vancouver, pude conocer a Spencer Cox, Gobernador de Utah, que se dio cuenta de que por el camino de la descalificación y la confrontación constante hacia sus contrincantes, lo único que conseguían todos era perder la confianza de los ciudadanos. Decidieron hacer juntos una campaña mostrando sus diferencias pero con su máximo respeto y admiración como políticos. ¿Os imagináis algo así en nuestro país?