"Llevo peor el frío de Valladolid que el de Moldavia"

David Aso
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Olesea Brasovean, moldava afincada en Valladolid desde hace 14 años

Olesea Brasovean posa junto a la fuente de la plaza de Zorrilla. - Foto: Jonathan Tajes

Nombre: Olesea Brasovean.

Lugar de origen: Transnitria (Moldavia).

Años en Valladolid: 14.

Profesión: Mánager de comercio exterior.

Comida preferida: Guisos, lechazo, cochinillo.

Rincón favorito: Acera de Recoletos

Por amor a su novio de entonces vino a Valladolid y por amor a Valladolid decidió quedarse. Olesea Brasovean, natural de la región moldava de Transnitria, recuerda el 21 de diciembre de 2009 como "un regalo de Navidad", aunque sus primeras sensaciones no suenen tan idílicas. Aterrizó en Barajas, tomó un autobús y, según se acercaba, ya empezó a sentirse como en casa… con todas las consecuencias. "La verdad es que esperaba un país verde con un clima más cálido pero, tal y como iba entrando en la meseta, empecé a ver todo oscuro, todo seco, mucha niebla… ¿Esto es España o Moldavia?".

Tenía 21 años cuando puso rumbo a Valladolid en contra de los deseos de su familia. Más aún cuando, pasado un tiempo, se quedó "sola". "Decían que aquí siempre sería una extranjera, pero quise demostrar que era capaz de salir adelante sin apoyo de nadie". Y tanto que pudo. Estudió Filología Inglesa y un máster de comercio internacional en la UVa, mientras trabajaba en hostelería de viernes a lunes. Habla rumano, ruso, inglés, francés, algo de italiano y portugués; además de muy buen español, tras llegar sabiendo lo justo o menos por lo que aprendió viendo películas en versión original.

Hizo prácticas en Industrias José Luis Blanco y acabó contratada para su departamento de comercio exterior. De aquello hace cinco años y ahí sigue "muy feliz", a pesar de que también sigue poniendo copas los fines de semana para sacarse un extra: "Si no tengo un viaje o algo parecido, mejor ganar dinero que estar parada".

Sorprende que Olesea viviera días de invierno en Moldavia con "más de 20 grados bajo cero" y aun así diga que el frío pucelano lo lleva peor, "pero es que allí se va más preparado, con ropa de abrigo adecuada, y aquí se te mete en los huesos", explica. Claro que eso favorece una de sus grandes aficiones gastronómicas, "el cuchareo" de unos guisos que también le recuerdan a su tierra natal. Otro paralelismo que apunta, aunque allí vea "un retraso de 50 o 60 años con respecto a España".

Sí le llama la atención "la falta de etiqueta o protocolo" que se ha encontrado. "Igual que no vas al gimnasio con tacones, no entiendo bien lo de ir en chándal al banco, al médico o al Ayuntamiento", ni "el tuteo con profesores", pero igualmente se declara "enamorada" de una ciudad donde "llegas a cualquier parte en 15 minutos" y "nunca" sintió miedo de caminar de madrugada. "Luego se habla mucho del carácter de los vallisoletanos, que son muy autocríticos, pero aquí he encontrado a mis mejores amigos. Al principio puede costar igual que pasa en Moldavia, pero después los tienes para toda la vida". Como su "hogar" vallisoletano.