Arte en estado puro aguarda a cuantos visiten la sala de exposiciones del Museo de Pasión y de la Iglesia de Las Francesas, en Valladolid, hasta el próximo 31 de agosto. Ambos recintos están ocupados desde el viernes por más de cuatrocientos dibujos, objetos y memorabilia procedentes de la ingente colección personal del historiados Luciano Berriatúa, que conforman la muestra 'El dibujo animado americano. Un arte del siglo XX'.
El historiador madrileño presentó ayer la exposición en Valladolid, y apuntó que la animación de este periodo refleja “una serie de mundos soñados, ajenos a la realidad”. La exposición traza “una panorámica sobre los artistas, los estudios y las evoluciones técnicas del género”, desde 1929 hasta el siglo XXI.
La irrupción del sonoro y la “revolución” que supuso para la industria del cine, incluida la animación, marca el punto de partida de este repaso visual al legado de creadores como Walt Disney, Ub Iwerks, Chuck Jones, William Hanna y Joseph Barbera, Tex Avery o Walter Lanz, y de estudios como Paramount, MGM, Warner o Columbia, entre otros.
Uno de los dibujos que se expondrán en la muestra que se inaugura el viernes. - Foto: FUNDACIÓN MUNICIPAL CULTURA VA La sala del Museo de Pasión dedica toda su planta baja al legado de Disney hasta su muerte, en 1966, una fecha emblemática que marcó un punto y aparte en la historia de sus estudios y de la propia animación mundial. Personajes de las 'Silly Symphonies' como la liebre y la tortuga, la cigarra o los tres cerditos, conviven con carteles, partituras y discos de los largometrajes de la edad dorada de Disney, desde 'Blancanieves y los siete enanitos' hasta 'El libro de la selva', pasando por los inevitables Mickey y Donald, este último protagonista de cortometrajes como 'La cara del Führer', creados por Disney para ayudar al Gobierno estadounidense a que su entrada en la Segunda Guerra Mundial fuera menos traumática para la población.
“Walt Disney era muy exigente, y necesitaba que todas sus películas tuvieran una calidad muy alta. Por ello no reparaba en gastos a la hora de asumir un nuevo proyecto. Cuando él murió la calidad cayó, y coincidió en el tiempo con la eclosión de la animación para adultos, un mercado que había abierto George Dunning el año anterior con 'El submarino amarillo', de los Beatles, y que se convirtió en un filón con la llegada del cómic 'underground' al cine”, explicó Berriatúa, comisario de la exposición.
En la sala superior de La Pasión aparecen bocetos y dibujos de personajes míticos de otros estudios como Pepe Pótamo, Pixie & Dixie, Tom y Jerry, el Pájaro Loco, Los Supersónicos, Mr. Magoo o La Pantera Rosa, iconos de una época en la cual la sensualidad comenzaba a colarse en la animación.
Un recorrido cronológico
El recorrido, cronológico, prosigue a partir de 1966 y hasta el año 2000 en la Iglesia de Las Francesas. Allí el protagonismo se divide en más personajes, aunque son criaturas de la Warner como Bugs Bunny los que acaparan mayor atención. Tampoco faltan en el templo desacralizado emblemas de la animación para adultos como 'El señor de los anillos' de Ralph Bakshi, 'Heavy Metal' de Gerald Potterton o el provocador 'Gato Fritz' de Robert Crumb, sin olvidar a Carlitos y el omnipresente Snoopy de Charles M. Schulz, la reinvención de Batman que Bruce Timm hizo en los 90 (originando una de las series más exitosas sobre el personaje de Bob Kane), los Simpsons de Matt Groening, la señora Brisby o el pequeño ratón Fievel de Don Bluth, y el emblema del nuevo siglo que creó Stephen Hillenburg: Bob Esponja.
“Es una exposición que satisfacerá a niños y adultos, y que prueba el gran valor plástico y artístico de la animación”, explicó la concejala de Cultura, Comercio y Turismo, Mercedes Cantalapiedra. Por su parte, Berriatúa explicó que su devoción por la animación comenzó cuando él tenía 12 años y vio en el cine '101 dálmatas', el primer largometraje donde se utilizó la xerografía, un proceso de producción que revolucionó la animación de la mano de Ub Iwerks a comienzos de los años 60, y que supuso dejar atrás las técnicas tradicionales de animación para conseguir un resultado “mucho más moderno”.
Desde entonces, Berriatúa probó suerte haciendo sus propios cortometrajes, lo que le sirvió para descubrir e investigar sobre los métodos de trabajo de los grandes estudios de animación. La exposición, que hoy abrió sus puertas, es sólo “la punta del iceberg” de la colección personal del historiador, según confesó él mismo, ya que entre sus fondos cuenta con más de 5.000 dibujos y objetos que bien podrían servir como punto de partida para la creación de un añorado Museo de la Animación en España.
Más fotos: