El mejor soldado

J.L.Robledo/ ICAL
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Bernardo Maestre, el número uno de la XXXIX promoción de sargentos de la Academia de Caballería de Valladolid, apura estos días tres intensos cursos de formación

El mejor soldado

Cuando en 2004 ingresó en el Ejército de Tierra, Bernardo Maestre no se podía imaginar que diez años después se convertiría en suboficial y, mucho menos, que fuera el número uno de la XXXIX promoción de sargentos la Academia de Caballería de Valladolid. Atrás quedan tres años de sacrificios, de interminables horas de estudio y de una exigente preparación física.

Bernardo, junto con sus 29 compañeros de promoción, apura estos días el curso con la mirada puesta ya en el próximo diez de julio, jornada en la que está previsto que, recibirán sus despachos de sargentos en la Academia General Básica de Suboficiales del Ejército de Tierra, centro ubicado en el municipio ilerdense de Talarn.

Si volver a coger el hábito del estudio, “algo que ya tenía un poco oxidado”, fue difícil, para Bernardo lo más duro de la Academia de Caballería no ha sido levantarse todos los día a las 7 de mañana y comenzar, una hora después, unas maratonianas jornadas de clases hasta las tres de la tarde, tampoco han sido las largas maniobras realizadas en la base de Renedo-Cabezón, ni las pruebas finales de hace unos días en las que durante tres días “apenas nos han dejado dormir”, para este joven albaceteño de 28 años lo más difícil ha sido estar alejado de la familia, “algo que no es nuevo para casi ninguno de nosotros, pero a lo que nunca te acostumbras”.

Dentro de una semanas esta situación cambiará y Bernardo confía en que el 'número uno' le sirva para regresar a Valencia, donde estuvo destinado en su etapa como soldado y cabo, y poder ingresar en el Regimiento de Inteligencia, para así tener la posibilidad de trabajar en la unidad de aviones no tripulados de observación.

Aunque destaca la completa formación que durante estos tres años ha recibido en las aulas, especialmente en lo referente a los valores que ahora deberá transmitir a sus subordinados, Bernardo tiene claro que la experiencia más impactante vivida en el Ejército fue su paso por Afganistán, donde estuvo destinado seis meses entre 2009 y 2010. “Fue duro, pero al mismo tiempo también fue muy enriquecedor en muchos aspectos. Impacta el ver tan de cerca la desgracia de un país y lo mal que lo pasa la gente, pero lo más duro es ver morir a compañeros. En el otro lado de la balanza, sin duda, yo colocar el compañerismo y las amistades que se fraguan cuando te enfrentas a situaciones de riesgo”.

Además de Bernardo y sus 29 compañeros, que han dejado tres años de esfuerzos y muchas horas de estudio entre los muros del veterano acuartelamiento del General Shelly, también se han despedido del centro de formación vallisoletano los 16 caballeros alféreces cadetes de la LXIX promoción de la Academia General Militar, que durante un curso completaron los estudios iniciados en Zaragoza.

Ya hace muchos años que los caballos han dejado paso a carros de combate como Leopard 2-A4, que a pesar de sus 60 toneladas de peso es capaz de moverse a más de 90 kilómetros por hora gracias a sus 1.500 caballos de potencia, el espíritu de la Caballería continúa siendo el mismo que preside la entrada de la Academia, donde un grupo escultórico de Mariano Benlliure recuerda a los héroes del regimiento Alcántara en el Desastre de Anual (1921), a los que 91 años después el Gobierno concedió la laureada colectiva, la más alta condecoración militar que se puede recibir.

Precisamente la concesión esta distinción ha tenido durante este curso una presencia destacada en la Academia, dado a mediados de mayo se inauguró la exposición 'Alcántara, una Laureada de Vida', muestra en la que se explicaba la gesta que en el julio de 1921 llevó a cabo el regimiento Alcántara nº14 de Caballería, cuando cubrió la retirada de las tropas españolas y perdió a más de 651 efectivos de los 717 por los que estaba formado.

Además de una exigente preparación física, la formación de los alumnos se divide en dos grandes bloques: humanidades, donde se incluyen la formación militar y otras asignaturas como ética o relaciones internacionales, y las enseñanzas propias de la caballería como táctica, tiro y topografía, además de conocimientos teóricos y prácticos de los principales materiales y vehículos que utiliza el Ejército de Tierra y que van desde carros de combate como Leopard II, Leopardo, Centauros o los TOA (Transporte Oruga Acorazado), hasta los VEC y los BMR, vehículos más ligeros y que habitualmente son utilizados en las misiones humanitarias en las que participa el Ejército.

Además, con la implantación de los nuevos planes de estudio para adaptarse al Plan Bolonia, los oficiales que terminan sus estudios en la Academia de Caballería reciben el título de graduado en Ingeniería de Organización Industrial, mientras que los suboficiales reciben el de técnico superior en Asistencia a la Dirección.

Formación por 40 profesores

La mayoría de las clases se imparten en el edificio de la plaza Zorilla, pero las instalaciones de la Academia también se extienden al acuartelamiento Teniente Galiana, en el pinar de Antequera, donde se sitúa el grueso de la Jefatura de Apoyo y Servicios, y donde se encuentran los carros acorazados y los vehículos y materiales con los que los alumnos realizan las prácticas. Estas instalaciones se completan con galería de tiro para armas individuales, polideportivos, una sala con simulador de tiro y una pista de aplicación, así como con diversas aulas.

La formación que reciben los alumnos, impartida por más de cuarenta profesores, se completa gracias a los convenios de colaboración que tiene firmados con la Universidad de Valladolid y con la Universidad Europea Miguel de Cervantes, y que se traducen en conferencias y seminarios sobre diversas materias como comunicación o actualidad internacional. Además, el centro, fuera del horario lectivo, pone a disposición de los alumnos visitas culturales, equitación y clases de refuerzo en idiomas.

Desde que en 1852 se acordará el traslado del Colegio de Militar de Caballería de Alcalá de Henares al edificio conocido como el 'octógono', que en principio estaba previsto que se convirtiera en cárcel modelo, la historia de Valladolid y de esta Academia ha estado unidas.

Igual que Bernardo Maestre reconoce que siempre llevará a Valladolid en su corazón, la mejor demostración de los vínculos entre Valladolid y la Academia tuvo lugar en el año 2002, cuando coincidiendo con el 150 aniversario de la llegada del centro militar a la ciudad, la plaza Mayor fue testigo de un solemne acto en el que el Ayuntamiento le entregó la Medalla de Oro.

El curso también estuvo marcado por la marcha provisional del director de la Academia, el general de brigada Andrés Chapa Huidobro, que a mediados de mayo asumió el mando del contingente español desplegado en el Líbano, en la base Miguel de Cervantes de Marjayoun, al sur de Beirut, un año después de que fuera nombrado director de la Academia en sustitución del general Manuel López. Chapa Huidrobo, que pasará al menos seis meses en el sur Líbano, atesora mucha experiencia en misiones internacional y ha sido condecorado por la OTAN y Naciones Unidas por su participación en los Balcanes y Guatemala.