Pese a su tétrica imagen ligada a agujas y cadáveres demacrados, el consumo de heroína vuelve a despuntar en Estados Unidos, impulsado por sus bajos precios, su mayor pureza y la creciente dificultad para acceder a fármacos opiáceos con receta. Un verdadero problema que, que según las últimas estadísticas (de 2012), se incrementó en un 80 por ciento y que la reciente muerte, presuntamente a causa de una sobredosis, del actor Philip Seymour Hoffman, ha vuelto a poner sobre la mesa.
Así, un estudio elaborado por el Departamento de Abuso de Drogas y Salud Mental (Samhsa) hecho público hace unos días concluyó que 669 mil estadounidenses habían tomado estas sustancia en 2012 (un 80 por ciento más que en 2007). De ellos, unos 150.000 solo la consumieron una sola vez, mientras que los más de 400.000 restantes se les categorizó como drogadictos dependientes. Esta cifra es también el doble de los datos obtenidos por el mismo departamento en 2002.
«El 80 por ciento de la gente que tomó heroína por primera vez había ingerido analgésicos recetados con anterioridad. Los nuevos usuarios comenzaron fumando la droga o aspirándola. Una vez fueron adictos a la sustancia, comenzaron a inyectársela, consiguiendo un efecto más rápido e intenso», añaden desde el organismo.
«Aunque el nivel de consumo todavía no llega a epidemia, si sigue este camino va a serlo. Los resultados son así de malos», se lamentaron los expertos. Sin embargo, el gusto por esta droga sigue siendo escaso en comparación con los 31 millones de norteamericanos que fumaron marihuana o con los 4,7 millones que consumieron cocaína en 2012, tal y como desveló el periódico The Wall Street Journal.
MÁS SOBREDOSIS. En EE UU, más de 4,6 millones de personas han consumido heroína alguna vez en su vida. Eso representa el 1,8 por ciento de la población de la nación. Además, la media de edad de los usuarios es de 23 años. Así, mientras su venta aumenta, también lo hacen las muertes por sobredosis. De hecho, entre 2006 y 2010 fallecieron por esta causa 3.038 personas, tal y como apuntan los datos recopilados por el Samhsa, perteneciente al Departamento de Salud estadounidense
Si se combina esta droga con otros estupefacientes, la mortalidad es aún más alta. En los últimos meses, de acuerdo con fuentes federales, perdieron la vida 37 personas en Maryland, 23 en Pensilvania, y varios más en los Estados de Nueva York y Ohio por inyectarse heroína mezclada con fentanilo, opiáceo sintético que, según los expertos, es 100 veces más potente que la morfina y el doble que la propia heroína.
Por ello, los investigadores del fallecimiento de Hoffman están intentando averiguar si el actor podría haber consumido ese tipo de sustancia adulterada, un dato que no se conocerá hasta que los médicos forenses de Nueva York publiquen los resultados de la autopsia y los exámenes clínicos practicados al cadáver.
Asimismo, otro de los factores que ha contribuido al aumento del gusto por esta droga entre los norteamericanos es que la heroína procedente de México, que hace 20 años contaba con niveles bajos de pureza, ha ido ganando calidad en la última década.
También el tráfico de esta sustancia desde el vecino del sur ha crecido, duplicándose en los últimos 10 años, de acuerdo a los datos recogidos sobre los alijos incautados por parte de la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA).
Por último, y fruto de esta nueva realidad, el perfil geográfico de su consumo ha variado. La heroína comienza salir cada vez más de su habitual ambiente urbano y aparece en localidades rurales que no habían sufrido las consecuencias de su adicción.
De este modo, su compraventa ya no se concentra en las grandes urbes del país como Chicago, Nueva York o Los Ángeles. Ahora, estados de perfil mucho más rural, como Nuevo Hampshire, Minnesota, Vermont, o Washington, ya reconocen el auge en sus comunidades de esta sustancia, asegurando que sus infraestructuras sanitarias no están preparadas para este tipo de dependencias, lo que agravará el problema en el futuro.