Francisco Narla regresa con una nueva novela, 'Laín, el bastardo', primer premio Edhasa Narrativas Históricas. Una obra ambientada en la Galicia del siglo XIII.
Un piloto interesado en la novela histórica.
Siempre he dicho que el escritor debe ser honesto, debe intentar escribir aquello que le gustaría encontrar en las librerías. Mi primera novela fue más terror costumbrista; la segunda un thriller, ya en la tercera escribí una novela histórica, Assur, la invasión de los vikingos a la Península Ibérica y funcionó. Para qué nos vamos a pelear, si el público aceptó y yo me siento cómodo escribiendo ese tipo de historias y además resulta que puedo pagar las facturas, tampoco es cuestión de llevar la contraría a ese público, estoy encantado.
¿Qué supuso ganar este premio con Laín, el bastardo?
Escribir es un trabajo solitario. Un lector rápido acaba con Laín en 10 horas y son años de mi vida trabajando. Encima, la recompensa del público, que es maravillosa, es tardía, y al contrario que Cela, al que no le gustaban los premios hasta que se lo daban a él, a mí me parecen todos extraordinarios. Además, la industria te reconoce de una manera inmediata y ésta es muy potente, sienta muy bien un premio y en éste, el presidente del jurado era Santiago Posteguillo.
¿Laín es la historia de una búsqueda, de una venganza?
Laín es una novela grande, no hay una sola pretensión, es más global y podríamos dividirla en capas, si quieres. En la parte más literaria, exploraba la relación entre padre e hijo, aunque Laín es un bastardo, con lo que significaba en el siglo XIII, y lucha toda su vida por ganarse una posición y ser respetado por su padre. Está hecho a la imagen de la figura histórica de Guzmán el Bueno. Hay otra parte desde el punto de vista histórico que me parece muy llamativa, ya que la novela parte de que el famosísimo trovador Martín Códax no tenía biografía y para mí, la posibilidad de inventarme su vida era un caramelo. Los escritores somos cazadores de historias y encontrar la que está por escribir es muy relevante y, de paso, presentar las conexiones de la historia y dejarle al lector elementos capitales de la historia de la humanidad.
¿Ante todo entretenimiento?
Ante todo, una novela debe ser entretenida y en el caso de Laín, el bastardo creo que se ha conseguido porque la respuesta que llega del público es buena y es lo más importante, que transmita emociones y resulte recordada, que sea una historia que merezca la pena pensar en ella.
Un éxito de ventas, ¿pero sobre todo que llegue al lector?
Tengo claro que busco que mis historias gusten, no pretendo ser un emisor de moral o filosofía, creo que la novela no debe ser eso. El escritor debe contar una buena historia y si lo es, se desprenden mil cosas. A mí, lo que me parece mal es que el escritor pretenda, en primer lugar, ponerse como adalid del pensamiento de una sociedad, debe hacer bien su trabajo y, si se hace, tiene como consecuencia que esas historias tengan ese sentido moral. Si la novela es buena, cuando la has entregado al público, los lectores sacarán esas virtudes, pero no es tu trabajo inicial.
¿Le gustan los héroes?
Me gusta que los personajes no sean planos; las novelas deben parecer reales, pero no pueden serlo, es la magia de la literatura, del cine, de la fotografía. A la hora de contar una historia y centrarla en un protagonista, tiene que ser creíble, tiene que tener gancho, algo que resulte atractivo. Tienes que buscar un equilibrio, que es complicado, pero lo más importante es que el personaje refleje el conflicto moral y su evolución a lo largo de la propia historia, pero no debe ser algo explícito.
Los animales, la presencia del compañero, está muy presente.
Viertes en tus novelas parte de lo que eres e igual que en todas está Galicia, España, tus raíces, lo mismo pasa con los animales. Vivo en el bosque, en las ciudades me marchito, me gustan mucho los bichos y es un sello de mi literatura, siempre hay un animal que acompaña al personaje, es importante y además se merecen ese lugar en las historias.