Los números no salen para miles de personas tanto de la capital como de la provincia. No llegan a final de mes por su ajustada renta disponible. Hasta el punto de que Cáritas advierte de un crecimiento «preocupante» y «alarmante» del número de personas con necesidad. En concreto, el empobrecimiento de las familias vallisoletanas supera las 32.000 personas, lo que significa que se duplica la tasa de pobreza severa. El director del organismo diocesano en Valladolid, Jesús García Gallo, ha confirmado a El Día de Valladolid estos datos sobre ciudadanos con ingresos de menos de 307 euros al mes. Unos ingresos con los que tienen que afrontar tanto los gastos regulares (hipoteca o alquiler, además de recibos) como los de manutención. Son unas cifras, a su juicio, de un crecimiento «sostenido» en los últimos meses de un sector de la población que antes no iba a las dependencias de la organización no gubernamental y que ahora toma esta ayuda económica como «imprescindible» para sobrevivir. Unas cuantías, además, que crecen sustancialmente porque la solidaridad familiar también va terminando dado que las situaciones de empobrecimiento crecen.
Las rentas garantizadas, las pensiones, las bajas nóminas de mileuristas o los subsidios de desempleo están provocando el empobrecimiento de la sociedad, de las familias que antes podían llegar a tener dos salarios. Y es que las bajas rentas disponibles, junto con los gastos que una familia afronta durante un determinado mes, están provocando «situaciones sorpresivas» y «cifras demasiado grandes» de personas que, lejos de ser el perfil de persona que antes de la crisis iba a Cáritas, hoy no llegan. Esta cifra de 32.000 personas les convierte en un colectivo más recurrente de ayudas sociales que la gente que vive en la calle, como explica García Gallo, lo que conllevado un crecimiento notable del dinero contante y sonante donado por Cáritas. Es por esto que, durante los nueve primeros meses de este año, hasta septiembre, las cuantías destinadas a dar respuesta a los demandantes, de uno y otro colectivo, alcanzan los 300.000 euros, lo que significa que las ayudas se triplican respeto al año pasado. A finales de este ejercicio, estas cantidades superarán «con creces» los 400.000 euros, a lo que habrá que sumar otros costes laborales, de infraestructuras y de especies.
Un dinero, en este sentido, que mayoritariamente va destinado al capítulo de vivienda y organización del hogar, para lo cual Cáritas Diocesana ayuda económicamente a las personas que justifiquen esa necesidad, previa rúbrica de un recibí para la propia contabilidad del organismo perteneciente a la Iglesia. Son unas cantidades que suponen alrededor de tres cuartas partes del total gastado este año y que principalmente van destinadas al pago de recibos de hipoteca o alquiler.
La partida destinada a salud, exactamente a cuestiones relacionadas con óptica y odontología, son el segundo gasto para Cáritas y financiación para las familias, más importante, seguido del dinero aportado para alimentación, ropa, calzado y otros enseres personales. Salvar otro tipo de gastos existentes en una familia también requiere de una cuantía destacable. Y esta ayuda llega, en el proceso de un seguimiento y acompañamiento familiar, donde el aumento de la situación real de pobreza implica que no se creen vías excepcionales y este tipo de personas accedan al alquiler o la compra de alimentación a través de sus propios medios, en condiciones normales, según recalca García Gallo.
Del mismo modo, el director de Cáritas explica que nunca se habían visto en la tesitura de tener que abrir tanto la mano, de ofrecer tanta ayuda y tanta solidaridad de los voluntarios como este año más allá de la población que se considera que integra la tasa de pobreza severa, alrededor del 3 por ciento de la población vallisoletana.
En esta línea, también agradece la labor de los casi 700 voluntarios que día a día ofrecen su tiempo y su solidaridad a estas miles de personas necesitadas, que entre el empobrecimiento familiar y la tasa de pobreza, superan los 47.000 ciudadanos. Igualmente agradece a los donantes, a los firmantes de los convenios, a las casas de acogida y a la contribución con la ‘x’ del IRPF (para asumir el coste de los trabajadores) por aportar el dinero que está sirviendo para aliviar la vida cotidiana de esas personas.