Una veintena de pueblos bajan de 50 habitantes y corren riesgo de desaparecer

R. GRIS
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El 42 por ciento de los pueblos de la provincia vallisoletana tiene menos de 200 vecinos en su padrón y únicamente 59 superan los 500 habitantes

Tres vecinos de Berceruelo conversan tranquilamente al sol junto a la puerta de un garaje. - Foto: J. Tajes

Un futuro incierto. Los vecinos de algunos municipios de la provincia reconocen que no conocen qué ocurrirá con sus pueblos una vez que pasen varios años. La despoblación del medio rural sigue siendo uno de los problemas más importantes para las nueve provincias de Castilla y León y más teniendo en cuenta las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) en el último padrón. Unos datos que ponen de manifiesto que el 42 por ciento de los municipios de la provincia (95 pueblos) cuentan con menos de 200 habitantes, lo que revela la situación existente en muchas de las localidades vallisoletanas.

Además, estas mismas cifras también indican que casi dos de cada tres municipios de la provincia ha visto cómo su población se veía reducida durante la última década. En concreto, han sido 165 las localidades que han mermado su número de vecinos en este periodo de diez años.

Han sido numerosas las ocasiones en las que todas las administraciones (Junta, Diputación y ayuntamientos) han puesto las cartas sobre la mesa en este aspecto y han adoptado medidas para intentar atajar esta continua pérdida de habitantes -sobre todo en el caso de los más jóvenes- aunque los resultados no han sido los esperados.

La Estrategia de la Población, pactada entre los grupos de las Cortes, el Plan de Convergencia Interior contemplado en el Estatuto de Autonomía y los planes provinciales de la Diputación son intentos por mejorar los servicios ofrecidos en los municipios, pero la falta de oportunidades laborales han hecho que la población vallisoletana continúe buscando otros objetivos residenciales fuera de las fronteras provinciales.

Casos más graves. Sin embargo, a pesar de estos intentos por conseguir fijar población en el medio rural, existen ciertos municipios que corren un riesgo de desaparecer. Lo dicen sus propios vecinos, que relatan cómo las estadísticas dicen una cosa y la realidad en el pueblo es otra. Así, explican que algunos de los habitantes empadronados en las localidades residen realmente en otras partes de la provincia o en la capital, pero durante los meses de invierno el pueblo se queda «semivacío». Así, aunque con la llegada del buen tiempo algunos vecinos sí abren sus casas en el medio rural, en invierno la realidad refleja pueblos semivacíos. «Aquí dicen que somos unos 50, pero realmente en invierno hay siete casas abiertas, no más», relata una vecina de Adalia.

De esta forma, hay que tener en cuenta que casi una veintena de municipios de la provincia ya bajan en las cifras oficiales de los 50 habitantes y que en realidad son muchos menos los que residen a diario en sus casas, lo que representa un peligro de desaparición y un futuro incierto.

En una situación mejor están otras 36 localidades entre los 50 y los 100 habitantes, aunque también muchas de ellas han visto cómo perdían población durante la última década. Es el caso, por ejemplo, de Llano de Olmedo, que ha pasado de 85 a los 71 que tenía el año pasado.

Al igual que ha sucedido en la mayoría de los casos de la provincia, estos municipios con menos de 100 habitantes también se han incrementado al pasar de 37 existentes en 2003 a los 53 que había el año pasado, según las cifras que maneja el INE.

 Aunque no todo son malas noticias porque algunas localidades, al contrario que lo que ocurre en el resto de los municipios, han conseguido ganar población durante la última década. Se trata, además de los municipios de gran tamaño pertenecientes al área metropolitana, de pequeños pueblos que han conseguido que sus jóvenes vuelvan o permanezcan. Algunos casos son Villalba de la Loma, que ha pasado de los 47 a los 61 en estos diez últimos años o Villanueva de la Condesa, que ha pasado de los 43 a los 63 vecinos.