Con el recuerdo en la figura de Luis Gallardo, el Minotauro volvió a pisar ayer el césped de Pepe Rojo. Con sus colores de siempre, el rojo y el negro. Con la misma filosofía, la que encabezaba el propio Gallardo, de amistad, respeto, deporte, rugby... con muchos de los jugadores que empezaron y vivieron la historia del club vallisoletano de 1992 a 2000. Y, sobre todo, como homenaje a su primer capitán. El rival, los veteranos del VRAC. Aunque quizá eso era lo de menos, vamos el resultado era lo de menos. La idea era volver a juntarse, a reunirse, a reencontrarse con un oval en las manos, recordar la figura de Luis Gallardo y mostrarle el cariño a su familia.
Como cuando en 1992, un grupo de jugadores, amigos y entrenadores, con el propio Gallardo, con Carlos Vaquero, Alejandro Olmedo o Víctor Acebes, decidió dar el paso de formar el Minotauro. «La base partió del equipo de Segunda de El Salvador», recuerda Vaquero.
Y así fue. Por entonces, el cuadro chamizo tenía como entrenador del primer equipo a Fernando Lavín, que advirtió públicamente que no usaría a ninguno de los jugadores del filial, ya que por detrás llegaba una hornada con mucha fuerza. La mayoría de estos, con sus técnicos Olmedo y Acebes, forjó una amistad que hoy aún dura y un club, ese mítico Minotauro. «El primer año, en la primera vuelta solo ganamos a Palencia. En la segunda vuelta, ya lo conseguimos con Palencia, Salamanca y Salvador», enfatiza Vaquero.
Así que el segundo año el club creció, en cuanto a número de jugadores e infraestructura, con categorías inferiores. Al principio entrenaban en el colegio El Salvador y jugaban en Pepe Rojo, aunque poco a poco se tuvieron que buscar otras instalaciones para su preparación.
Deportivamente llegaron a Primera -la segunda categoría de entonces- tras ascender en 1995, acabando dos temporadas en la tercera plaza; y jugando unas semifinales de la Copa Federación. «Teníamos un equipo competitivo, pero nos faltó punch», matiza el que fue el segundo capitán de este equipo.
A finales de los 90, los primeros jugadores empezaron a tomar otros derroteros en sus vidas y se decidió poner fin al club. «Preferimos dejarlo con buen sabor de boca, que no desgastarnos», añade el propio Carlos Vaquero, que no se olvida de lo que significó el club en sus vidas: «Fueron unos años de vivencias inolvidables. Mis mejores amigos fueron jugadores del Minotauro. Y seguimos manteniendo esa amistad».
Y la principal prueba se vivió ayer. Minotauro llevaba cuatro años sin juntarse como equipo -algunos lo hacen como amigos-. Y ayer fueron más de 100, entre los que jugaron y los que animaron desde las gradas, los que se reunieron. ¿La razón? «Nos juntamos para hacer un homenaje a Luis Gallardo, que fue nuestro primer capitán en el Minotauro, cuando se perdían la gran mayoría de partidos. Fue uno de los fundadores, que arrastró a gente de El Salvador. Por su forma de ser, imprimió carácter, forma de jugar, trato... una personalidad marcada. El espíritu de Minotauro era el suyo».